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¿Por qué se dice “ya me cayó el 20”?
Foto de internet.

Los más jóvenes quizá usen poco esta frase, pero seguramente la escuchan con frecuencia: “ya me cayó el 20”. ¿Pero saben de dónde viene ese “dicho”?

Pues resulta que durante muchos años y hasta inicios de los ochenta, cuando no había celulares, los teléfonos públicos eran parte del paisaje de la Ciudad de México y algo muy utilizado por sus habitantes.

Hasta inicios de los ochenta, estos teléfonos funcionaban con monedas de 20 centavos, y el procedimiento para utilizarlos era descolgar el auricular, verificar que diera línea y, posteriormente, depositar “el veinte” (como se le solía llamar a las monedas de 20 centavos).

¿Por qué se dice “ya me cayó el 20”? - Moneda-de-20-Veinte-Centavos
Las monedas de 20 centavos. Foto de internet.

Sin embargo, la moneda no caía a la alcancía hasta que la llamada fuera contestada; en ese momento, emitía un sonido característico que indicaba que el intento de llamada había sido exitoso.

Ese instante, solía relacionarse con el hecho de que una persona había “caído en cuenta” de algo que desconocía o no entendía, por lo que se acuñó la frase “ya me cayó el 20”, es decir, “ya entendí” o “ahora comprendo”.

Por cierto, tras las fuertes devaluaciones de los ochenta, desaparecieron los centavos, por lo que los teléfonos públicos empezaron a funcionar con monedas de mayor denominación, llegando a costar desde 5 hasta 100 pesos (de los de antes de que les quitaran los tres ceros a la moneda).

En 1985, tras el terremoto del 19 de septiembre, los teléfonos públicos de la Ciudad de México prestaron servicio gratuito durante un par de años, hasta que se introdujeron, a finales de esa década, los teléfonos digitales (bueno, de botones en vez de disco) que, hacia los noventa, solo funcionarían con tarjetas de prepago.

¿Por qué se dice “ya me cayó el 20”? - Teléfono-Público
Con la llegada de los teléfonos de tarjetas, desapareció el uso de monedas. Foto de internet.

La popularización de los teléfonos celulares dejó prácticamente en el olvido, o para verdaderas emergencias, la costumbre de usar teléfonos públicos en la Ciudad de México, donde todavía se presta ese servicio.

Por Carlos Tomasini (@carlostomasini)