Elecciones 2024
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La imposición de tarifas anunciada por el presidente Donald Trump carece de racionalidad. Daña más a México pero también a Estados Unidos. Además, no veo cómo esa medida pueda lograr que México detenga los flujos de migrantes centroamericanos.

No es descartable que la delegación mexicana en Washington D.C. consiga echar para atrás esa decisión. Sería lo razonable para todos. Pero siendo quien es, y ya en plena campaña, resulta difícil pensar que todo ha sido un bluff de Trump.

Si bien la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido mesurada, hay matices inéditos que dejan ver un posible endurecimiento de su posición en caso de aplicarse escalonadamente las tarifas. En la carta que envió a su contraparte ya subió el tono de sus declaraciones previas.

El reciente tuit en que el Presidente de México expresa que quiere seguir siendo amigo de Trump en realidad sugiere, por primera vez, que pudiera dejar de serlo.

El presidente López Obrador ha reiterado que la mejor política exterior es la interior. Sin embargo, es probable que una coyuntura como la actual lo lleve a invertir esta máxima.

Su firme posición frente a los agravios de Trump ha generado un amplio respaldo que trasciende su base política. La respuesta al desafío externo ha sido un acierto político interno. Y aunque este respaldo no está garantizado a futuro, por ahora le ha sumado.

Además, si Estados Unidos insiste en aplicar las tarifas y Trump arrecia sus ataques, el presidente López Obrador podría buscar contrapesos en el exterior acercándose a China o a Rusia. No sería la primera vez que México intentara un equilibrio de este tipo.

Un giro en esa dirección podría reflejarse en la política interna. Lastimado el vínculo comercial con nuestro vecino del norte, la reacción natural de un presidente abiertamente opuesto a la dependencia del extranjero —desde el campo hasta los hidrocarburos— sería doblar su apuesta por el mercado interno en lugar de un desarrollo fincado en la globalización.

El conflicto con Estados Unidos podría realinear la política exterior del país y, al hacerlo, mover a la izquierda la política económica del nuevo gobierno. En ambos frentes, un mal cálculo geopolítico de Trump.