Jueves último de mes, por lo con sabor a viernes por el consejo técnico escolar durante el cual no hay clases. #minispeedy invita a dos amigos a la casa a comer y jugar. Pasan toda la tarde entre juegos y risas todo felicidad. Cuando me avisa la mamá del último amiguito que estaba en la … Continued
Jueves último de mes, por lo con sabor a viernes por el consejo técnico escolar durante el cual no hay clases.
#minispeedy invita a dos amigos a la casa a comer y jugar. Pasan toda la tarde entre juegos y risas todo felicidad.
Cuando me avisa la mamá del último amiguito que estaba en la casa que ya iba por el bajé a la cocina y algo me dijo: saca la agenda de la mochila y revisa que no haya tarea.
Normalmente en fin de semana no hay tarea y ni me preocupo por revisar las agendas, pero ya me ha sucedido que el domingo en la noche me doy cuenta de que algo había que mandar, hacer o cualquier cosa.
Mujer prevenida vale por dos.
Saco la agenda de #miniplausi que solo decía feliz fin de semana largo. Acto seguido, saco la agenda de #minispeedy que decía no hay tarea pero además traía un papel suelto. Lo primero que pensé fue que algo seguramente estarían encargando para algún proyecto lo volteo y ¡Zaz!
Una tarjeta roja y no de futbol.
¿Cómo? ¿Mande? ¿Estoy viendo bien? ¿Tarjeta roja?
Una tarjeta roja en la escuela de mis hijos es como un reporte por alguna mala conducta, y #minispeedy nunca había tenido una.
Me quedé un segundo en el shock de saber que algo malo había hecho para recibirla y procedí con su lectura. Básicamente decía que la tarjeta roja era por aventar objetos a las ventanas. Y pues bueno, aventar cosas a las ventanas claramente no está bien.
También venían algunas preguntas reflexivas que llenó, supongo cuando se la dieron donde le preguntaban: ¿Qué sentirías si te hicieran lo que hiciste? ¿Cual crees que sea la consecuencia? y ¿Cómo puedes reparar el daño hecho? Lo cual me gustó porque genera reflexión sobre sus actos.
Como el amigo de #minispeedy seguía en la casa no le dije nada, aunque moría de curiosidad por saber que había pasado. Obviamente no le iba a decir nada enfrente de él.
Una vez que se fue le pregunté:
- Oye, ¿no tienes nada que contarme?
- No. ¿De que?
- Pues no se. Algo que haya pasado hoy. Algo que tengas que enseñarme.
Conforme iba hablando veía como su cara se iba poniendo roja y sus ojitos se ponían tristes. Tomé la tarjeta y se la mostré.
- Me encontré esto en tu mochila. ¿Quieres que platiquemos de lo que pasó?
- Mejor luego.
La verdad me dio un poco de risa. Obviamente no quería hablar del tema.
- ¿Para que luego? Mejor platicamos de una vez y ya. No te voy a regañar solo quiero saber como estas y que fue lo que pasó porque la tarjeta no es muy clara.
Para no hacerles el cuento largo el chamaco agarró un pedazo de goma, o borrador o como ustedes conozcan el artículo utilizado para borrar el lápiz y lo aventó. Así, nada más porque si. Porque se le ocurrió.
La maestra no estaba en ese momento en el salón, pero unas niñas que si estaban y lo vieron le contaron y el resultado fue que le pusieran la tarjeta roja. Si, lo mismo que piensan ustedes lo pensé yo: niñas tan chismosas de veras.
Por supuesto que no hubo ninguna consecuencia para la tarjeta, pues esa fue la consecuencia a su decisión de aventar la goma en lugar de guardarla o tirarla a la basura, lo cual lo dejó un poco desconcertado pues estaba seguro de que recibiría un regaño o un castigo.
Convencerlo de contarle a papá fue un triunfo.
- Dile tu, ya sabes lo que pasó.
- No mi vida. Cuéntale tu.
- Y ¿si me regaña?
- No lo creo, yo no te regañé.
Y no, no lo hizo. Tuvimos una plática de lo que puede pasar por aventar cosas sin pensarlo como romper la ventana, lastimar a alguien, etc. Y al final todos contentos.
La sonrisa se me borró de la cara cuando leí que tenía que poner en la tarjeta roja algo así como las reglas en la casa con respecto a lo que hizo.
Tardé todo el fin de semana en llenar el renglón. Porque no se me ocurría nada.
La verdad creo que primero mal interpreté lo que me pedían y pensé que querían saber cual sería la consecuencia de la tarjeta y poner “no hay” me hacía pensar que creerían que no me importaba.
La pregunta en realidad era la regla en casa ante ese comportamiento. Así que contesté: “no se deben aventar las cosas”. ¡Nailed it!
Si les soy sincera, me pareció un poco exagerado que le pusieran tarjeta roja por eso, pero no soy quien para meterme en las reglas de la escuela o desacreditar a la maestra; así que me tragué mi opinion y apechugué. Tiene su primer tarjeta roja.
Espero que falte mucho para la segunda o para la primera de la chamaca, porque si se siente feo que se las pongan, pero solo así aprenderán.
Gracias por leer
#LaPeorMamá