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De las “benditas redes sociales” a las “pinches redes sociales”

La batalla de la comunicación, hoy en día, se da en el campo de las percepciones, particularmente en su componente emocional.

 

El hashtag #NarcoPresidenteAMLO y sus derivaciones alcanzó 170 millones de impactos, reveló el Presidente López Obrador en su conferencia matutina de este miércoles 7 de febrero. Habrá que descontar si son impactos reales o sólo potenciales, es decir, vistas reales.

Lo anterior sin contar la enorme cantidad de impactos y viralidad inmediata a través de las plataformas públicas, pero a la vez privadas, de Whatsapp y Telegram, entre otras que trascendieron a nivel internacional.

Con mucho, es uno de los hashtags que más daño ha causado a la administración lopezobradorsista, al grado de que el control de daño se está haciendo no sólo en los espacios propios (como la mañanera) o afines -tanto electrónicos como digitales e impresos- sino a nivel de solicitar una postura del gobierno de Estados Unidos, que llegó a través de Elizabeth Sherwood Randall, asesora de seguridad del Presidente Biden, quien dijo que esa investigación es “un caso cerrado”.

En una vista hacia atrás, López Obrador y sus seguidores, organizados y no, usaron las “benditas redes sociales” por muchos años -particularmente en la administración de Enrique Peña Nieto- como un arma estratégica para debilitar al gobierno y generar impactos perceptuales de alto impacto.

Al activismo en terreno se sumó el activismo digital. Grupos organizados, como los Jóvenes con Noroña, aunados a estrategas clave en el manejo de redes sociales, en especial Twitter, provocaron estragos a instituciones como el Teletón, al grado de poner en riesgo sus campañas de recaudación de donativos.

Cosas de la vida, hoy el Presidente López Obrador, reconoce la relevancia del Teletón para dar atención especializada a grupos vulnerables de la población que, paradójicamente, el propio Estado no puede o no tiene los recursos materiales y económicos para darlos.

Una y otra vez, López Obrador calificó de “benditas” a las redes sociales por el gran apoyo que le representaron a él en la construcción de una percepción favorable, y en contra del gobierno de Enrique Peña Nieto a quien se le atacó en cada error -incluyendo su mala pronunciación en inglés-, en cada acción grave, en cada hecho de corrupción denunciada, y en el más escandaloso de ellos: la Casa Blanca, al punto de que la entonces esposa del Presidente tuvo que salir a dar la cara en un vídeo, como una forma fallida de control de daño. Y se vino abajo el tren México/Querétaro, que paradójicamente marcaría el regreso de los ferrocarriles de pasajeros al país.

Hoy las cosas se emparejan en la guerra de las redes sociales. Está bajo escrutinio la administración de López Obrador: las imputaciones de tráfico de influencia en contra de sus hijos; los negocios y actos de corrupción denunciados contra gente cercana al Presidente. Pero ninguna había tenido el impacto de la investigación de la DEA por supuesto financiamiento a la campaña de López Obrador en 2006, que se suma a la persistente insinuación de nexos con el Cártel de Sinaloa, también alimentada en redes sociales.

La estructura digital que acompaña a López Obrador en sus ofensivas, y defensivas a la vez, fueron insuficientes por este caso de la DEA. De ahí que el impacto lleva una semana y se mantiene en el número 1 del Trending Topic o Tendencias relevantes.

Este miércoles 7 de febrero, la encargada de la sección Quién es quién en las mentiras, Elizabeth García Vilchis, explicó la estrategia digital que siguen los opositores al gobierno de López Obrador, y que es similar a la que muy probablemente aplican quienes desde Palacio Nacional operan esa estructura de redes y medios cibernéticos.

García Vilchis llama “nado sincronizado” a lo que desde Palacio Nacional se aplica día a día, tanto como -en otras circunstancias y modalidades- lo hacían hace varios años los grupos pro López Obrador en el uso de las redes no sólo para cuestionar a sus opositores, sino para colocar información durante marchas y mítines, dando instrucciones sobre las acciones a desarrollar.

Se afirma, con regularidad, que muchas de las cuentas falsas son del extranjero. No necesariamente. Las cuentas pueden haber sido creadas en México y conectadas a programas especializados operados en el país, pero usando servidores remotos que están en el extranjero, pero que se alquilan desde México.

Hay que recordar que una de esas famosas granjas de bots fue descubierta por los mismos estrategas digitales pro López Obrador que encontraron en un salón rentado a decenas de personas con equipos de cómputo, ataviados de programas especializados, con varias cuentas conectadas a la vez, para generar los famosos Trendig Topic. Es una práctica que sigue, nada ajeno a los operadores de Palacio. Esto explica cómo, en pocas horas, algunos de esos operadores tienen -de pronto- miles de réplicas y comentarios a un texto base. Las conversaciones, también se crean.

Pero más allá de las “pinches redes” que han dejado de ser no tan “benditas”, lo más importante del vehículo es la narrativa o los mensajes. Esa, quizás, es la clave mayor en el éxito de las redes. Y en ello intervienen varios factores. Para incidir en la percepción, el hecho a colocar debe tener un interés no sólo local o específico de ciertos grupos, sino de morbo. La emoción, ante todo, juega un papel central. Ni modos, así es la cruda realidad.

Por ejemplo, las cuentas dedicadas a temas de situaciones riesgo o asuntos de seguridad, tienen un alto impacto y viralidad inmediata porque juegan con el morbo. Y, ojo, muchas de esas cuentas, son las usadas para incidir posteriormente en temas políticos o electorales.

De ahí que la seguridad y los hechos relacionados con lo delictivo sean un conducto relevante que veremos, como lo estamos viendo ahora, será usado para crear emociones en los grupos de la sociedad.

La narrativa es, al final de cuentas, lo que más importa, lo que engancha siguiendo la línea del gurú de las redes sociales, Brian Solís. El vehículo sólo da el alcance, pero no necesariamente puede atraer, sobre todo por la sobrecarga de información que hoy transita en las redes sociales.

Post scriptum.- por cierto, entre los grupos organizados pro López Obrador – en sus tiempos de campañas- circuló profusamente un Manual del Activista, donde con detalle se consideraba la manera de cómo actuar, interactuar e inocular las redes. No estaban Whatsapp y Telegram, donde hoy se da la peor de las batallas por una condición: todo mundo estamos conectados de manera interminable a un teléfono donde llegan todo tipo de mensajes, incluso en los espacios más privados donde nos encontremos, y a toda hora.