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Pedro Salazar, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ha hecho una propuesta para que la nueva Constitución de la Ciudad de México sea lo que las constituciones deben ser: “Normas fundamentales vinculantes; no manuales de buenas intenciones repletos de florituras”.

Si fuera constituyente de la CdMx, dice Salazar, su propuesta para el artículo 1º de la nueva Constitución sería:

En la Ciudad de México todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos por la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, los tratados internacionales de los que México sea parte y las leyes vigentes. Esos derechos serán interdependientes, complementarios y tendrán la máxima jerarquía normativa.

Así, dice Salazar, “en cuatro renglones quedaría asentado que las personas que habitan o transitan por la ciudad son titulares de un amplio conjunto de derechos”.

Para blindar este punto, sigue Salazar, el segundo artículo de la Constitución diría:

En la CDMX tendrán vigencia los principios de progresividad y no regresividad en materia de derechos humanos.

Agregaría luego, en capítulo aparte, “algunos derechos y principios que han distinguido a la capital de la República”, mediante fórmulas abstractas que los hicieran valer en todos los ámbitos de nuestra vida personal y social. Por ejemplo:

En la CdMx se garantizará a todas las personas el pleno ejercicio de la autonomía individual y el libre desarrollo de su personalidad. Estos principios solo serán limitados cuando lesionen derechos de terceros o bienes públicos fundamentales.

Así, en menos de 40 palabras, quedaría protegida para todos “la igualdad en el derecho a ser distintos”.

Luego, sigue Salazar, añadiría algunos derechos que hasta ahora no han sido reconocidos a la población más vulnerable, como los derechos de las trabajadores y los trabajadores domésticos: salario digno, descanso semanal, vacaciones pagadas, seguridad social, indemnización por despido, etcétera. “De esta forma”, dice Salazar, “la CdMx sí sería una capital progresista, garantista y de vanguardia”.

Por último, sugiere, renunciaría a la tentación de llevar a la constitución derechos que ya se han ganado y que un paso en falso podría poner en riesgo. En particular evitaría cualquier alusión al concepto de “vida” porque podría ser utilizado para impugnar el derecho que tienen las mujeres en la ciudad a interrumpir legalmente un embarazo. Reabrir el debate sería un craso error. http://eluni.mx/1U7y1vy.

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