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No se cansan de repetir en los mercados que siempre la segunda parte del año es mucho más estable y con mejores resultados que la primera.

Bien, pues esperemos que en este año tengan razón y que a partir de hoy que inicia la segunda mitad del 2015 la suerte les cambie a los mercados y a la economía global. Aunque la verdad, parece difícil que los capítulos hoy abiertos tengan un desenlace en el corto plazo. Por lo pronto, Grecia empezó la segunda mitad del año peor que la primera, simplemente porque hoy es un país en suspensión de pagos; ayer todavía no lo era.

La novedad es que al panorama de las angustias financieras hay que agregar la economía de Puerto Rico, que está la antesala del incumplimiento de pagos.

Este territorio por mucho tiempo ha sido la envidia de otros por su carácter de Estado Libre Asociado de los Estados Unidos. Sin embargo, hoy paga las consecuencias de pertenecer a Estados Unidos pero no formar parte de ellos.

Tener una economía dolarizada ayuda en la medida en que la competitividad es alta y no hay competencia que valga para hacer la diferencia cambiaria un factor importante.

Alguien se anunciará en Google o comprará un equipo Apple independientemente de que sus precios se disparen por la fortaleza de la moneda.

Pero el caso de Puerto Rico es aparte, su competitividad está al nivel de una nación promedio del Caribe, pero su moneda es fuerte y sus costos también. Hay destinos en el barrio caribeño más baratos para invertir y gastar.

Esa fortaleza de la moneda única de la unión norteamericana se convierte en un lastre cuando no tienen los derechos de los estados incorporados que gozan del ala protectora del gobierno federal.

Así, por ejemplo, si Detroit se declaró en quiebra, tuvo todo el derecho de apelar a la ayuda y leyes estadounidenses que le permitieron desde la suspensión de pagos reestructurar su deuda y empezar una virtuosa recuperación.

Pero Puerto Rico no. Están solos en el Caribe con todo y su deuda de 73,000 millones de dólares que no tiene el aval de ninguna autoridad de “su país”. Detroit fue rescatado, vamos, hasta General Motors fue rescatado con recursos públicos en plena crisis, pero los boricuas están solos y su alma.

Así como Grecia vio en Berlín una especie de padre consentidor que no permitía nunca que con todo y sus excesos se fueran al precipicio, así los puertorriqueños creen hasta el momento que papá Washington habrá de sacar la cartera y los rescatará.

Hay que ver que muchos de los tenedores de los bonos hoy impagables viven en Estados Unidos porque aprovecharon la ventaja fiscal de comprar esa deuda. Esa podría ser la traba de salvación que se pueda lanzar al mar Caribe.

Pero la verdad es que lo que sigue para Puerto Rico es lo mismo que hoy enfrenta Grecia: la disyuntiva entre aplicar muy estrictos planes de austeridad y aumento de impuestos o dejar de pagar.

Con una diferencia: Puerto Rico no es un estado integrado a los Estados Unidos, pero sin duda es un territorio de su propiedad que no querrán arriesgar de ninguna manera.