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¿Un placebo?

¿Será que las constelaciones familiares son un placebo? ¿O son una Terapia, o una herramienta que puede tener un uso terapéutico?

Desde donde yo lo veo y siendo consteladora familiar, me da la impresión que es una herramienta. Al menos así la he venido usando desde hace poco más de tres años.

Sin pretender generar una postura rígida, me interesa desmadejar el contenido de una práctica que ha caído en el ámbito de la moda y que es un método que suma a la psicoterapia. Cuando hablamos de placebo me pregunto si una sola sesión más bien cobija o anestesia. Si el alivio es sugestivo en ese momentáneo o si pueden generar cambios que se sostengan en el tiempo.

Tuve contacto la primera vez con ellas en manos de una psicóloga clínica hace unos 15 años y me introdujo a un mundo que era desconocido para mi, no solo abrió mi curiosidad, sino que me di a la tarea durante tres años al estudio del método y me ha parecido una buena técnica que no es para todos, ni para todo y tampoco para emplearla como una actividad adivinatoria.

Hoy es ofrecida en más de 25 países de todo el mundo; son especialmente populares en círculos esotéricos y New Age, pues el mundo de la clínica, las desaprueba.

Puedo entender por qué; me ha tocado ver en alguna sesión la falta de preparación del facilitador, retraumatizar al consultante y generar catarsis que después no hay quien sostenga, pues para abrazar lo que está pasando, se necesita un entrenamiento sólido que requiere estudios.

Para mí, este tipo de propuestas que ofrecen curas inmediatas para lo que duele, entran en el mundo de la mercadotecnia y una muestra son los más de medio millón de libros y videos, que suponen una revolución en el campo de la psicoterapia propuesta por Bert Hellinger.

Lo mismo ha pasado con la Yoga y la meditación que son mucho más que ropa, música y apps, desvirtuando su grandiosa riqueza. No dejaré de mencionar también el mal uso de los conocimientos de hombres y mujeres medicina, una práctica milenaria llena de conocimientos sagrados, que hoy quedan relegados por un mundo que ofrece el uso de ayahuasca, peyote, sapo y otras sustancias, envueltos en experiencias místicas, en manos de quienes se hacen llamar “chamanes”. He tenido la suerte de conocer y trabajar de la mano de sanadores maravillosos y en ningún caso se hacen llamar chamanes y tampoco organizan viajes con hoteles y comidas.

Las técnicas postmodernas para el uso terapéutico son sin duda herramientas extraordinarias, donde se puede ofrecer con una metodología efectiva, una suma al conocimiento de los pioneros de la psicoterapia y que sin duda genera cambios y riqueza en el enfoque del proceso terapéutico clínico. Sin embargo, a mi parecer no son suficientes, los procesos emocionales requieren de mucho más.

Las constelaciones se han puesto de moda y se abren espacios para resolver con rapidez los conflictos que nos aquejan, una solución que entraría en el concepto de modernidad líquida acuñado por Sygmunt Bawman y que toca la ruptura del tiempo espacio, esperando que todo se resuelva en la inmediatez.

Para responder con una mirada fenomenológica, primero hay que desmenuzar qué son, y aquí hay algunos antecedentes de los primeros abordajes hasta llegar a Bert Hellinger, de quien hoy se percibe como el creador de esta forma de trabajo.

Virginia Satir propuso el modelo de las esculturas familiares en los 60 para el trabajo con la familia. Un modelo basado en la hipótesis de que en las familias con síntomas psicosomáticos, podrían develar para el terapeuta, la obtención de la información y la intervención terapéutica, usando un nivel de comunicación no verbal o analógico.

Así propuso aplicar un lenguaje terapéutico homogéneo al lenguaje del síntoma, utilizando los significados implícitos y metafóricos del lenguaje del cuerpo, es decir el lenguaje de la corporeidad y de la espacialidad.

¿El Objetivo?: explorar lo “no dicho”, aquello que la familia no revela habitualmente de sí misma.

Peggy Papp les llamó coreografías para el trabajo con parejas y, usó mucha de su experiencia para crear una herramienta que impulsaba los procesos.

Pastor Alemán, habiendo vivido en zonas tribales Bert Hellinguer, observando a Thea Schönfelder, tomando del Análisis Transaccional de Berne, de la terapia familiar, de las lealtades invisibles de Iván Boszormeny, de la Hipnoterapia, PNL; fue creando una herramienta que hoy es usada con mucha frecuencia.

Propuso que las personas tenemos conflictos heredados de nuestros antepasados familiares, y estos son la razón de nuestro malestar presente.

