Elecciones 2024
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Será…

El golpe de un martillo sobre la mesa irrumpe el barullo de todos los presentes. Cada uno ha venido ataviado con el traje mas elegante, parece una fiesta de disfraces de época. No habían tenido necesidad de estar en el mismo sitio, pues solo alguna vez llame a un par a dilucidar sobre temas específicos, pero nunca los había convocados a todos. Hoy están incluso aquellos que nunca existieron, aquellos que son producto de mi imaginario, ese que da a luz a tantos que ya no los recuerdo bien, así que recurro a los archivos donde guardo lo que escribo y los voy reconociendo uno a uno.

Nos sentamos alrededor de una sala señorial que he pintado con rapidez, muebles de época, chimenea y algunos canapés sobre una mesa larga al final del salón. He puesto incienso, el dulce aroma cobija la reunión y el fuego de la chimenea de piedra calienta los huesos helados pues afuera hace frio.

“Al parecer soy la única que los conoce a todos” Comienzo a decir con voz fuerte y contundente. Estoy intentando no mostrar mi nerviosismo, nunca me había preguntado cómo me ven ellos a mí, soy yo quien en miles de hojas he derramado lo que percibo, lo que siento y lo que imagino de cada uno. Hoy me siento un poco expuesta. Tengo una relación con cada uno que se teje distinta a la forma natural de vincularnos los seres humanos en esta realidad tangente. Yo tomo café con ellos en mi mente, los acompaño en el afán de sus días y creo que interactúan conmigo. Pero esta vez estamos cruzando a otro plano, estoy yo vestida como lo hago usualmente, con mi lenguaje peculiar y mis maneras del siglo XXI.

“Hoy los he convocado, agradezco a cada uno que hayan podido venir, me gustaría que pudiéramos entrar en una dinámica, quisiera escuchar desde su experiencia lo que puedan opinar sobre esto que nos acontece. Nos ha doblegado un ser diminuto, es tan pequeñito que no podemos verlo. Anunciado en la teoría del caos, parece que la profecía se vuelve real. Una guerra entre especies, una batalla entre el depredador y su presa, aunque este pequeño no es un ser viviente, es apenas es una molécula de proteína.”

Tome aire, me pareció que fue una buena manera comenzar, contando lo que cuenta y abriendo el dialogo para conversar.

De un lado de la sala está una de las mujeres de las que acabo de escribir, ataviada con su traje de monja. Decido ponerle facciones duras, no hay cuadros de ella que me sirvan para ponerle un rostro, así que me pongo creativa, le dibujo arrugas de esas que muestran la sabiduría en el rostro, de esas que hablan de un conocimiento encarnado a base de experiencia. Es inevitable sentir la energía que emana alguien que se sostiene en los albores de cada siglo, su presencia derrama, resiliencia y conocimiento. Alza la mano para intervenir en lo que digo y en un latín perfecto expresa su sentir.

He de confesar que yo no hablo latín, pero como soy quien lleva el mando hoy, a mis oídos llegan los vocablos traducidos al español.

“¿Podría ser que esta guerra sea cultural? Tejida en una modernidad que podría verse como la cúspide de la civilización humana. Es impresionante la tecnología que tienen, los avances en ese sentido son admirables. Pero percibo que la falta de lo divino, es parte importante de esta crisis, pareciera que la cotidianidad de un mundo que se presentaba más fácil para algunos, también fue dejando un vacío existencial en el alma. Uno que han rellenado de cosas, descuidando su lugar en la creación, expulsaron a Dios y ahora no saben quiénes son.”

Desde luego los místicos del grupo asintieron, Margaritte Poetre, Hildegard, Girolamo Salvorola y las otros se miraron con complicidad. Desde que llegaron se colocaron en el mismo grupo, es curiosos como el sentido de pertenencia sigue siendo tan fuerte a pesar de la muerte.

Egera siguió hablando con certeza y maestría.

“¿En qué momento creímos que íbamos a podernos extirparnos de la naturaleza, que podríamos emanciparnos? ¿En verdad no alcanzamos a ver que somos sus súbditos? ahora y siempre nos tendremos que someter, plegar a su orden, nos guste o no. No somos más que lo que la naturaleza quiere que seamos. Cómo me apena vernos sucumbiendo ante un fenómeno biológico tan común y corriente, pareciera que un baño de humildad era necesario para que entendiéramos que no somos indispensables.”

