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Foto de Archivo

Papás, debemos enseñarles a nuestros hijos de paciencia. Tenemos que inculcarles el que se sientan felices y orgullosos de sus compañeros.

Esas fueron las palabras de la directora del Kínder donde está #miniplausi en la junta de inicio de ciclo cuando nos explicaba que solo hay un “alumno de la semana” y que no importa el orden, todos van a tener ese título en algún momento del ciclo escolar.

No se preocupen, su hijo no es peor que el niño que fue “alumno de la semana” antes que él. Simplemente todos deben serlo y no pueden ser todos al mismo tiempo. Por supuesto que primero es “alumno de la semana” quien se esforzó mucho por cumplir los acuerdos con la maestra pero al final todos van a pasar por ese nombramiento.

Entre otras cosas, también nos comentó cómo debemos tratar esos temas con ellos y un poco también que nuestra preocupación la vuelven suya cuando estamos preguntando cuando les va a tocar. 

Sus palabras me hicieron todo el sentido del mundo. Por supuesto que no todos pueden ser al mismo tiempo “alumno de la semana”. ¿Qué mas da cuándo les toque?

Por mi cabeza pasó: Qué papás tan intensos los que llaman a la escuela o hacen cita para preguntar cuándo su hijo será “alumno de la semana”. Lo bueno es que a #miniplausi la tiene sin mayor cuidado.  

Y ya saben, mis hijos son expertos en hacer que me trague todas mis palabras bien bonito. Y no, no fue por ser “alumna de la semana”, pero casi es lo mismo. 

Resulta ser que hay una mascota en el salón; este año es un tiburón y cada día la mascota se va a casa de alguien si se portó bien o quién sabe que cosa, nunca he entendido bien la dinámica.  

Después de dos semanas de clases, #miniplausi salía con una carota de la escuela y cuando les digo carota quiero decir tremendamente enojada. Y todos los días la conversación cuando la recogía era mas o menos así.

-Hola, mi amor. ¿Qué tal estuvo la escuela hoy? 

-¡Mal! ¡MUY MAL! – El “muy mal” era a gritos.  

-¿Estás enojada, amor? Te veo enojada. 

-¡Sí, estoy muy enojada! 

-¿Quieres platicar conmigo de tu enojo? 

-¡Es que yo quería llevarme el tiburón!

Esta conversación tomaba aproximadamente dos minutos que es lo que yo tardo en llegar de la escuela a mi casa, que es también la casa de todos ustedes. Pero en esos dos minutos #miniplausi lograba estar en un tremendo estado de cólera. Pateando asientos, llorando y gritando tan fuerte que cualquiera que estuviera en la casa se enteraba que ya habíamos llegado.  

Esta misma escena se repitió durante casi dos semanas. Ajá, una cosa hermosa.  

Y lo peor es que estaba tan enojada que ocasionaba que toda la tarde se suscitaran cualquier cantidad de tropiezos porque mi hija no lograba ponerse de buen humor. En verdad estaba muy enojada por no llevarse el tiburón. Ese pinky tiburón estaba terminando con la armonía de mi hogar.  

Por supuesto que intenté platicar con ella preguntándole quién se había llevado al tiburón, y le decía que se alegrara por su compañero porque el tiburón iba a conocer su casa.  

-Mi vida, un día te va a tocar a ti que venga el tiburón. Ten paciencia. 

-Es que mamá, yo me quiero llevar el tiburón. 

-Ok. ¿Qué debes hacer para poder llevarte el tiburón? 

-Pues portarme bien. Pero mamaaaaaaaaaaaaaaaaá. Yo sí me porté bien. Y de todas formas el tiburón se fue con alguien más.

[Claro, si todos se portan bien, la maestra tiene que decidir a quién darle el tiburón, porque solo hay uno. Qué contrariedad. Yo no sabría a quién elegir. ¿Cómo le hará para ser justa e imparcial?]

-Estoy segura que tú te portas bien. Pero seguro tu compañero también se portó bien. Y en esta ocasión le tocó a alguien más. Pronto llegará tu turno.

Y así, todos los días, sucedía lo mismo. Y nos poníamos del peor humor todos en la casa porque #miniplausi no se había llevado el tiburón y nos lo hacía saber a gritos y pataletas.  

Hasta que, un día, el marido tuvo una mágica idea. 

-Mañana que llegues a la escuela le dices a la maestra que tú te quieres llevar el tiburón. Que a ti no te ha tocado. A ver qué te dice.

Al otro día, saliendo me dice:

-Mamá, le dije a la Miss que yo me quería llevar el tiburón y ¿qué crees? 

-¿Te tocó el tiburón? – Pregunté entre emocionada y agradecida. 

-No. –¡Ya valió! Ahorita vamos a empezar a gritar. Armate de paciencia Claudia María- Me dijo que ella creía que ya me había tocado. Se confundió. Hoy se lo llevó alguien más. Pero seguro que ya casi me toca.

De eso ya pasó más de una semana. El tiburón sigue sin venir a mi casa pero tampoco ha venido la loca gritona que quiere matar a alguien por tener el tiburón. Aún tenemos la esperanza de ser los siguientes.   

¡Alto! No dejen de leer.

Sí llegó el tiburón. ¡Sí fuimos los siguientes! El tiburón llegó hoy a mi casa. Resultó ser un Baby Shark, feo como el solo, pero eso no importa. 

No podemos estar más felices por su visita. ¡TODOS! Solo se queda hasta mañana y no se cómo voy a convencer a la chamaca para que lo regrese; pero igual nos do mucha felicidad.  

Gracias por leer. 

Por  Claudia García Reyes,  #LaPeorMamá

Twitter: @/la_peor_mama