“Las Constelaciones Familiares son una poderosa herramienta de concientización y reconciliación familiar, que invitan a una sana vinculación con todos los miembros de la familia.
Son una filosofía de vida, un modo de ocupar nuestro lugar en nuestro sistema familiar.” *

Con esta perspectiva habló de “conexiones inconscientes con los destinos de nuestros antepasados ” que deben ser revelados para sanar.

Mencionó los campos de energía con memoria que influyen y nos conectan en el presente con personas, lugares o animales del pasado.

La resonancia mórfica es un término acuñado por Rupert Sheldrake en su libro de 1981. Una nueva ciencia de la vida. Utiliza la expresión para referirse a “la base de la memoria en la naturaleza… la idea de misteriosas interconexiones de tipo telepático entre organismos y de memorias colectivas dentro de las especies”. Esta postura influenció el trabajo de Hellinger.

Para mi, el mal uso de estas herramientas pueden generar una iatrogenia; esto es, un daño no deseado ni buscado en la salud, causado o provocado, como efecto secundario inevitable, por un acto, destinado a curar o mejorar una patología determinada.

Posiblemente una de las razones por la que prolifera las constelaciones, es que cualquiera puede convertirse en un “facilitador” y no requiere de una amplia formación o ser psicólogos o terapeutas.

¿Qué pasa si en una sesión alguien se psicotiza, entra en un estado de conciencia alterado?, quien dirige la sesión tiene frente así la necesidad de recurrir a estudios más amplios para acompañar y encontrar cómo atravesar lo que se ha manifestado, para usarlo en un trabajo más profundo.

Según las escuelas clásicas de psicoterapia;

Ningún psicólogo colegiado debe emplear las constelaciones familiares en consulta. Si hicieran eso, estaría violando el artículo 18 del código deontológico.

Decir que:

“El cáncer es optar por la muerte antes que sanar la relación con la madre”.
“La mujer que sufre abusos sexuales no es una víctima, sino que lo hace en pro de sanar las heridas de las mujeres de la familia”.

“La homosexualidad puede resultar porque un niño asume de manera inconsciente los sentimientos de una tía o una tía-abuela fallecidas cuando no hay descendencia femenina en la línea descendente familiar”

Me parece que son premisas que difícilmente ayudan a encontrar los hilos para sanar lo no resuelto. La narrativa de aquello que toca lo que duele, encuentra un espacio mucho más nutricio, cuando es la persona quien descubre que eso le sirve para hacer algo distinto y moverse del lugar donde se encuentra, para quizá desanudar madejas complejas de historias vividas que generaron mucho daño y que no están resueltas.

Las constelaciones sin duda son efectivas para liberar emociones relacionadas con historias que no han sido tomadas en cuenta. Una escenografía para salirse y observar desde otro lugar el conflicto y permitir cuestionar, revisar conductas que de esta manera se revelan de otra forma.

Hellinger propuso los “órdenes del amor” y los refirió como reglas que se mantienen en los sistemas (principalmente familiares) a lo largo del tiempo, aunque sus miembros crezcan y/o vayan cambiando (por nacimientos, muertes, parejas que se forman o se rompen…).

Hacía referencia a que cuando no respetamos estas normas, se rompe el orden y el equilibrio del sistema, lo que puede convertirse en origen de conflictos o patologías a nivel psíquico, físico o de relación.

Es importante mencionar que él era Alemán, y en la raíz del mapa del mundo, el orden jerárquico es fundamental para el entendimiento de un pueblo, que se ha convertido en una de las potencias a nivel mundial, debido a su disciplina y estructura.

Soy partidaria de creer que hay que cuidar el delirio megalomaníaco en cualquier tratamiento, sintiendo que se es poseedor de una verdad que los demás no tienen.

Llevo muchos años observando que los procesos toman tiempo y en una sesión se pueden abrir muchos caminos. Ser un constelador implica una responsabilidad y cuidado de los consultantes permitiéndoles contar con alguien que pueda sostener una crisis. Un consultante, merece que su tratante cuente con un proceso personal profundo, que nunca deje de estudiar, aprender e integrar todo aquello que permita que un proceso llegue a buen puerto. Esto es no solo generar los cambios sino que estos se sostengan en el tiempo.

En conclusión; seguiré usando las constelaciones para acompañar algunos procesos, continuaré estudiando las técnicas postmodernas que piense puedan aportar al tratamiento, y acompañaré cada proceso en supervisión con el departamento clínico del consultorio de C7, permitiendo que cada uno de mis pacientes pueda ser acompañado con un enfoque sistémico relacional que hoy la maestría en terapia familiar de CRISOL me ha dado.

Por DZ

Claudia Gómez

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