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El gobernador del Banco de México (Banxico) está en Washington, DC. Es un viaje en el que ocupa dos lugares.

Agustín Carstens será gobernador del banco central mexicano durante los próximos nueve meses, hasta el último día de noviembre. Pero, al día siguiente, se convertirá en el gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés).

El trabajo inmediato del mandamás del Banxico es lograr una buena coordinación con la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), pero entre sus funciones futuras como gerente del banco de bancos centrales está el defender la autonomía de las autoridades monetarias del mundo.

México enfrenta este año presiones inflacionarias no vistas en muchos años. A pesar de que el dato de la primera quincena de febrero da esperanzas de que hacia finales del año se pueda regresar al camino de 3%, le toca justamente a la autoridad monetaria procurar que todos los agentes económicos regresen al carril de la inflación mesurada.

El Banxico ha elevado las tasas de interés durante los últimos meses con más inspiración en los asuntos internos que en la regularización monetaria de los Estados Unidos (EU). Como sea, la Fed sólo lleva dos aumentos en los tipos de interés en 14 meses.

Ya ha tenido tiempo suficiente para cabildear Agustín Carstens con los responsables de la política fiscal local, como para lograr —por ejemplo— precios más predecibles para las gasolinas. Pero ahora toca armonizar el pulso monetario mexicano con el estadounidense.

Ahí es donde se convierte en una reunión importante entre banqueros centrales. Seguramente Yellen habrá mostrado a Carstens sus pronósticos pintados de rojo por la agresiva política fiscal que prevén implemente Donald Trump.

Le tocará a Carstens estar en Washington, DC, cuando el presidente de ese país dirija un mensaje al Congreso y tenga oportunidad de delinear sus planes fiscales.

Ahí, de primera mano, el gobernador Carstens podrá tener un panorama claro de qué propondrá a la Junta de Gobierno del Banxico para su reunión de marzo próximo.

Pero, al mismo tiempo, Janet Yellen tendrá frente a sí al próximo titular del BIS, que tanto ha procurado hacer para meter en cintura a las instituciones financieras ante la avalancha de evidencias de que aprovechan, muchas de ellas, cualquier recoveco legal para cometer irregularidades con cargo al mundo entero.

Yellen no sólo enfrenta las presiones de muchos intereses financieros que desean manga ancha para su creatividad en los mercados, sino que ahora siente la sombra de la bota presidencial, porque no es un secreto que Donald Trump quiere convertir a Wall Street en Sodoma y Gomorra.

Trump tiene enormes deseos de quitar de su camino a los banqueros centrales, como Yellen, que se oponen a su intervención en los asuntos regulatorios que son competencia del autónomo banco central. Por lo tanto, la visita en casa del futuro banquero de banqueros es toda una señal para la Fed.

Carstens tendrá interacción con Steven Mnuchin, el aparentemente moderado secretario del Tesoro de Estados Unidos, y con su vieja conocida Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional.