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Un breve encuentro

“El valor de las cosas no está en el tiempo que duren, sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.”

Hoy estoy vestida en modo playa, tenis falda y una camisa sin mangas. Me pongo una gorra para mitigar la fuerza del sol sobre la cara. Es uno de esos días donde la magia se hace con el cielo azul, la brisa del mar refresca el ambiente caliente y de pronto en la entrada de un espacio que tiene la forma de un granero, aparece un letrero que dice “Never be afraid to reinvent your self ” (Nunca tengas miedo de reinventarte).

El letrero hace un año me hubiera pasado desapercibido, conlleva una frase de esas que se escurren en las conversaciones como escusa para decir algo importante. Pero hoy la leo y la percibo con una profundidad distinta. A cuatro meses del comienzo de esta vorágine llamada coronavirus, hoy estas palabras develan una verdad por detrás de su lectura. Hoy me parece necesaria la posibilidad de encarnar su significado, es una época donde la creatividad será lo que nos permitirá ir reconstruyéndonos, transformándonos, replanteando nuestro lugar en el planeta, porque sé que después de este tiempo, muchas cosas cambiarán.

No, hoy no viajo en el tiempo ¿o sí? Cada vez estoy entrando en estas disertaciones sobre el tiempo donde termino convencida que todo es un constructo mental, que no existen el antes y el después que todo está anclado en el ahora. Esta vez, en este relato tomo vida en donde mi cuerpo habita. Es algo extraño porque mi mente tiene esta necesidad adictiva de desprenderse para entrar en otros espacios, transformándome en viento, música y encarnar personajes que dieron vida a momentos históricos o en personajes que me invento para poder tocarlos y sentirlos.

Los que mas despiertan mi curiosidad y me apasionan son esos que en algún momento rosan mi vida, que su llamarada es tan fuerte que dejan una impronta en mi alma y me hacen reflexionar, replantear y moldear mis ideas. Para mí son esos, los que me invitan a seguir sorprendiéndome, porque apenas unas palabras o una acción los vuelve grandes en mi corazón.

Hoy es uno de esos días que son gloriosos porque al avance de las horas voy recogiendo experiencias bellísimas, hoy una semana de abrazar el dolor de tantos me regala recoger fresas de un campo con mis nietos, unas horas después buscando donde comer, encontramos este lugar donde hay un molino de esos de viento que mueven sus aspas con el vaivén de la brisa que llega desde el mar. Tengo los tobillos hinchados, eso inevitable cuando hay calor. Este entumece mis sentidos y afecta las células de mi cuerpo y no haya mucho que pueda hacer.

“Pase llévese su pizza” nos dice una mujer que sonríe con los ojos, hoy los tapabocas nos hacen adivinar las emociones y nuestro contacto con ellas es a través de los ojos. Pero sus ojos de un negro profundo emanan una sensación de estar en casa.

Un breve encuentro - 1-3

Catalina debe tener unos cincuenta años, madre de tres hijos y nacida en México. Más allá de una historia como la de cientos de miles de mexicanos en estas tierras la suya deja un sentido de esperanza para aquellos que atravesamos esto que toca y que hoy tambalea nuestra forma de vida.

Cuando tenia diez años emigró, porque su papá la trajo y desde entonces no conoce otro lema que el del arduo trabajo. En esta época donde no hay casi clientes ella trabaja unas trece horas diaria por si llega alguien. Mi hija quedo atrapada con su candor, ella le ofreció una pizza de un horno al final del local que se ve nuevecito. Le compró una pizza, pero al regresar a la mesa nos puso en palabras de admiración, lo que Catalina le dijo mientras la compraba.

“La vida aquí no es fácil, pero con mucho trabajo y si uno ayuda a la comunidad, ésta te lo regresa en apoyo y entonces las cosas dejan de ser tan duras.” Creer que nos hacemos solos es quizá una de las fracturas más profundas que subyacen en las conductas individualistas que tenemos. Solo a través de una sociedad colaborativa podremos subsistir, lo tenemos tatuado en el alma, pero la vida que hemos escogido nos ha ido nublando lo esencial para habitar el planeta volviéndonos ególatras y avaros. Debo aclarar, avaros en términos de nosotros, de no compartirnos de buscar solo nuestro beneficio llenándonos de un egoísmo a ultranza

Justo en septiembre estaba abriendo su tercer y cuarto espacio de comida; la taquería y esta pizzería donde la ayuda un muchacho turco que cocina de todo menos comida hindú. “Le voy a ayudar a quedarse, siempre se puede tender una mano al que llega, aunque no hable una gota de ingles. Están muy difícil los temas de migración, pero se hará la lucha”.

Ella que hoy está peleando con todo lo que tiene para no cerrar, piensa en los que la ayudan y sin duda deja en mí una huella de esperanza. Hay seres extraordinarios.

Mis nietos preguntan cosas que son importantes para ellos, y esperan respuestas de Catalina que le dice a mi hija “ Estas educando niños seguros, porque no les da pena nada.” Cuántas herramientas debemos ir forjándonos para enfrentar la vida, hoy mas que nunca debemos resignificar nuestro lugar en el planeta y para ello se necesitan seres bien plantados en la tierra.

Un breve encuentro - 2-4

“Voy a escribir sobre ti.” Le digo y sonríe dejándome tomarle fotos para el artículo.

Me quedo con esta sensación de llevarme en un encuentro tan pequeño tanta luz para dejarla plasmada en unas cuantas palabras. Encontrarse con personas inolvidables es un honor y un privilegio, una mujer trabajadora que sonríe, aunque la vida la obliga a doblegarse, que ve esperanza en un futuro incierto, que ve que siempre hay salidas mientras haya vida. Encontrarla es un bálsamo en un camino lleno de pantano para tantos, hoy dedico estas líneas a Catalina de quien vale la pena hablar. Una posibilidad de mirar distinto cuando todo parece tan obscuro.

DZ