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Además de otras calamidades que puede implicar una moneda fortalecida, en la parte comercial es una gran desventaja para un país que hoy tiene como política la sustitución de las importaciones.

Para ver el panorama completo de la debilidad del peso frente al dólar de estos días, sin duda hay que poner atención a los asuntos que competen directamente a la economía mexicana, con especial énfasis en su relación con Estados Unidos.

Otra vez se ha elevado el tono de la discusión comercial ahora que se destraba el nombramiento de Robert Lighthizer como representante comercial del gobierno de Donald Trump.

Con este obstáculo superado, ya puede la Casa Blanca notificar al Senado sobre el inicio de las renegociaciones comerciales con México y Canadá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Es entonces a partir ya de estos días que comenzará a correr ese plazo tan mencionado de los 90 días para iniciar las conversaciones trilaterales.

Por lo tanto, es el momento en que el estilo hostil de negociar de Donald Trump se vuelve a manifestar como una manera de presionar y doblegar a sus contrapartes.

Y a pesar de que está claro que las autoridades mexicanas han mostrado la frente alta, los mercados son nerviosos por naturaleza y reaccionan con algo de pánico a los ladridos de aquel lado.

Eso influye en el tipo de cambio, pero hoy no se trata de ver en las gráficas la historia de un peso débil sino de un dólar fuerte… otra vez.

Parece un eufemismo decir que no es debilidad mexicana sino fortaleza estadounidense, pero, si no podemos ver el comportamiento del dólar, podemos dejar de apreciar hasta un arma negociadora para México en materia de libre comercio.

Además de otras calamidades que puede implicar una moneda tan fortalecida, en la parte comercial es una gran desventaja para un país que hoy tiene como política la sustitución de importaciones.

Si por efecto cambiario sale más barato para los consumidores locales comprar productos importados, no hay manera de evitar que esa sea la elección de compra.

Es posible que el secretario de comercio de Estados Unidos, 
Wilbur Ross, no sea un gran jugador de póker, ya que dejó ver una carta importante de sus preocupaciones. Resulta que está en el interés de este funcionario que el peso se fortalezca, para que recuperemos el shopping en Texas, compremos más bienes importados y que nuestros productos se encarezcan en su mercado.

Entonces, aunque vociferen que no quieren el TLCAN, sabemos muy bien que les importa mucho tener un vecino exportador con una moneda fuerte, y eso no se logra marginándolo.

A la paridad del dólar frente al mundo, y en ese mundo frente al peso, hay que notarle la inminencia del dinero más caro para llevar a la neutralidad su política monetaria.

En fin, el hecho de que no sea sólo el peso el depreciado y que el dólar tan caro provoque preocupaciones respecto a la economía estadounidense es algo que por ahora debe preocupar más en Washington que en México.

Sin que, por supuesto, haya motivo de alegría de ver de vuelta los dólares en 20 pesos.