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Lo que hoy más pesa es cuál es su plan para iniciar la reducción de su hoja de balance de US4.4 billones que tienen que retirar de una forma aceptable.

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) fue un causante indirecto de la Gran Recesión del 2008 cuando el rápido incremento de las tasas de interés durante los años previos dejó al descubierto que el desenfreno crediticio en el que vivía aquel país resultaba insostenible.

El banco central estadounidense, en aquellas épocas de Alan Greenspan, hacía uno de sus principales trabajos al atajar con el costo del dinero las presiones inflacionarias derivadas del disparo del precio de los energéticos.

Aquella Gran Recesión pescó a Estados Unidos con una crisis fiscal que hacía imposible recuperar la economía con los consabidos estímulos por la vía del gasto y las reducciones de impuestos.

Fue ahí cuando la Fed colgó las ropas ortodoxas de Greenspan en el armario y con un muy atrevido Ben Bernanke al frente optaron por hacer del banco central el motor de arranque de esa economía. Como sea en Estados Unidos también es labor de la Fed procurar el crecimiento.

Cuando la tasa de interés llegó al intraspasable piso del cero echaron a andar la máquina que fabrica dólares. Esos billetes verdes se colocaron en el mercado a través de un plan en tres entregas que se llamó expansión cuantitativa (QE, por su sigla en inglés).

Cientos de miles de millones de dólares que distorsionaron el mercado con tal de que todos gastaran a manos llenas.

Misión cumplida. Las tasas prolongadamente en cero y la inundación de dólares llevaron a la economía a recuperarse satisfactoriamente (la paradoja es que Donald Trump hoy goza de esas mieles).

Decían las abuelitas que siempre había que cuidar que el remedio no fuera peor que la enfermedad, y el QE en combinación con las tasas en cero tenían cara de provocar reacciones secundarias importantes.

Hoy el mercado lleva años sufriendo la incertidumbre del aumento de las tasas de interés, cada vez que se juntan a decidir sobre política monetaria los gobernadores de la Fed los mercados del planeta tiemblan.

Hoy y mañana la Fed tiene reunión de su comité de mercado abierto y claro que todos esperan señales de cuándo llegará el siguiente aumento, como siempre.

Pero lo que hoy más pesa y debería generar toda la atención del público es cuál es su plan para iniciar la reducción de su hoja de balance que carga 4.4 billones de dólares (trillones, dirían allá) que tienen que retirar de una forma aceptable para los mercados.

La reversa al QE debe tener precisión quirúrgica para no alterar el orden de los mercados, sobre todo los de renta variable, que para muchos hoy parecen endebles por los niveles alcanzados.

Es como el juego de los bloques de madera que se trata de quitar los de abajo sin tirar toda la torre que se construye sobre ellos.

La apuesta en torno a la tasa de interés apunta a diciembre como el mes para el siguiente aumento. Pero lo que hay que combinar ahora es cómo se cruza esta expectativa con el retiro de la hiperliquidez propiciada por la Fed durante los días de la gran recesión. Esa es la nota de mañana.