La sala quedo pensativa pero la reina Zenobia con su atuendo majestuoso se levantó de su silla y mirando a todos y dijo. “Yo vi caer a mi reino cuando el planeta todavía no sufría el nivel de degradación al que lo hemos sometido, yo veo que se tambalea el andamiaje de toda la civilización como la hemos conocido, quizá el virus nada más era el puntapié, por debajo quedaba poco para sostener nuestra forma de vida, llevamos al limite al planeta ahora hay que pagar las facturas.”

Respondí sin siquiera pensarlo, las palabras parecían salir desde lo mas profundo de mi corazón. “Desde donde yo lo veo, este virus viene a sumarse a la crisis ecológica global, una humanidad amenazada por un microcosmos cargado de bacterias y pequeños virus sumando al inevitable macrocosmos por los cambios en la atmósfera causados por nuestras manos; de tal envergadura es el termino Antroposeno.”

“Los efectos del virus inducen a reflexiones profundas, han puesto al descubierto verdades que permanecían ocultas bajo el elixir de las comodidades, del buen vivir, del mundo que nos han vendido como alcanzable”. Pero ahora como nunca se pone de manifiesto que no era para todos. En el sagrado confinamiento están los que pueden hacerlo y los no les queda mas que salir a trabajar porque viven al día y con ellos están los que trabajan en los campos, en las empacadoras para que los guardados, puedan comer. Acaso son varios tipos de ciudadanos los que hoy se muestran irremediablemente, aunque algunos no lo quieran ver.

Me sorprende como están bañados de propaganda de todo tipo. Un veneno que los ha puesto en modo de manipulación generando un estado de somnolencia lleno de placebos, no cabe duda que esta es la causa de la fumigación de las conciencias de esta época.” Es Agnes Heller quien ha hablado, su tamañito no le hace justicia. Es sin duda una de las mentes más brillantes del siglo XX.

La confianza me va abandonado ante semejante erudición, mis pensamientos se diluyen como el virus en agua con jabón, me van quedando pocas cosas que decir, me siento como nos sentimos todos, profundamente vulnerable y es inevitable que piense que estábamos tan convencidos de la seguridad tecnológica cuando en verdad estamos tan cerca del azar genético. Hemos tejido una interconexión económica política y social idéntica a los fenómenos físicos, biológicos y ambientales y hoy parece que todos colapsan.

Desde luego no me atrevo a decirlo, que tal que me salga la idea poco clara, pero parece que todos me oyeron porque asintieron en silencio. Se me olvidaba que todos habitan en mi cabeza y pueden oír mis pensamientos, sentir mis emociones y escuchar mi respiración. También estamos interconectados y de pronto me pongo roja, ¡caramba! también conocen mis debilidades, mis fracturas y mis pecados capitales.
“Carecen de mecanismos de rescate ante emergencias de esta envergadura, es increíble que están erigidos sobre el individualismo, la competencia, la rentabilidad económica, el consumismo, el patriarcado y las estructuras verticales o piramidales. Olvidaron que fue la cooperación, la solidaridad y el apoyo mutuo lo que salvo a nuestra especie en el paleolítico” arremetió de nuevo Egera.

Se hace el silencio, algunos comienzan a acercarse a la mesa donde he puesto deliciosos manjares. Hay un cuchicheo entre los presentes, son tantos que hace calor. Decido abrir los ventanales que dan al hermoso jardín para que entre un poco de aire frío.

Egera se dirige a mí, me mira con una ternura extraña, yo la imagine dura, infranqueable, quien viaja por el mundo siendo mujer en otra época, donde también el mundo se venia a bajo. Un imperio Romano que llevaba al fin de su tiempo. “Será que nuevamente el mundo no volverá a ser el mismo, será que de una buena vez podamos aprender, será que en verdad se pueda fraguar una nueva re evolución, o será que caigamos de nuevo en el sueño de lo que otros quieren que soñemos. Esta es sin duda una época de inflexión, o cambiamos, aprendemos, nos volvemos a tejer a retazos o lo que sigue será profundamente doloroso para los que siguen.”

“No lo sé, me quedo pensativa, será que en mi todavía se teje la esperanza de que encontraremos como resurgir mejores, más humanos, menos zombis. Quizá la solidaridad que también veo, se vuelva cimiento para sostenernos. A lo lejos oigo un niño llorar, será que su llanto es el simbolismo mas grande de que Dios no ha perdido la Fe en nosotros.”

Como si fuera una escena de una película voy alejando la cámara del salón, dejo a todos incluyéndome a mí en la sala continuando con una velada realmente cálida, voy cerrando la puerta para dejarnos a todos ahí, conviviendo, expresando cada idea, cada experiencia, hermanándonos como si se pudiera.

DZ

A Montse que me preguntó: “Si Egera pudiera decir algo qué nos diría…”