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Es tal el impacto que tendría en el mundo un alza en las tasas de interés de Estados Unidos que el miedo se ha apoderado de los mercados ahora que la Reserva Federal (Fed) podría dar señales más claras de cómo moverá sus piezas monetarias.

Ya se esperaba que fueran momentos de un enorme estrés mundial cuando el banco central estadounidense cambiara el rumbo tras sus inéditos programas de extrema liquidez, pero los hechos que se han alineado han desatado el pánico.

Para empezar, Estados Unidos está solo en el terreno de la recuperación económica. Europa está en la antesala de la recesión, Japón sigue dando tumbos financieros y económicos, China se ha estancado en crecimientos mediocres para su potencial y todo el resto de las economías emergentes sigue la suerte de esos líderes económicos.

Por eso es que hoy vemos a México sufrir las consecuencias de la turbulencia mundial como cualquier emergente, en especial por el derrumbe en los precios del petróleo, pero la dependencia comercial del motor estadounidense hoy es un activo que respalda la economía de este país.

No es la misma suerte hoy de Rusia o Venezuela que, como no me canso de repetir, son mercados que vale la pena seguir de cerca por el alto riesgo que representan para las finanzas mundiales.

Lo que seguramente tienen muy claro en la Fed es el peso de sus palabras, que hoy todo el mundo espera.

Cuando suban las tasas en Estados Unidos habrá una presión muy fuerte sobre los costos de las deudas públicas y eso será un reto más para las finanzas públicas. Y claro que pienso en México y el aumento que ha tenido en sus niveles de endeudamiento.

No hay nada claro en torno a lo que deberá decidir la Fed. Las apuestas en los tiempos de especulación alcanzan todo el espectro, desde los que esperan un incremento pronto de las tasas hasta los que están seguros de que el primer cuarto de punto de aumento llegará hasta el 2016.

Lo mejor del crecimiento del empleo, la industria y el comercio en Estados Unidos es que no hay presiones inflacionarias.

La baja en el costo de los energéticos ha llevado a la baja la inflación, mientras que la inflación subyacente se mantiene estable sin alguna presión derivada de una creciente demanda.

Fue tan invasiva la política de liquidez que seguramente la Fed tiene claro que abandonar la heterodoxia seguida hasta ahora podría traer un efecto boomerang para su propia economía, por lo tanto es la esperanza de todos que al menos respete sus planes de incrementar las tasas bien entrado el 2015.

Puede ser que la Fed sin duda baje la presión en los mercados en lo que resta del año, al menos para pasar una tranquila Navidad. Claro que también está en la posibilidad de echar a perder los días de descanso del mundo financiero y adelantar el Armagedón.

Pero sea lo que sea que decidan en el banco central estadounidense, hay otras razones para mantener las tensiones financieras, por ejemplo el precio del petróleo. Además de los daños colaterales como la salud financiera de Rusia, que pinta para tener un frío invierno.