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#LaPeorMamá. Sí o no. ¿Qué hago?
Foto de Archivo

Escribo esto el 18 de agosto, a menos de 15 días del inicio del ciclo escolar 2021-2022, llevando 1 año 5 meses de pandemia y en medio de la tercera ola de COVID.

Estuve todas las vacaciones esperando que la escuela de mis hijos nos dijera que iba a proceder con las clases. A la mitad o por ahí el Gobierno dijo que las escuelas regresaban sí o sí, pero pues ya nos habían dicho eso y a la mera hora se habían arrepentido, así que yo estaba un poco a la espera de que recularan de esta directriz.

Hace una semana recibí la circular que indicaba dos cosas que en específico me dejaron fuera de combate:
1. El regreso será el 23 de agosto a un “propedéutico”. ¡Me robaron una semana de mis
vacaciones!
2. A partir del 30 de agosto se regresa de forma híbrida. Tan, tan. No explican nada del
híbrido. En su defensa, en junio se regresó una semana de esa forma, lo que significaba
que los niños irían dos veces a la semana de forma presencial (dependiendo del apellido) y tres días en línea.

Honestamente yo quería que dijeran que no regresábamos, porque siempre es más fácil que te digan qué hacer. Entiéndanme, me estresa mucho tomar decisiones.

Así, empecé a leer, escuchar y ver cualquier cantidad de información sobre el estatus del COVID-19 en México y si debemos o no enviar a los niños a la escuela.

Obviamente he visto y escuchado de todo. Desde mamás que se atacan horrible en las redes sociales, principalmente Facebook, por decir que no enviarán a sus hijos o por decir lo contrario.

Especialistas médicos que opinan que urge que los niños vayan a la escuela pero no es el momento adecuado.

Especialistas médicos que son muy optimistas y que con base en evidencia obtenida de datos de otros países que ya van a la escuela, nos dicen que la ventilación, el lavado de manos y el cubrebocas serán los mejores aliados de nuestros hijos que deben ya regresar a la escuela.

Por cierto que en una plática escuché como los tapetes sanitarios, los arcos sanitizantes, la sanitización obsesiva de superficies y los acrílicos en las bancas no sirven de nada y en ocasiones que hasta son dañinos y que cuestionaban la eficiencia del termómetro en la detección de la enfermedad.

Y de verdad que los argumentos para asegurar lo que les comento son lo más reales, no lo saqué de ningún comentario al azar, lo dijo un médico que está muy involucrado en el tema COVID, pero en todo caso, lo que me hizo pensar fue en la cantidad de dinero que han gastado los colegios en cosas que quizá ni siquiera funcionen.

Pero bueno, mi intención no es relatarles todo lo que he leído y escuchado sino la forma en que mi cerebro procedió y cómo entre el señor de la casa y yo llegamos a tomar una decisión sobre el regreso a clases de nuestros hijos.

La verdad es que yo diario pensaba algo diferente, creo que dependía del color de chones que trajera porque de verdad pasaba del sí mandarlos a la escuela y el no más de tres veces al día.

El día que fui a comprar libros y cuadernos vendían también uniformes y no los compré porque estaba convencida de que no regresarían y ese día no pude dormir porque mi cabeza no dejaba de pensar que sí regresarían y que no les había comprado uniformes.

Así me pasa a mí, pienso y le doy vueltas a las cosas mil veces. Me hago bolas, me convenzo de cosas y me des-convenzo sin contarle a nadie.

Muchas veces logro tomar decisiones y ahí queda la cosa, muchas otras necesito que alguien me empuje y me apoye. Normalmente quien lo hace es el señor de la casa que con mucha paciencia y templanza me ayuda a llegar a una conclusión.

Quiero decirles que la decisión que tomamos es la que creemos que es la mejor para nuestra familia. Para nada pensamos que sea lo más correcto para todos o que tengamos la verdad absoluta sobre nada, en realidad la decisión la tomamos mucho más desde la comodidad que desde otro lugar.

Creemos y estamos seguros de que cada familia tomará la mejor decisión propia desde su realidad que se que puede ser diferente a la nuestra.

Y pues, la decisión fue que los niños se queden en casa tomando clases en línea.

¿Por qué?

Las razones son muy variadas y las voy a enumerar brevemente esperando que no me linchen por ninguna de ellas:
– La primera es que ya regresaron en junio por una semana y les afectó que los hayan regresado.
– Mi intuición, que no necesariamente será correcta, es que estarán en la escuela una o dos semanas y los regresarán en línea y de ahí se desprende la siguiente.
– Puedo ahorrarme los uniformes, zapatos, tenis y útiles nuevos porque ya tengo viejitos y no necesitan más trabajando en casa.
– Como familia nos fue muy bien trabajando todos desde casa, afortunadamente todos
tenemos un espacio donde podemos trabajar y sobre todo, yo no estuve “tomando clases” con mis hijos, ellos se hicieron responsables de sus clases, sus trabajos y sus tareas a sus 6 y 8 años.
– Mis hijos aprendieron, porque la escuela, las maestras y ellos hicieron un gran trabajo y los dos aprendieron lo que tenían que aprender, mi hija menor aprendió a leer y escribir en línea.
– Es bien cómodo. Para mí el que sea híbrido le mete mucha variación a la rutina: Un día levántate temprano, otro más tarde. Un día haz lunch, otro no. Un día salen a la 1 otro 2:30.
O sea, prefiero que todos los días sean iguales.
– Mis hijos tienen actividad al aire libre al menos 3 días a la semana (nadar o fut).
– Mis hijos están socializando con sus primos y los hijos de dos familias muy cercanas a
nosotros, lo cual ha ayudado a que no tengan esa falta de contacto con otros niños.
– Mis hijos se sienten tranquilos de quedarse en casa.
– Y por último y por supuesto no la menos importante, porque las cifras del COVID en niños están preocupantes y ellos no están vacunados ni lo estarán pronto.
– De pilón, a mi marido y a mí nos falta una dosis.
Así que, ya estoy en los preparativos para arrancar el siguiente ciclo desde casa.

¿Ustedes qué van a hacer?

#LaPeorMamá