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La caravana va cansada, los pies ya no les dan y lo único que le mantiene a flote es la ilusión de alcanzar a descubrir que el oasis, llamado Estados Unidos, que miran todos los días desde el despertar, si es real.

Ya no son los mismos que comenzaron, unos tuvieron suerte y obtuvieron papeles, otros decidieron parar y el resto están caminando sin rumbo y sin hogar en algún lugar de nuestro país.

Los migrantes centroamericanos vienen en camiones, en las cajas de las camionetas que cruzan por las principales carreteras entre Chiapas, Oaxaca y Veracruz, a donde el día de hoy llegaron para hacer otra necesaria pausa.

Esta vez van custodiados, no van tan solos ni desprotegidos. Ahora que tenemos más presencia del crimen organizado por ahí y por allá, parece que las autoridades mexicanas han decidido contribuir y no lo contrario.

Durante ayer y hoy, los fotoperiodistas que andan documentando el paso de los migrantes han publicado imágenes tumultuosas de muchos, pero muchos de ellos montándose sobre las cajas vacías de las camionetas.

A lo que se suban, como queden, quienes sean, sin importar el riesgo pero menos caminar y ayudar a sumar kilómetros que les acerquen a su destino final.

Veo esta foto tomada por el fotoperiodista Ángel Hernández de EFE y más allá de adentrarme en el torbellino de emociones que pudiera encontrar en los rostros de todos los que van montados en el tráiler, es pensar en el mexicano.

El mexicano actúa con más espíritu de ayuda, de empuje, de paisano a paisano. Sube a quien pueda y comparte el mismo taco si le nace hacerlo.

Los mexicanos conocemos de cerca lo que es la batalla, el andar a pie, el necesitar y el poder ayudar al necesitado. También tenemos nuestros bemoles, dirían por ahí, porque tenemos el lado arriesgado y ventajoso .

El mexicano si puede, lo hace. ¡Súbete! ¡Te llevo! Y para muestra, esta imagen en donde el tráiler de color rojo, como una especie de bólido que lo puede dejar subir a todo el que quepa y pueda agarrarse porque si se cae, pues allí sí, ni cómo.

El mexicano se la juega, pero echa la mano, insisto, si quiere hasta comparte el taco, el lonche o lo que le hayan mandado.

El trailero trae de frente a San Judas Tadeo, es católico y creyente, porta la cruz del domingo de Ramos en el tablero y una estampita en el parabrisas; se sabe protegido y con la tarea de extender la mano a quien la pida.

Al mexicano no se le complica cuando quiere, y así es como vemos a más de 50 personas de este lado del tráiler, y quizá la misma cantidad del otro.

Lleva casi a 100 hombres y mujeres que no han dejado de caminar, que ya sus rostros se ven agotados, con la piel quemada de tanto sol y las miradas perdidas.

El mexicano no se raja, porque si alguna autoridad lo detuviera en el camino, volvería a jugársela y hayan sido mucho o poco los kilómetros avanzados… él dirá que “algo es algo” porque de que avanzaron, avanzaron.

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Foto: EFE / Ángel Hernández