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La Rosa del mundo
El arco de Rosamunda en el jardín del palacio real de Woodstock

Sucede a veces que uno se topa de pronto con un cuadro y este, sin realmente uno saber por qué, genera una curiosidad casi mórbida, sin motivo alguno. Lo vi y no pude sepárame de él. Un lienzo de colores intensos; el escenario apretado casi claustrofóbico, transmitiendo una sensación de estar dentro de una guarida o de un cuarto pequeño.

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Oleo. Autor Evelyn De Morgan (1855-1919).

La puerta entreabierta introduce un hilo rojo que es llevado hacia el interior, la mano que lo sostiene tiene una fuerza acusatoria. La joven que está sobre un banco de madera tallada da una sensación de relieve, y tras ella hay una vidriera con dos amantes encontrándose. ¿Una alusión a un romance?

Dos protagonistas confrontadas y en actitudes opuestas. Una parece aceptar su destino con resignación, con una mirada de pálida indiferencia, mientras la otra se inclina sobre ella en actitud dominante. En ambos casos son mujeres delgadas, fuertes, alejadas del estereotipo prerrafaelita de la mujer débil y con el semblante lánguido típico de su época. Aquí vemos matices de una heroína y una villana, pero representadas a pinceladas de una manera alejada de los sentimentalismos o de los clichés.

Firmado por La pintora británica Evelyn De Morgan, un lienzo lleno de rasgos influenciados por Botticcelli y Rafael. Los trazos perfectos, cuidando cada detalle mostrando maestría en la ejecución.

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Oleo sobre lienzo pintado por John William Waterhouse (1150-1178)

Y sí, es Leonor de Aquitania, esta mujer que genera en mi una fascinación desde que un día me tope con ella en una historia. La otra mujer es Rosamunda Clifford, amante de su marido Enrique II. El cuadro habla de una de tantas leyendas sobre esta reina inquietante, profundamente inteligente para una época que no pudo abrazarla y por tanto sentenciada a tantos apodos lacerantes como: “disoluta”, “frívola”, “política magistral”, “fría y ambiciosa” “faro de trovadores”, “duramente bella” y “poco más que una puta”.

Cabe mencionar que los cronistas de su época eran monjes y es evidente que no sabían qué hacer con una mujer como ella, entonces se generó una proclividad a condenarla. “Pocas mujeres marcaron su época como ella” escribe Clara Dupont-Monod en su libro “Leonor de Aquitania”. Jean Markale, un prestigioso medievalista aseguró que “nunca se insistirá bastante sobre la influencia que Leonor de Aquitania tuvo personalmente en la evolución de las costumbres del Norte, en este siglo XII cuando Francia no era más que un reino teórico en busca de su personalidad”.

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Balada de la bella Rosamunda

La historia llena de matices de leyenda, cuenta que el rey Enrique II tomó a Rosamunda, con su belleza inigualable como amante. Esta inspiró baladas, poemas, historias y pinturas en su época. El rey para ocultar sus amores ilícitos, mando construir un complicado laberinto en su parque de Woodstock, Oxfordshire.

Para encontrar el camino, se guiaba por hilo rojo que lo conducía hacia su amante. Según cuentan, la reina Leonor escuchó rumores y logró penetrar en el laberinto, se enfrentó a su rival y la obligó a elegir entre la daga y un cuenco de veneno; Rosamunda eligió este último y murió.

Leonor nació en 1122, fue una mujer indómita, de carácter tozudo y de reservas hacia el mundo clerical que rompió normas y costumbres en su época. Impulsora de una nueva literatura y del principio del feminismo. Fue hija primogénita de Guillermo X de Aquitania y VIII de Poitiers y de Aenor de Châtellerault y con solo trece años a la muerte de su padre, se convirtió en heredera del condado de Poitiers y del Ducado de Gascuña y Aquitania, una extensísima porción de terreno que llegaba hasta los Pirineos.

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Foto de Lacámaradelarte.com.

Una tierra hermosa y próspera, rica en cereales y en vino, con un comercio creciente y con señores poderosos y de la que su padre se encargó que solo pudiese ser heredada por su descendiente directo y nunca pasase a manos de su marido.

Su padre se encargó de educarla en el arte de leer y escribir, la cetrería, la caza y la estrategia militar, tal y como se educaría a un varón.

Leonor procede de una de las cortes más cultivadas y exquisitas de Europa, su viaje a oriente con su primer marido, impulso la cortesía, el amor romántico y la poesía provenzal.

