El Congreso de Perú tiene en sus manos atenuar las protestas antigubernamentales que azotan al país desde hace casi dos meses
El Congreso de Perú tiene en sus manos atenuar las protestas antigubernamentales que azotan al país desde hace casi dos meses, aprobando un adelanto electoral a 2023, pero los intereses personales y la polarización atrasan perpetuamente esta medida, lo que puede provocar el chispazo definitivo que desate un incendio de magnitud incalculable.
Pese a todo, el Congreso de Perú, que tiene un masivo rechazo social, parece no estar a la altura del desafío y este viernes, en una sesión que se prolongó hasta la madrugada del sábado, rechazó en una primera votación el adelanto a octubre de 2023. In extremis, se presentó una solicitud para reconsiderar el voto por lo que, los diputados deberán, de nuevo revisar el sentido de su decisión.
Será el lunes a primera hora, el inicio de una semana en la que todo el país tendrá una lupa puesta sobre la decisión que adopten y exigirá lo que, como no puede ser de otra manera, se pide a los políticos en cualquier rincón del planeta: responsabilidad.
“La primera votación para el adelanto para abril (de 2024) la aceptó el Congreso, como se dice, a regañadientes. Adelantar más, ya tiene una resistencia mayor, pero el Congreso está lleno de irresponsables, la mayoría lo son. No se dan cuenta de que tiene que haber una salida política. Están negados a la realidad”, señaló a EFE el sociólogo y exjefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) Fernando Tuesta.
Congreso de Perú: Una promesa incumplida (entre muchas)
Al asumir el cargo de presidenta el pasado 7 de diciembre, Dina Boluarte expresó su deseo de quedarse hasta 2026, pero, tras las primeras semanas de protestas en su contra, anunció un proyecto de ley que adelantaba las elecciones a 2024.
Este fue aprobado por el Congreso el 20 de diciembre, pero, al suponer una reforma constitucional, se tiene que votar en dos legislaturas.
Así, a partir del 15 de febrero corresponde esta segunda votación en el Legislativo que necesita al menos 87 votos y, si se aprueba, en 2024 habría elecciones.
Sin embargo, se antoja imposible que Perú aguante hasta entonces, cuando, tras dos meses de protestas, 64 personas han perdido la vida y Boluarte no muestra la solidez necesaria para guiar a Perú.
Por sorpresa, este jueves el fujimorismo, el grupo con más parlamentarios, presentó un proyecto para adelantar los comicios a 2023.
Tras una odisea parlamentaria que concluyó hoy de madrugada, el esperpento se corroboró: la moción no obtuvo los suficiente votos para ser aprobada, pero se podrá repetir la votación el lunes.
Ahora se abren varios interrogantes, el primero es si el fracturado Congreso llegará a reunir dicho número de votos, pues hay un empate catastrófico entre las fuerzas de izquierda, que piden convocar una asamblea constituyente, algo a lo que se oponen los conservadores, y las de derecha que piden reformas estructurales que no serán aprobadas por su contraparte.
Si no se aprueba este adelanto de elecciones, se abre un panorama de todavía más incertidumbre y en el que es previsible que encienda las protestas. Sería echar “gasolina al fuego”, según Tuesta.
“El Congreso va a asumir el costo de una mayor desaprobación que ya es del 80 %, pero hay congresistas que no les importa de verdad. Hay agendas personales ya ni siquiera personales, algunos de ellos representan intereses directos de grupos y hasta de mafias. Querrán estar hasta el último”, indicó Tuesta.
En este sentido, fuerzas políticas han declarado en este tiempo de revueltas que están en contra del adelanto “porque el pueblo les ha elegido para acabar su mandato”, como el congresista José Cueto.
“Señalan incluso públicamente que les gustaría quedarse hasta el 2026, nunca han aceptado que son parte del problema y son gran parte del problema”, añadió Tuesta.
La otra gran pregunta es si finalmente el adelanto electoral calmará las protestas de la población, o si, por el contrario, no será suficiente y los manifestantes seguirán pidiendo la renuncia de Boluarte.
El respiro de 2023
“La salida política, quizá la única salida posible, ha sido adelanto elecciones para que encamine el conflicto de manera tal que podemos tener un representante nuevo. Es quizá el único tema común en las demandas y protestas a nivel nacional”, explicó Tuesta.
La alternativa de 2023, si es que unos renuncian a la constituyente y otros a las reformas que, entre otras cosas, les permitan perpetuarse como congresistas, “no es el mejor de los contextos” en opinión de Tuesta.
“Hay algunas cosas que ya no se podrían hacer, por ejemplo elecciones primarias”, detalla.
En todo caso, se antoja mucho más conflictivo que el bloque de derecha en el Congreso plantee quedarse en el Parlamento con el objetivo de hacer unas reformas políticas estructurales que incluyen crear un sistema bicameral.
Al no existir la reelección en Perú, los congresistas no pueden ser nuevamente electos, pero, si tienen una segunda cámara, podrían dar el salto y perpetuarse como diputados. Parece que es lo que más le quita el sueño a un Parlamento rodeado por manifestaciones que asuelan el país.
El reto ahora es que, el próximo lunes, el Congreso de Perú obtenga 87 votos. El desafío se antoja enorme pues en la votación de este viernes apenas consiguió 45. Casi 20 menos que los muertos que se acumulan en las protestas desde el 11 de diciembre.
“La terrible situación que vive el país exige adelantar más lo que ya se había propuesto (a 2023). Es por eso que, es posible hacerlo en términos políticos y administrativos. Lo único que se requiere es voluntad política que no se tiene en el Parlamento”, detalló Tuesta.
La responsabilidad está ahora en manos de 130 diputados que tienen en sus manos la posibilidad de hacer que pase el temporal o que la crisis peruana se perpetúe en el tiempo con un horizonte impredecible.
Con información de EFE