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#LaPeorMamá. La sobreprotección
Foto de Archivo

Ya saben que me encantan las juntas donde las maestras citan a los papás por Zoom.

En general donde hay varios papás o mamás con la maestra para tocar algunos temas de interés general. Y la última junta de Kinder 3 no fue la excepción.

Nos reunieron para comunicarnos sobre las últimas evaluaciones de nuestros hijos en general. Para decirnos que los ven bien y que habrá una cita con cada familia para tocar temas específicos de cada uno, lo cual me parece maravilloso, ¿para qué quiero que todos se enteren de las cosas de mi hija?, o ¿por qué quiero yo saber si Fulano necesita reforzar ciertas cosas?.

También nos comunicaron ciertos cambios que se llevarán a cabo para preparar a los chamacos ahora que van a pasar a primaria. Leyó usted bien, mi hija ya va a primaria.

¡Se me terminó la bebé! Pero ese es otro tema.

Una vez concluida la muy breve plática se abrió el momento de preguntas y respuestas. Ni tarde ni perezosa salió una mamá a decir lo mismo que había dicho la última vez:

– Miss, quisiera yo sugerir que eliminaran la actividad tal. Mi hija se enoja mucho porque nunca saca el primer lugar. Y llora y se desespera. Yo creo que lo mejor sería que no la hicieran.

Dicha actividad consiste en entrar a un programa en la computadora y responder preguntas sobre el tema que están viendo en clase: sumas, restas, lectura, vocabulario, etc. Y a los niños les encanta.

Claro que se frustran cuando no ganan. ¿A quién le gusta perder? Pero es una forma diferente de aplicar el conocimiento. Y caramba, tienen que aprender a perder.

En cuanto la mamá terminó de hablar vi la cara de la maestra que muy respetuosa y sutilmente le dijo que lo tomaría en cuenta.

Qué bueno que yo no soy la maestra porque verdaderamente hubiera yo explotado. No lo hice porque soy muy prudente y porque básicamente no quiero tener una enemiga a la cual ni conozco, pero mi mente se llenó de un foco encendido que decía “SOBREPROTECCIÓN”.

La sobreprotección es el exceso de protección por parte de los padres hacia sus hijos.

Surge normalmente de nuestros temores y miedos ante la integridad física y mental de nuestros hijos.

Les impedimos hacer determinadas cosas, actividades, acudir a ciertos lugares, etc; porque tenemos temores, porque queremos evitar que sufran. Cuando esto es de forma continua, se convierte en el argumento principal de nuestra forma de actuar como padres.

Sé que todos tenemos este impulso enorme de proteger a nuestros hijos. Lo peor que nos puede pasar es verlos lastimados, llorando. Son nuestros retoños. Sin embargo, a veces caemos en la sobreprotección y no nos damos cuenta del daño que a largo plazo podemos hacerles.

Algunos efectos de la sobreprotección a mediano y largo plazo son: dependencia, falta de habilidades sociales, miedos, falta de experiencias, sentimiento de inutilidad, dificultad para tomar decisiones, entre otras más.

Es triste pero la realidad es que nosotros no vamos a estar ahí para nuestros hijos toda la vida.

Como dice José Saramago: “… Fue apenas un préstamo… El más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias…”

Y la noticia es que ellos aprenden a valerse por si mismos desde muy pequeños y a su nivel.

Ellos son capaces de hacer y decidir cosas de acuerdo a su edad. Ellos muestran sus
capacidades cada día qué pasa. Ellos quieren ser independientes y responsables. Lo tienen en su naturaleza, como tu y como yo.

Pero algunas veces, como papás sobreprotectores, hacemos un gran trabajo para evitar que esto suceda.

Si quieres tener un hijo irresponsable e inútil, la receta es muy sencilla: sobreprotégelo. No se vaya a lastimar, no se vaya a equivocar, no vaya a sufrir.

Cuando los niños aprenden desde pequeños a enfrentarse a las pequeñas dificultades y frustraciones, a las equivocaciones y dolores que corresponden a su edad, van desarrollando esa resiliencia que es tan importante para toda su vida.

Pero eso no sucederá si yo impido constantemente que “sufran”.

No, no vamos a dejar que nuestro hijo se aviente de la azotea porque quiere saber qué se siente ser Superman, pero si queremos que nuestros hijos vuelen, sean independientes y responsables, debemos darles todos los elementos y argumentos para ello.

Y la experiencia de equivocarse y sentir feo es indispensable. A nosotros nos toca ser solo su acompañamiento.

Venzamos nuestros propios miedos de que algo les pase y permitámosles desarrollarse y demostrar todo su potencial. Nos pueden sorprender muchísimo.

Gracias por leer

#LaPeorMamá