El precio del petróleo no ha bajado de 90 dólares por barril en prácticamente todo lo que va de año. Desde aquel derrumbe en los precios de los commodities derivado del confinamiento por la pandemia a principios del 2020, todo ha sido recuperación para el precio de los hidrocarburos.
¿Qué podría justificar que ahora que los precios del Brent no bajan de 85 dólares y el WTI de 80, el grupo de productores de petróleo encabezados por Arabia Saudita y Rusia decidan recortar en dos millones de barriles diarios su producción?
Quedan pocas respuestas en el terreno económico y todas las explicaciones posibles apuntan hacia un movimiento político.
El gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo intentos desesperados para que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), más Rusia, desistieran de llevar a cabo un recorte en su producción de crudo durante la reunión que tuvieron en Viena, Austria.
Evidentemente que fracasó en su intento, que tenía como bandera evitar que un recorte en la producción de crudo agravara las condiciones de la economía global que, por efecto de los altos niveles inflacionarios, se dirige hacia el terreno de la recesión una vez más.
Pero, también hay un efecto local muy importante en Estados Unidos. En un mes hay elecciones intermedias, determinantes para saber si demócratas o republicanos se quedan con el control del Congreso, y un recorte en la producción de petróleo implica de manera lineal un incremento en los precios de las gasolinas.
No hay impacto más directo en el ánimo de los electores estadunidenses que tener que pagar más por los combustibles. Por supuesto que los países del Medio Oriente y Rusia, lo saben.
Vamos, es tal el impacto de esos precios en el ánimo estadounidense que ya hay mensajes republicanos que advierten que los precios altos de las gasolinas son parte de una estrategia de Joe Biden para que los estadounidenses abandonen los combustibles fósiles y privilegien la movilidad alternativa.
Claro que este tipo de discusiones hacen que el presidente ruso, Vladimir Putin, se sienta feliz, feliz, feliz.
Los precios de los futuros de las gasolinas han subido más de 15% en una semana y este costo se traspasa directamente a los consumidores que reaccionarán políticamente en las elecciones de noviembre en Estados Unidos, pero también tendrán un impacto económico que acercará más a esa economía a una recesión.
El componente de los precios energéticos es básico para determinar el resto de los precios de la economía estadounidense. Si la inflación no baja, las tasas se mantienen altas y al alza, eso refuerza los sentimientos negativos e inhiben el gasto y la inversión. El resultado es una baja económica.
Ese misil totalmente innecesario lanzado por la OPEP, de la mano de Rusia, tiene efectos no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo, desde Europa, China y hasta México.
No hay pues una justificación económica para que esos países integrantes de la OPEP más Rusia, que controlan 40% de la producción mundial de petróleo crudo, hayan recortado en tal magnitud su producción.