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#LaPeorMamá Que siempre ya no quiero
Foto de Archivo

El día de hoy vengo pidiendo consejo, apoyo o algo. Casi siempre sé que hacer. Y no quiero con esto decir que lo que haga esté siempre bien. Simplemente que rara vez se me cierra la mente como la tengo ahora. No se me ocurre nada.  

Pero bueno, les cuento desde “agarró y dijo” para que me entiendan y con tantita suerte me iluminen.   

Resúltase ser que #miniplausi ya no quiere ir a baile. Listo. Ahí está, ese es mi problema. Ni estaba tan largo ¿verdad?  

Soy de la idea de no atiborrar a los niños con clases extraescolares. Creo que es mucho más importante que jueguen y descansen en las tardes, el poco o mucho tiempo que les queda después de hacer la tarea. Pero también estoy convencida de que tienen que hacer ejercicio, porque he visto en mí lo que pasa cuando no tienes el hábito desde chiquita.

Así que la regla en mi casa es una clase extra de algún deporte. El que quieran.

Con #minispeedy nunca hubo duda. Aún no caminaba y ya gritaba ¡gol! ¿Les he contado que esa fue su primera palabra?

En fin. Él siempre quiso y siempre quiere futbol. Si por él fuera entrenaría todas las tardes, toda la tarde pero va de martes a jueves una hora más los partidos. Y él más que feliz.

Con la señorita es otro boleto. Cuando entró a la escuela de grandes, la metí a baile. Porque esa era la opción que había y porque la verdad es que baila todo el tiempo. Al terminar el ciclo escolar dijo que ya no quería y eligió futbol como su hermano.  

Los que me llevan leyendo algún tiempo ya, sabrán que le gusta mucho el fut y que gozó de verdad estar en el equipo hasta que tuvo que jugar partidos porque ya era mucho correr, pero los entrenamientos los amaba y cuando descubrió que podía ser portera fue muy feliz.  

Sin embargo terminó ese ciclo escolar y dijo que ahora quería baile de nuevo porque todas sus amigas están en baile. Así que la inscribí a baile una vez más.  

Arrancó el ciclo escolar con todo. Iba feliz, estaba tomando 3 clases diferentes que nos convenían por horario y las 3 le encantaban. Todo fue bien hasta que fueron las clases públicas, esas a las que vamos los papás para enterarnos que es lo que hacen durante la hora de clase.  

Después de eso, todo mal. 

  • Ya se acabó el baile ¿verdad?
  • No. Vamos a tener vacaciones como en la escuela pero regresando sigues teniendo clases. 
  • Ya no quiero ir a baile. 

La verdad no le hice mucho caso. Asumí que era el cansancio que ya teníamos todos y las ganas de irnos ya de vacaciones, pero cuando regresamos la cosa siguió igual.

 

  • Es que yo ya no quiero ir. Ya no me gusta. 
  • ¿Cómo que ya no te gusta? ¿En que cambió? 
  • Es que no quiero que me vean los papás. 
  • No te preocupes, si tu no quieres salir en las clases públicas o festivales no tienes que hacerlo, pero ve a tus clases. Te gustan mucho. 
  • No, ya no me gustan. 

Obviamente todo esto acompañado de llanto, berrinche y demás.

Mi cabeza y mi marido dicen: “Ni modo, ella quiso baile y ahí se queda”. Para mí es importante que si se comprometen a algo lo cumplan. Si la saco cuando dice que ya no quiere, no va a ser constante con nada.  

Por otro lado, pienso que ella puede decidir lo que quiere hacer. Aunque entonces llego a ese pensamiento que dice que no la sacaría de la escuela porque dijera que ya no quiere ir.   

Quizá exagero, no lo sé. 

Me dijo que las clases que tomaba no le gustaban, así que probó otras clases en la misma academia, pero tampoco le gustaron las que probó.

Ya pasaron un par de semanas y ya se hizo a la idea de que tiene que ir pero sigue diciendo, que no quiere ir cada vez que sabe que es día de baile. Ya no hay llanto, creo que se resignó.  

Estoy metida en una bronca porque no se que hacer. Hay momentos en que pienso que quizá debería sacarla e intentar otra cosa o esperar un tiempo. Pero también pienso que debo enseñarle a ser constante. Además compré uniformes y todo.  

¡Ah! Estoy en un tremendo dilema. ¿Ustedes que harían? 

Gracias por leer

#LaPeorMamá 

Por Claudia María García Reyes Herrera

(@la_peor_mama)