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Jugar con los indicadores del crecimiento económico, con aquello de los otros datos, es una cosa. Pero manipular la información del empleo es otra cosa, porque ahí a cada puesto laboral corresponde una persona de carne y hueso.

Sin empacho alguno el presidente dice que, si nos va bien, en México se van a perder 1 millón de empleos por la pandemia. ¿Eso es tener fortuna?

Pero dice más, mucho más. Asegura Andrés Manuel López Obrador que no hay de qué preocuparse porque este año va a crear dos millones de empleos.

Entre todas las faltas a la verdad de la 4T esta es una de las más onerosas, porque hay millones de personas que se han quedado sin ingresos, que le creen al presidente y van a buscar desesperadamente ocupar alguna de esos dos millones de plazas laborales nuevas de las que habla López Obrador.

Se pretende estirar la realidad con la suma de las becas asistencialistas de este gobierno como empleos, pero se miente con total impunidad cuando contabilizan como plazas laborales más de 1 millón de créditos hipotecarios.

En esas cuentas hay ignorancia: de la que se abusa o la que se manifiesta.

Por eso es que la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) de abril muestra de forma clara el tamaño de la verdadera desgracia económica en la que está México.

Esta misma encuesta telefónica, o eventualmente el regreso de la encuesta presencial de empleos, debe mostrar hacia finales de este año una clara mejoría con respecto a los datos que recién dio a conocer el Inegi.

De los 12 millones de personas que en abril pasado perdieron su ingreso y que sabían que no había forma de conseguir ocupación en medio de la pandemia, algunos millones regresarán a la actividad.

Porcentualmente, la recuperación de la Tasa de Participación Económica o la Tasa de Desocupación, o cualquier otro indicador, tenderán a mejorar por la simple razón del regreso a la actividad que todos deseamos que se pueda dar en los siguientes meses.

Cuando lleguen esos datos, este gobierno los va a mostrar como logros. Los van a presentar mentirosamente como creación de empleos. Vamos, van a engañar a los de siempre.

Pero lo que es un hecho es que la terrible cifra de 12 millones de personas sin ingreso en abril es igual al número de personas que debió haber sido respaldada por un programa emergente del gobierno.

Son 12 millones de historias de empleados asalariados, vendedores ambulantes, meseros, empleadas domésticas y muchos más que no tuvieron una ocupación, un ingreso y no hubo manera de conseguir otra actividad remunerada por miedo al Covid-19.

Las cifras de desocupación de abril del Inegi dejan ver el tamaño del fracaso gubernamental en el apoyo que nunca llegó para las personas que viven al día de su actividad productiva.

Así serán los datos de mayo y de junio de la desocupación. Pero también los del comercio, la industria, los servicios, en fin. De ese tamaño lo que estamos pasando.