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Cuando llegue el coronavirus, ¿qué antídoto aplicará México para evitar un daño gigantesco adicional a la economía? Media docena de países ha bajado las tasas de interés. Alrededor de 15 han presentado medidas de alivio fiscal a grupos afectados y los más ricos han anunciado presupuestos millonarios para mantener funcionando la economía.

Estados Unidos ha hecho las tres cosas, pero eso no ha bastado para calmar a los mercados ni satisface a los especialistas más exigentes. Casi todos dudan de la efectividad de esta triple vacuna para una enfermedad que desangra a los mercados y paraliza la economía real. El coronavirus ha provocado simultáneamente un shock de oferta y un shock de demanda. Esto es algo que la economía global no había vivido a esta escala. Compradores clave como China han puesto pausa en su consumo y al hacerlo provocaron un dislocamiento del mercado de materias primas. Proveedores de insumos esenciales no están entregando sus productos a tiempo. Ése es el caso de China, Corea del Sur e Italia. Las medidas que buscan preservar la salud pública han reducido al mínimo la vida social y hundido el consumo.

¿Cuál es la política económica que se requiere? No hay teoría que valga para enfrentar algo que no se sabe hasta qué punto sigue siendo coyuntural ni de qué manera ha provocado daño estructural. No está claro cuánto tiempo durará la emergencia médica ni qué secuelas dejarán en el cuerpo económico las medidas extraordinarias.

No hay mapas de navegación para transitar en este océano que está lleno de seres desconocidos: suspensión generalizada de espectáculos; colapso de la demanda para las aerolíneas y los cruceros, reorganización improvisada de los esquemas de trabajo para favorecer las labores desde casa de millones de personas.

El desplome de los mercados financieros y de los precios de las materias primas ya lo hemos vivido, pero en otros tiempos. Ahora siguen operando los espíritus animales, el espíritu de manada de los inversionistas que fascinaba a Keynes, pero también hay nuevos elementos: el uso de la inteligencia artificial en las operaciones de mercados puede producir en microsegundos miles de millones de órdenes de venta y desplomar el precio de un activo.

¿Cómo se compara esta crisis con la del 2008-2009? Ésta no tiene su origen en el sector financiero y, en ese sentido, es menos grave. El riesgo de quiebra sistémica de los bancos y empresas financieras no tiene comparación. Si el sistema de pagos se hunde, la economía naufraga. El problema ahora no son los bancos, sino lo desconocido. La pandemia ha ido colonizando nuevos territorios a una velocidad vertiginosa. De Asia pasó a Europa y ya llegó a América del Norte. De las materias primas, al turismo, la industria de lujo y las manufacturas globales.

México tiene finanzas públicas sanas, un fondo de estabilización de 160,000 millones de pesos y reservas superiores a 180,000 millones de dólares. El presidente parece convencido de que éstas serán suficientes para amortiguar lo peor de la crisis. Ojalá tuviera razón, pero las cosas son un poco más complicadas. El coronavirus pegará con fuerza en dos rubros que funcionaron bien en el 2019: turismo y exportaciones a Estados Unidos. Agudizará la crisis de Pemex, que ya estaba en quiebra con precios petroleros promedio por encima de 45 dólares. Interrumpirá los procesos de producción y consumo. Habrá oportunidades, pero vendrán después del golpe. ¿Qué cambios está dispuesto a hacer AMLO?