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Recuerdos facebookeros de San Valentín
Foto de unsplash.com

El amor no es fácil, o eso dicen, por lo que el día de San Valentín puede representar para algunos una especie de “deporte de alto riesgo”, especialmente por las vivencias que hayan tenido durante esa fecha en el pasado.

Preguntamos vía Facebook cuáles son las mejores y peores anécdotas que hayan vivido las personas en un 14 de febrero, y estas son algunas de las respuestas. ¿con cuál se identifica usted?

Sobre regalos

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Hay algunas anécdotas divertidas, aunque quizá para algunos suenen algo crueles. Como la de Ilse:

“Yo iba en escuela de puras niñas, y un 14 de febrero, a la salida había alguien disfrazado con una botarga de Elmo. Se acercó a una chica con un ramo de rosas y todas empezamos a gritarle ‘¡que se la quite!, ¡que se la quiete!’ (refiriéndonos a la máscara). Cuando por fin se la quitó, era un chavo tan feo que empezamos a gritar ‘¡que se la ponga!, ¡que se la ponga!’. Obvio la chava en cuestión estaba superapenada porque era un chavo que quería andar con ella, pero pues ella no estaba interesada”, cuenta.

También hay regalos que da pena recibir, como el que recibió Sara: “Trabajaba en un McDonald’s y había un chavo que quería conmigo. Se le hizo romántico ver a qué hora salía y llegó de sorpresa con globo, peluche de conejito y boletos para el cine. ¡Oso mil!, quería escaparme y cambiarme de ciudad. Me tuve que chutar las risas, el ‘iiiuuu’ de los demás y las miles de preguntas al día siguiente de si ya éramos novios. Obvio le dije que no, pero sí me tuve que chutar la ida al cine”.

En algunos casos, hay quien de plano no recibe regalos, como Dany, que dice que en los intercambios ella compra algo bello, pero a ella le tocaba recibir algo horrible.

Otra persona decepcionada con los regalos de esta fecha es Norma: “En mi relación más larga, cada 14 de febrero él nunca tenía dinero y me tenía que esperar a que tuviera, o sea, después del 15. ¡Y además me regalaba cada cosa!”.

Y, como en todo, hay quien sí tiene buenos recuerdos sobre un regalo, como le pasó a Consuelo. “En los 80, eran la onda los chocolates Hershey’s mini. En el intercambio le tocó regalármelos al güey más cotizado de mi salón, ¡y me hizo tremendamente feliz porque soy adicta al chocolate!. Por cierto, hasta hoy, mi hermana me reclama porque los escondí para no invitarle a nadie y sólo encontraba las envolturas.

Y en este tema, Verónica es contundente: “Odio que un hombre me regale flores, porque es lo que dan cuando tienen güeva de pensarle”.

Mala fecha para ‘cortar’

Quizá, uno de los temores más grandes de las parejas que festejan el 14 de febrero es: terminar la relación.

Y es que hoy, “cortar” es más fácil para algunos, como le pasó a Gabriela: “Hace muchos años, troné con un novio en San Valentín vía webcam de Messenger”.

Sin embargo, terminar con la pareja puede generar culpa en algunas personas, aunque sea por un rato: “Corté a un fulano y yo lloraba porque me daba penita. Pero uno de mis amiguis me invitó a cenar y pues ya, se me quitó la culpa”, recuerda Caro.

Otros, como María Alejandra, son contundentes: “Me cortaron ese día y, desde entonces, lo odio.

Detestar el 14 de febrero puede ser hasta redituable, como le pasó a Laura GA, una española radicada en México: “Gané un concurso literario por un poema de odio a San Valentín (en España es sólo el día de los enamorados, nada de la amistad) que escribí con 16 años y se llamaba ‘San Valentín del 2000, ¡qué mierda de fecha!’”.

En el caso de Mili, este día representa una especie de desengaño: “Lo mejor del Día del Amor era celebrar la bonita amistad, siempre me organizaba con mis mejores amiguis para regalarnos algo. Recibí tangas rojas, boxers para usar como cholo, chocolates, globos, peluchitos y flores. Lo peor es que creces y te das cuenta que todo es una mentira y ya no tienes amigos”, sentencia.

Los ‘cuernos’

Algunos opinan que la peor decepción del amor es la infidelidad, y peor cuando se da o se descubre en pleno San Valentín.

