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En la Secretaría de Hacienda y en el Banco de México tienen previstos sus brindis de fin de año para las próximas semanas, pero bien podrían hoy abrir un par de botellas de champaña para celebrar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) decidió ampliar la línea de crédito flexible que mantiene abierta para México.

No es dinero prestado que repose en las bóvedas del banco central a la espera de ser usado en caso de cualquier emergencia, no es como ese guardadito que muchos tienen dentro de la caja de cereal de la alacena, por si se tuviera algún problema.

Tampoco se trata de un seguro, como sí podrían ser las coberturas petroleras contratadas, porque en este caso son recursos que se utilizarán, dinero que hay que cubrir hasta el último centavo.

Es quizá más comparable a tener una tarjeta de crédito con un límite amplio de préstamo, que no se usa para las compras diarias sino que se tiene a la mano para cubrir cualquier contingencia.

La señal que lanza el Fondo Monetario Internacional sobre la situación financiera de México es tan importante como contar con esta línea crediticia. Es el refrendo que pocos tienen en momentos de enorme volatilidad.

Porque no es lo mismo que este país contara con los recursos disponibles en pleno auge de la liberación de dólares por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, cuando si algo sobraba eran capitales buscando mercados que financiar y obtener ganancias, que estos tiempos, cuando se pronostica sequía de recursos, con todo y un previsible incremento en las tasas de interés.

El mensaje es claro, independientemente de cuestiones que incluso pasan por asuntos políticos o sociales, más allá de la baja en los pronósticos del comportamiento del Producto Interno Bruto éste y el próximo año, hay una fortaleza económica avalada por el propio FMI.

No haber renovado esta línea contingente habría sido un mensaje devastador para alicaída confianza en México, porque habría calificado el sistema financiero desde una perspectiva de la nota roja de los periódicos.

Si tan sólo se hubiera regateado este instrumento desde la institución que dirige Christine Lagarde, el mensaje habría sido terrible para un país que no goza de la mejor prensa en estos momentos en el mundo.

Los 70 mil millones de dólares hoy garantizados se suman a los 192 mil millones de dólares de las reservas internacionales del Banco de México y constituyen un blindaje que aparenta ser suficiente para moderar cualquier ataque especulativo que se desate en tiempos difíciles en los mercados.

No es la garantía absoluta, pero es una invitación a los especuladores a que mejor enfoquen sus ataques a otros mercados menos protegidos. Porque tampoco es posible eliminar a esos expertos en el caos que sacan muchos de las crisis.

Es un poco árido e incomprensible lo importante de esta noticia ante la contundencia de las imágenes violentas de los últimos días, que dejan una desazón colectiva, pero esto es producto de un muy buen trabajo de cabildeo de las autoridades financieras y es de enorme utilidad.