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Durante su Reunión de Primavera de este año, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendrán algo más de qué preocuparse que la complicada situación económica y financiera del planeta.

Para este 2015 les van a abrir una tienda enfrente de su propio negocio y llevará una bandera china como estandarte.

Las dos instituciones de posguerra han estado siempre bajo el dominio de Estados Unidos y los países más desarrollados de Europa. Lo cual resultaba aceptable para un proceso de reconstrucción mundial derivado de los acuerdos de Bretton Woods, que marcaban la hegemonía del dólar estadounidense.

Pero desde 1944, año en que se concibieron estas instituciones, hasta estos días las naciones del tercer mundo no sólo se ganaron el título de mercados emergentes sino que al menos uno de ellos brincó a las grandes ligas de las finanzas mundiales.

China es un país con cientos de millones de personas en la pobreza y el retraso, pero es al mismo tiempo una nación con cientos de millones de nuevos clase medieros y ricos que han dado vida a un fenómeno de crecimiento excepcional.

Con su tamaño, su peso comercial, su influencia regional, su ausente democracia y su estilo aplastante, China va por todo y ahora lo hace con poder.

A través de la careta de los BRICS (sigla del grupo que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el gobierno de Beijing había ya intentado aumentar su influencia en esos dos organismos internacionales.

El mexicano Agustín Carstens estuvo cerca de encabezar el FMI y lo pudo haber logrado si Europa no hubiera estado en una crisis sistémica tan profunda, por eso optaron por la opción francesa. Sin embargo, para los chinos nuestro gobernador del banco central habría sido insuficiente por ver a México como un apéndice estadounidense.

Por eso no es casualidad que los chinos hayan elegido la semana de la Reunión de Primavera de estas dos instituciones para presentar ante la sociedad a la plantilla de fundadores del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Mañana presentan a los fundadores y el viernes inicia la reunión tradicional de Washington.

En la lista de los socios iniciales no estará Estados Unidos, porque de eso se trata, pero podremos ver a muchos europeos y claro está que a los más destacados asiáticos.

Al final no se trata de quitarles clientela a los tradicionales organismos financieros globales, lo que está en el fondo es romper el monopolio financiero del dólar para darle al yuan un poder de reserva e instrumento transaccional global.

El euro fracasó en su intento de restarle hegemonía al billete verde al punto de ponerse en entredicho su misma supervivencia.

China quiere ocupar un lugar que le toca por la importancia que ha conseguido sobre todo este siglo. Lo puede hacer con un estilo no muy bien visto en occidente, pero ese país, maquila, fabrica, diseña, invierte. Tiene 1,300 millones de habitantes, el ejército más numeroso del mundo, armas nucleares, gran influencia global, y sobre todo tiene enormes ganas de tomar su lugar de potencia también en el mundo financiero.