“Lo mejor era cuando te mandaban rosas al salón los amigos secretos pero te daba pena si mandaban varias; y lo peor era que alguien festejara el 13 con una, y el 14 con otra”, comenta Karla.

La infidelidad también puede generar anécdotas divertidas, como la que cuenta Laura L.: “En la madrugada de un San Valentín, fui con varias amigas a colgar una manta enorme para un novio con el que llevaba varios años. Y se armó la ‘rebambaramba’ porque llegó ‘la otra’ –con una bandota como de líder sindical– a quitarla y patear la puerta del susodicho para pedirle explicaciones. El tipo salió, le pusieron una madrina, pero logró rescatar la manta”.

Y no hay que olvidar que la infidelidad es, muchas veces, de ambos lados, como cuenta Dianita: “El peor San Valentín fue cuando decidí pasarlo con ‘el sancho’ que me terminó de destrozar la autoestima en lugar de valorar al novio de aquel momento que sí me quería y que sintió feo porque no lo pasé con él”, admite.

Pero ella también es ejemplo de que tener malas experiencias en la vida no siempre quiere decir que se aprenda a no cometer errores: “Una vez fui a Acapulco con el chico que yo sabía que no era el indicado y decidí que era buena idea dormir con él para celebrar el día de la ‘amistad’”.

Momentos incómodos

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El 14 de febrero también están llenos de anécdotas que parecerían inconfesables, pero en este espacio hubo quien se animó a compartirlas.

“El peor fue hace 10 años. Me separe días antes y el mero 14 de febrero mi ex se metió a la casa y me dejó lencería en la cama y unas flores. Todo se fue a la basura y cambié la chapa en dos segundos”, recuerda Paty.

En el caso de Carito, una buena acción se convirtió en una circunstancia extraña: “Una vez en la prepa, se hacía algo así como mensajería para declarársele al susodicho o susodicha, o para enviar alguna tarjeta a los amigos. Había un tipo bien feo, y nada más veía cómo los demás compañeros recibían algún detalle, pero él no, así que le hice una nota muy simple de ‘Que tengas un día excelente’ o una mafufada así. Recibió el papelito, todos se sorprendieron y hasta pensaron que él mismo se había enviado el mensaje. Él no hizo más. Nada. Pero me quedé con la duda de qué pasó por su nebulosa mente”, relata.

Los buenos recuerdos

Pero los buenos recuerdos, por más raros que sean, siempre serán los preferidos por muchos en San Valentín.

“Yo me casé en San Valentín. En la mañana fui a pedir informes al juzgado y en la noche me estaba casando en un pueblo olvidado de Dios, rodeada de gente que no volví a ver en la vida y con una juez borracha”, recuerda Elizabeth.

Ella tiene otro recuerdo que, en un inicio, podría sonar que es malo, pero como pasa muchas veces en el amor, tuvo un final feliz.

“En un San Valentín, mi compañero no llegó a dormir y me dejó plantada. Yo estaba en el ácido porque era un cabrón absoluto, pero el 15 la reconciliación fue tan buena que mi hijo nació en noviembre”, apunta.

Y es que el lado familiar también tiene su relación con el 14 de febrero, como dice Aline: “Mi mejor 14 de febrero fue el día que nació mi hijo”.

Laura tiene otro bonito recuerdo familiar: “Cuando iba en primero de primaria, en mi primer San Valentín consciente, mi papá me recogió en el colegio con un oso blanco de peluche que tenía un corazón que decía ‘I LOVE YOU’. Fue mi primer regalo de 14 de febrero, viniendo del primer hombre en mi vida: mi papá”.

Para otros, el amor ha llegado en San Valentín, aunque al principio no lo supieran: “El 14 de febrero de 2007 conocí a René (su actual esposo), aunque nomás de cuates; de hecho, los dos andábamos saliendo de turbulencias emocionales. Pero casi un año después, el 7 de febrero de 2008, empezamos a andar”, afirma Katia.

Así que San Valentín está lleno de recuerdos y anécdotas para muchas personas, y sí, aunque no se relacionen precisamente con lo que se celebra esa fecha: “Un 14 de febrero dejé de fuma pero no fue por amor, sino por mera casualidad”, comparte Iván.

¿Y usted, qué recuerdo guarda del 14 de febrero?

Con información de Carlos Tomasini