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El mensaje de “pórtense bien” emitido por el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, en la ciudad de Poza Rica el 30 de junio, a un grupo de periodistas de todos los medios de la entidad, puede considerarse una premonición o una advertencia si se examina a la luz de lo sucedido en Orizaba, Veracruz, el pasado jueves 13 por la madrugada, en el bar La Taberna: dos jefes regionales del cártel de los Zetas, José Márquez Balderas, alias el Chichi, y Felipe Santana Hernández, apodado el Felino, acompañados por el periodista Juan Heriberto Santos Cabrera, hasta dos meses antes corresponsal de Televisa en el estado, tomaban una copa; con ellos estaban Sergio Felipe Mendoza Morgano y Alberto Rodríguez Romero —de estos dos no se sabe en qué periódico escribían, pero como según las malas lenguas eran proclives a beber un día sí y al otro también, diremos que eran representantes del “Diario Hasta la Madre”. Cuando los cinco mencionados chupaban tranquilos, atendidos por el mesero José Eduardo Castillo Romero —lastimosamente una víctima colateral— irrumpió en el antro de marras un comando armado que les disparó a quemarropa y mandó al otro mundo a los seis hombres aquí mencionados.

En el lugar se encontraban, Enrique Rivas y Guillermo Ramos, reporteros del periódico El Buen Tono, los cuales se salvaron de morir: tal vez por suerte; tal vez porque no les tocaba; tal vez porque trabajaban para el cártel que atacó con el afán de ser el único vendedor de frutsis y pingüinos en esa plaza. Por una cosa o por otra, vaya usted a saber por qué, con eso de que en “Veracruz sólo no se sabe lo que todavía no se nos ocurre”, los reporteros Rivas y Ramos salvaron sus vidas. Lo que no pudieron evitar fue la aniquilación de sus salarios. De inmediato fueron despedidos por don José Abella, dueño de El Buen Tono.

Aquí quisiera hacer constar que lo expresado en Poza Rica por el gobernador Duarte de Ochoa haya sido advertencia o premonición surgida de una bola de cristal que posee, y no precisamente en el abdomen, fue de buena voluntad: les pidió que se portaran bien; les dijo que el “árbol iba a ser sacudido con mucha fuerza”. Si no le hicieron caso, allá ellos.

Narvarte

En otro orden de malportados, el fotorreportero Rubén Espinosa, que salió huyendo de Veracruz por amenazas y actos de hostigamiento para refugiarse en el Distrito Federal, así como la antropóloga y activista social Nadia Vera, quien había hecho responsable al gobernador Duarte de cualquier cosa que pudiera sucederle, así como la maquillista Yesenia Quiroz, la modelo colombiana Mile Virginia Martín y la empleada doméstica Alejandra Negrete fueron víctimas, el último día del mes pasado, de un asesinato ejecutado por profesionales en el arte de “dar piso”. Inclusive recibieron tiro de gracia. Para la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal que atrapó a uno de los presuntos culpables, el móvil del quíntuple homicidio fue el robo de 6,000 pesos. (A 1,200 pesos por asesinado, tiro de gracia incluido).

Como todas las señales de culpabilidad de los asesinatos de Espinosa y la antropóloga Vera apuntan al estado de Veracruz, en un acto de simulación a la alta escuela priísta, el gobernador Javier Duarte de Ochoa pidió a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal declarar sobre el asesinato múltiple en calidad de testigo. Para tal efecto se mandó, el pasado martes, a Xalapa —porque así lo mandata el acuerdo interprocuradurías firmado en Acapulco, Guerrero, el 23 de febrero del 2012, en la Conferencia Nacional de Procuradores, Cómplices, Compinches, Similares y Conexos de la República Mexicana— un equipo de la Procuraduría General de Justicia del DF, con la finalidad de que en la comodidad de su despacho le fuera tomada declaración al primer mandatario veracruzano. La diligencia tuvo una duración de una hora y cuarto. Como la declaración forma parte del expediente y el caso apenas está en su proceso de averiguación, no pueden conocerse ni las preguntas ni las respuestas, pero sería interesante para los ciudadanos que, en su momento, éstas fueran reveladas a la opinión pública.

La organización Artículo 19, quien funge como coadyuvante en representación de la familia de Rubén Espinosa, formuló 41 preguntas para que Duarte las contestara dentro de su declaración. Hasta ahora no se sabe si las respondió o las pasó por alto. Ejemplo de una pregunta de Artículo 19: “¿Usted manifestó desacuerdo o inconformidad respecto del trabajo que hacía Rubén Espinosa en Veracruz?”.

Oí por ahí

Una prestigiada empresa vinícola ofreció una degustación de sus productos a lo más selecto de la sociedad local. Una dama, de alta alcurnia, elegantemente vestida, fue recibida y atendida por el enólogo en jefe que le preguntó: “¿Qué prefiere usted tomar de inicio, tequila o jerez?” “Jerez” —respondió la aristócrata dama. Es una bebida a la que considero la apoteosis de los vinos. Su exquisito espíritu enaltece y exalta el corazón humano llevándolo a estados de sublimación que sólo una pluma como la de Petrarca podría describir. El ambarino tono y la aromática fragancia del jerez magnifican el alma y llevan a quien lo paladea a excelsas cumbres en el pensar y en el sentir. En cambio con el tequila me empedo y aflojo las nalgas.