Minuto a Minuto

Internacional “Hay una gran sorpresa que va a estremecer al continente”, asegura canciller de Panamá tras visita de Edmundo González
El Gobierno de Panamá ha mostrado su apoyo a González Urrutia y a María Corina Machado tras las elecciones del pasado 28 de julio en Venezuela
Nacional Renuncia integrante del comité de evaluación del Congreso de la CDMX
Julián Güitrón Fuentevilla deseó éxito a los legisladores del Congreso capitalino en sus actividades
Internacional El Supremo de EE.UU. rechaza paralizar la sentencia de mañana en caso penal contra Trump
La sentencia de Trump marcará la primera vez que un presidente condenado por un delito grave asuma nuevamente la presidencia de la nación
Internacional Colombia dice que es posible un “cierre programado” de frontera por investidura venezolana
La información de Migración Colombia contradice al gobernador venezolano Freddy Bernal, quien afirmó que la frontera permanecerá abierta
Deportes La Selección Mexicana enfrentara a River Plate el 21 de enero en Buenos Aires
El día 16 la selección disputará un duelo de preparación ante el Inter de Porto Alegre en el Estadio Beira-Rio de Porto Alegre, Brasil

Leyendo el sábado la columna de Xavier Velasco en MILENIO, volvió a saltarme a los ojos el absurdo económico, penal y moral de la llamada guerra contra las drogas y de la prohibición que la creó.

Se pregunta Velasco qué buscan los prohibicionistas: “¿un mundo libre de traficantes acaudalados y drogas ilegales, donde los forajidos no sean infinitamente más poderosos que sus perseguidores”?

Bueno, nos han obsequiado con todo lo contrario: “un negocio que no conoce límites, ni lástima, ni escrúpulos. Un negocio podrido de raíz, a partir de leyes que en vez de reprimirlo y castigarlo, permiten y estimulan su desarrollo”  (“Podridos, pero en billetes”, 18/7/15).

El fracaso de la persecución es evidente en todos los ámbitos, salvo en que ha hecho más resistentes y más poderosos a los perseguidos. La persecución captura y mata a muchos, pero genera y hace crecer a muchos más.

Convierte después sus estropicios en su justificación: tanta violencia demuestra que hacía falta violencia para enfrentar a los criminales. Tanta resistencia a la prohibición y tanta gente dispuesta a matar y morir por violarla, demuestra que la prohibición era necesaria.

No. Cada vez más círculos de expertos y observadores llegan a la conclusión contraria: algo debe estar mal en la prohibición misma que solo produce crimen sin reducir el consumo.

De las buenas intenciones prohibicionistas está empedrado el infierno de las altas rentas del narcotráfico.

Un kilo de coca prohibido, recuerda Velasco, va dejando un reguero de gigantescas  ganancias en su tránsito ilegal desde algún punto de Colombia, donde vale 700 dólares, hasta algún barrio de Nueva York, donde se vende en 100 mil.

¿Quién le puso ese precio, quién creó esas ganancias que crearon a su vez las bandas del narcotráfico? Lo hizo la prohibición, y lo hace todos los días, dejando en manos criminales todas las ganancias y en la sociedad todos los costos de perseguirlas.

El mundo al revés: el aliado mayor de los narcotraficantes y sus ganancias es la prohibición.

[email protected]