Mismos reportes, en Atizapán, Tlalnepantla, Lerma y Metepec. De los 125 municipios mexiquenses, 78 son gobernados por PAN, PRI y PRD; de éstos, medio centenar, del tricolor
Una batalla, cuerpo a cuerpo, principalmente en la zona poniente del territorio mexiquense. La fórmula ideada en 2021 para frenar al morenismo en la megalópolis volvió a aplicarse en los comicios del Estado de México.
Pero este domingo 4 solo se elegía a la próxima gobernadora. En el antiguo corredor azul, y con la premisa de “salvar a México”, vecinos organizados de los fraccionamientos residenciales se movilizaron a favor de Alejandra del Moral.
“Con la clase media ganamos. Hay que sacarla a votar”, confiaban los operadores de Va por México. Los mismos que salieron a las calles en defensa del INE y han alzado la voz para exigir respeto al Inai y a la SCJN debían acudir a las urnas para evitar lo que anticipaban los sondeos de opinión: la victoria de la maestra Delfina.
Salvo en Atizapán y Cuautitlán Izcalli, donde la candidata aliancista se impuso con categoría, en el resto de los municipios metropolitanos ninguna de las contendientes obtuvo una victoria aplastante. Morena aventajaba —al cierre de este espacio— en Naucalpan, Tlalnepantla, Ecatepec y Nezahualcóyotl.
La ruta del 2024 inicia con una derrota para Va por México. Pero no necesariamente es el fracaso de un modelo de participación ciudadana. Las clases medias salieron a votar, pero Morena consolidó su hegemonía en la Zona Oriente. Los jóvenes —un tercio del padrón mexiquense— simplemente no respondieron a la convocatoria de los ciudadanos.
Ale del Moral confiaba en que votarían dos terceras partes de los inscritos en la lista de votantes. Era su única posibilidad de triunfo. En la víspera de las votaciones, empero, ocurrieron incidentes que apuntaban más bien a un escenario donde el verdadero ganador —nuevamente— fue el abstencionismo.
Al mediodía, los ejércitos ciudadanos entraron en reposo. La grey católica cumplió con el rito semanal y en misa hubo llamados a la gente que aun no acudía a votar. Los coroneles de las estructuras ya habían cumplido con el primer reporte, tras de entregar apoyos. Los aliancistas, un lonchibón y 500 pesos a sus representantes de casilla. Los morenistas repartirían tres raciones de comida a lo largo del día.
Hace seis años, al mediodía ya habíamos cumplido con las metas de promovidos, recuerda un operador —funcionario de un ayuntamiento aliancista aledaño a la CD, de origen priista— y solo esperábamos al cierre de las casillas. Esta vez, en las inmediaciones de Interlomas —en el corazón de Huixquilucan, el bastión panista dominado por Enrique Vargas del Villar— apenas había votado 20% del padrón.
Mismos reportes, en Atizapán, Tlalnepantla, Lerma y Metepec. De los 125 municipios mexiquenses, 78 son gobernados por PAN, PRI y PRD; de éstos, medio centenar, del tricolor.
Con exit polls, Mario Delgado cantó el triunfo de su candidata. Sin el respaldo de los datos duros, Ale Del Moral avanzó a un callejón sin salida. Con la valentía que hizo campaña ahora deberá encarar su cita con la historia.
Efectos secundarios
¿FALTANTES? Los días previos a los comicios por la gubernatura mexiquense estuvieron plagados de ataques mediáticos entre los contendientes. La tregua supuestamente pactada entre Alfredo del Mazo y Palacio Nacional terminó, con un libelo sobre presuntos vínculos del coordinador de la campaña morenista, Horacio Duarte, con la importación ilegal de precursores médicos y alcanzó su punto más álgido con la exhibición en medios globales de la versión mexiquense de la estafa maestra. Esa evidencia apunta al corazón del delmacismo. Y el final de las pesquisas llevaría a un personaje del primer círculo del gobernador saliente. ¿Sus iniciales? Víctor Curioca.