Cuando el rey se enamoró de Rosamunda Clifford, la corte la veía como una mujer frívola y coqueta, aunque lo mismo dirían de Leonor. Le regaló el castillo de Woodstock y sin decoro se exhibía en público de su brazo.

Leonor embarazada de su décimo hijo, se refugió entonces, al parecer en una vida epicúrea, con la animada corte de Poitiers como telón de fondo. En este centro de poesía y de la vida caballaresca de la época, participó junto a otras nobles en los entretenimientos o “tribunales del amor”. Eran asambleas para mujeres, donde se debatía sobre las relaciones de pareja y las conductas violentas de los hombres, llegando incluso a dictar sentencias.

Estas nuevas formas de relacionarse profundamente influenciadas por el mundo árabe, llevo al medioevo a una nueva forma de relación entre los sexos, nacido del ocio “patricio”, como un juego. Leonor, aunque estaba embebida con todos estos pormenores, no había olvidado ni por minuto los derechos de sus hijos sobre el ” imperio angevino “.

Esto la llevo a poner a sus hijos en contra del padre, cosa que no fue difícil, pues Enrique se comportaba como un déspota haciendo fácil que el pueblo tampoco lo quisiera. Pero Leonor perdió y fue apresada en su intento de huida a Francia. Ella se dirigía a pedir asilo a su exmarido, disfrazada de escudero. Esto fue escandaloso y amoral según se plasmo en las historias que se contaban en la época; pues las mujeres tenían prohibido vestirse de hombres.

Corría el año 1175. Las tropas inglesas entonces la llevaron primero al castillo de Chinon y, posteriormente, la encerraron en la torre de Salisbury, la que sería su residencia habitual durante dos décadas.

En ese tiempo Las ambiciones políticas disminuyeron. Lo que es increíble es que durante la reclusión, mantuvo una actitud positiva; aún sin saber lo que le deparaba el futuro prefirió mantener su interés de reina por los problemas de la época.

Le permitieron asistir al nacimiento de uno de sus nietos y en 1183 y Matilde su hija pudo acompañarla para abrazarla durante el duelo de la muerte de Enrique el Joven, el heredero al trono que falleció después de un sueño premonitorio que Leonor tuvo, viéndolo acostado inmóvil con la corona de Inglaterra puesta.

El lienzo del cuadro en cuestión me dejó toda una disertación, ¿habrá sido capaz Leonor de asesinar a Rosamunda? Yo creo que sí, me da la impresión que ser mujer en las cortes tenia por detrás una capacidad feroz para defender lo propio. Y Rosamunda por más amante que fuera del rey, por encima estaba una reina con un poder inigualable que seria capaz de destruirla si ella le representaba algún peligro. Se cuenta que Rosamunda tuvo un hijo, pero solo se cuenta, pues no existe un solo documento que lo compruebe, pero esto seria sin duda un inconveniente.

O que el rey estuviera tan encaprichado como para pedir la nulidad de su matrimonio argumentando consanguinidad.

Pero también existe la posibilidad que después de diez años de relación con el rey esta se apagara y en 1176, la joven amante cayera enferma apenas con unos treinta años y se retirara al monasterio de Godstow donde falleció ese mismo año, como cuentan algunos historiadores.

Según se dice, Enrique pronto se refugió en los brazos de otra mujer para olvidar el amor de Rosamunda. La siguiente en su lista de amantes fue la prometida de su hijo, Aelis de Francia, quien debía casarse con Ricardo Corazón de León.

Rosamunda fue objeto de muchas representaciones literarias y artísticas que hicieron de su vida una auténtica historia novelesca. Se le inventaron hijos ilegítimos, la envolvieron en asesinatos, envenenamientos y así alimentaron las historias que ensalzaban la figura de los amantes en la tradición del amor cortés.

Incluso su última morada fue objeto de una extravagante historia. Enterrada en la misma iglesia del monasterio de Godstow en el que había entrado poco antes de su muerte, el Obispo Hugo de Lincoln, al ver la gran cantidad de flores y muestras de afecto que se le profesaban a la joven desaparecida, ordenó que sus restos fueran depositados fuera de la iglesia, pues era un mal ejemplo para las mujeres.

Me quedo con esta sensación de satisfacción cuando el cuadro que alimentó mi curiosidad, me llevo a viajar de nuevo al lado de este personaje que me intriga tanto, a Rosamunda la descubrí apenas, pero Leonor me ha robado muchas horas, encontrándola en los libros, en las historias y las leyendas de una época que por demás me parece apasionante. Cuanta historia hay por detrás de un lienzo, cubierta a brochazos con oleo.

Por DZ

Claudia gómez

Twitter: @claudia56044195