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#LaPeorMamá. Esta familia quiere seguir como muégano
Foto de Archivo

Cómo ustedes saben, y si no saben le cuento, el señor de la casa hacía home office desde antes de la pandemia. Digamos que cuando a todo mundo lo encerraron y las señoras empezaron a quejarse de sus maridos metidos en su casa todo el día, yo ya estaba más que curtida en el tema.

Claro que en ese entonces, aunque la mayor parte de su chamba era desde casa, salía mucho a ver clientes, tiendas y demás; sin contar todo lo que yo salía también a hacer vueltas, dicen los regios, o sea, a hacer pendientes y demás.

Desde que la pandemia inició pues básicamente hemos vivido pegados. La compañía para la que trabaja dejó a todos en casa y aún no hay para cuando regresen. Y aunque regresen, su chamba seguirá siendo home office.

Pues ayer, después de casi 15 meses, tuvo que salir a una visita de campo con el super jefe.

Tengo que decirles que vi emoción en su cara cuando me dijo que iba a tener visita y que se iba temprano y llegaba tarde. Y, ¿cómo no? La interacción y socialización en la chamba también es muy importante.

– Bueno pues ya me voy. Nos vemos en la noche. – Dijo dejando una estela de loción a su paso.
– ¿A dónde vas, papi? – Preguntó #minispeedy
– A trabajar.
– Pero si tu trabajas aquí. – Dijo #miniplausi. – Ahí, en tu oficina.
– Sí, pero hoy tengo que ir a visitar algunas tiendas con mi jefe. Cómo cuando estábamos en Monterrey. ¿Te acuerdas?
– Y, ¿regresas rápido?
– No. Yo creo que hasta en la noche. Se me hace que te veo mañana que te levantes. Probablemente llegue cuando ya estés dormida.
Drama.
– No, papi. No te vayas. Te voy a extrañar tanto. ¿Con quién voy a comer? – Aparentemente el hermano y yo no existimos a la hora de la comida.
– Tengo que ir. Pero solo es hoy.

Total, el señor se fue muy feliz como al primer día de escuela y yo me quedé con la chamaca en drama por la ida de su padre que para ella creo que se sentía como si no fuera a regresar en una vida.

A lo largo del día preguntaron varias veces si faltaba mucho para que llegara papá. De nuevo cuestionaron para qué había salido. Si era necesario. Si no hubiera sido mejor que se quedara.

Y no les cuento cuando llegó la hora de cenar y papá no llegó.

Mensajes de voz:
– Papi. ¿Te falta mucho para llegar?
– Papi. Te extraño mucho. Ya ven.
– Papi. ¿Vas a llegar a acostarnos?
Y la terrible respuesta:
– Aún no voy. Voy a ir a cenar.

Los dos se fueron a dormir diciendo que extrañaban a papá y que no les gustaba que saliera.

Y tengo que aceptar que para mi también fue un día extraño. No es que estemos pegado uno al otro durante el día. El señor se encierra a trabajar y básicamente sale a la hora de la comida y de la cena pero siempre sé que ahí está y el que no estuviera en todo el día me traía con un mood bastante extraño.

Hela aquí. La resistencia a que todo regrese a la normalidad. Y espérense a que los niños vayan a la escuela.

Gracias por leer

#LaPeorMamá