Otis lo mostró como quizás también es en realidad: lejano a la miseria, perdido en la insensible retórica
La destrucción que causó “Otis” en Acapulco retrató a la actual administración como lo que también es: un gobierno ausente.
El huracán será tristemente recordado por la devastación, pero también por evidenciar al lopezobradorismo que, distraído en la politiquería electoral se pasmó, se quedó impávido ante las heridas que sufrió el puerto.
Qué hueco, qué distante, qué anodino se escuchó el discurso oficial y que insuficientes las acciones inmediatas para enfrentar la tragedia.
El presidente López Obrador ha dicho muchas veces que sus antecesores solo iban después de esos desastres naturales, para tomarse la foto. Quizás por eso, en su afán de no parecerse a ellos, decidió no mostrarse en público.
Creer que si fue a Acapulco resulta casi un acto de Fe pues las imágenes que trascendieron solamente lo mostraron a bordo de un vehículo militar atascado en el lodo, saliendo del jeep con apuros y caminando en una solitaria carretera acompañado de algunos de sus colaboradores.
Por razones poco comprensibles no utilizó la llamada Autopista del Sol que sí, tenía derrumbes, pero los heroicos soldados trabajaron duro para despejarla.
A un genio de la logística presidencial se le ocurrió mandar a su jefe por la vieja autopista federal. De llegar en helicóptero, ni hablar.
La noche del miércoles la gobernadora, totalmente invisible en este drama humano, publicó en redes que se había reunido con el presidente. Mostró imágenes nocturnas que lo mismo hubieran sido grabadas en Coyoacán.
El rechazo del Presidente a aparecer junto al destrozo material y el dolor humano, lo mostró como quizás también es en realidad: lejano a la miseria, perdido en la insensible retórica y las sordas paredes de su Palacio.
La caída y decapitación en París de María Antonieta, Reina consorte de Francia, quien evadida de la realidad de su pueblo recomendó que si tenían hambre comieran pasteles, debe ser una inolvidable lección. Las facturas las veremos pronto.
Si el pueblo acapulqueño se siente desatendido y olvidado, solo alimentado por la palabrería política y las fantasías palaciegas, nos puede dar una sorpresa a todos.
En Acapulco hay enojo y frustración. La rapiña que vimos después de lo ocurrido nos muestra el hartazgo y la falta de una autoridad genuina que realmente gobierne. Se entiende, pero es imperdonable, de Evelyn Salgado, quien llegó al cargo por mero accidente. Pero de un líder social como antes fue Andrés Manuel López Obrador, resulta difícil de creer. Ya veremos como le va a Morena en Guerrero, el próximo junio.
El equipo de Sheinbaum la “cruzazuleó”
“Otis” no trajo desgracia para todos. A la doctora Sheinbaum, pero sobre todo a su equipo de “apoyo”, les cayó como anillo al dedo. Tapó el fiasco, el desastre del supuesto no evento de campaña que le organizaron imbécilmente el martes pasado en el Estadio Azul de futbol, de la Ciudad de México. ¡En martes! Una estupidez total.
¿A que genio de la mercadotecnia política se le ocurrió que llenarían este estadio que sin ocupar la cancha tiene una capacidad de casi 37 mil personas, en un día laborable? ¿Quién iba a faltar a su trabajo o pedir el día sin goce sueldo para ir a aplaudirle a la doctora?
Flaco favor le hizo a su jefa y a las corcholatas capitalinas, Batman incluido, organizando un evento al que no asistió ni la tercera parte del lugar.
Dicen que enterada la doctora se negó a bajar de su auto y convalidar el fracaso. A ver como le va el domingo 12 de noviembre, día en que se reprogramó el evento en el corazón de la muy panista alcadía Benito Juárez. ¿Comenzará a desinflarse?