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Don’t Fight the Fed ha sido una conocida y trillada frase en las esferas financieras que hace referencia a la fuerte influencia de la política monetaria en las valuaciones de los activos financieros.

La frase advierte que no es conveniente apostar en contra de la Fed, principalmente cuando está en un proceso de expansión monetaria y creación de liquidez sin precedentes, tanto en monto como en velocidad, como sucedió entre marzo del 2009 y diciembre del 2021.

En ese periodo, fuimos testigos del bull market (mercado alcista) más longevo de la historia y también uno de los más controversiales por su relativa desconexión con los fundamentales económicos.

Es decir que la mayor parte de la apreciación de los mercados accionarios se explicó por un incremento en los múltiplos de valuación y por un crecimiento en las utilidades de las empresas.

El bull market, comenzó en medio de la Gran Recesión del 2009, adelantándose al comienzo de la recuperación y sobreviviendo varios episodios de debilidad económica e inclusive una pandemia.

La racha no se dio de manera ininterrumpida, pero hasta antes de la llegada de la pandemia, en 10 años hubo solamente seis correcciones temporales en las que el S&P 500 cayó más de 10 por ciento.

La gran mayoría de dichas correcciones no tuvieron mucho que ver con temores sobre una recesión ya que estuvieron principalmente relacionadas a la percepción sobre si la Fed mantendría la gran máquina de liquidez prendida y en algunas ocasiones a factores geopolíticos y tensiones comerciales.

Con la llegada de la pandemia, los mercados financieros se desplomaron, pero la Fed volvió a la carga con una nueva vorágine de estímulos, de mayor magnitud e implementados de manera más decisiva que en el 2008-09. Estas medidas contribuyeron a que el bear market provocado por la llegada de la pandemia fuera el más corto de la historia.

Este movimiento por parte de la Fed fue una reedición de lo que se conoce como el Fed Put. El Fed Put es simplemente la evidencia histórica de los últimos 12 años en los que la Fed ha intervenido en los mercados con medidas expansivas de política monetaria cada vez que ha habido amenazas de disrupciones significativas en la actividad económica.

Estas medidas expansivas, que incluyen tasas de interés en cero e inyecciones masivas de liquidez, han funcionado como gasolina para las valuaciones de los activos financieros.

Sin embargo, hoy que la economía global enfrenta la probabilidad más alta de recesión cíclica en los últimos 12 años (la recesión de la pandemia fue generada por un choque exógeno) el Fed Put está muerto.

¿Por qué está muerto el Fed Put ? Por una palabra que se llama inflación. En el periodo 2009-2020, la inflación se mantuvo consistentemente por debajo de los objetivos de la Fed a pesar de la masiva ola de estímulos monetarios a nivel global.

La ausencia de presiones inflacionarias en esa década se debió a que, después de la crisis del 2008-09, la economía global se encontraba frágil y gran parte de los estímulos monetarios se quedaron atrapados en los mercados, contribuyendo a que la inflación fuera un fenómeno principalmente confinado a los precios de los activos financieros.

En el presente, la pandemia llegó en un momento en el que la economía estadounidense se encontraba en pleno empleo y su mejor estado de salud de los últimos 15 años. La combinación de los estímulos fiscales sin precedentes, una Fed en modo hiper-expansivo (incluyendo un marco de referencia más tolerante con la inflación) y la reapertura económica, generaron una fuerte reactivación económica.

La velocidad de recuperación de la demanda agregada contrastó con una recuperación lenta y dispareja de la oferta agregada, caracterizada por problemas en las cadenas de suministro y las fuerzas de la desglobalización.

El choque de oferta fue exacerbado en el sector de materias primas energéticas y alimenticias por la invasión rusa a Ucrania, generando las peores presiones inflacionarias de los últimos 40 años en EU.

En este entorno, los mercados se tendrán que acostumbrar a vivir sin la adrenalina que impulsó las valuaciones de muchos sectores a niveles estratosféricos.