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El Carácter; una epifanía 
Cáracter; una epifanía. Foto: DZ.

Es la madre de la idiosincrasia
Dueña de un carácter singular
Define el encanto y gracia
Existente en un ser particular.

Abundan los que tienen carisma
Otros no encuentran igual esencia
Todos desean descubrir la misma
Lucidez y efervescencia.

Muchos no poseen grandes destrezas
Pero exponen Las pocas que tienen
Los tímidos reprimen sus proezas
Sus instintos cobardes intervienen.

Todas las personas extrovertidas
Aparentan mayor sociabilidad
Haciéndose pasar por divertidas
Ante quienes buscan calma y soledad.

Los introvertidos son independientes
Los extrovertidos son colectivos
La timidez crea los prudentes 

La excentricidad crea hiperactivos.

La personalidad

Andrés Orozco Echeverri  

Cuando hablamos de epifanía, el ambiente huele a  algo místico, algo que toca lo sagrado, sin embargo sus siete letras encierran algo más profundo, que tiene un significado que abraza cualquier tipo de elemento que se manifieste de manera inesperada, sea divino o no.

Si tocamos las puertas de lo filosófico, podría referirse a una profunda sensación de realización al comprender la esencia o naturaleza de las cosas.   

El Carácter; una epifanía  - caracter-una-epifania
Cáracter; una epifanía. Foto: DZ.

Cuando se trata de entrar en el mundo interior de cada ser humano, ahí donde habita lo más profundo, es inevitable toparse con los rasgos del temperamento, carácter y la personalidad. Esos que nos definen cuando tomamos decisiones, cuando aparece el porque pensamos cómo lo hacemos y nos coloca frente a los otros de una manera o otra. 

¿Cómo está conformada nuestra personalidad? Pues es un mix del temperamento que entra en la dimensión instintiva y biológica de la personalidad y está enraizado en la genética. Posee una estrecha relación con la forma en que funciona el sistema endocrino y el sistema nervioso, especialmente en el funcionamiento de nuestro cerebro. Este por lo tanto no se puede cambiar, así llegamos al planeta y así es.  

El Carácter; una epifanía  - caracter-una-epifania-2
Cáracter; una epifanía. Foto: DZ.

Después a cierta edad se va formando el carácter, va evolucionando con el tiempo: se va modulando durante la infancia y se manifiesta firmemente durante la adolescencia.

Varía según la cultura, de manera que lo delimita el contexto en que se desarrolla la persona y sin duda  los impactos y los eventos que nos tocan vivir, nos marcan y se van sumando a este espacio emocional.   

Así aparece la personalidad, con la suma de los dos anteriores, marcando la forma en que una persona se comporta.

Si fuera verdad que el carácter se formó como respuesta a una suerte de estrategias defensivas y compensatorias para enfrentar las carencias de las épocas tempranas de la vida, entonces implicaría qué  abraza ciertos patrones de pensamiento, de expresión de la emoción y de la conducta.

Por lo que entonces hay  ciertos aspectos que quedan fuera de la conciencia de la persona.

A estos espacios de ceguera se los suele denominar como “la sombra”, dado que son aspectos de los que no somos conscientes pero influyen en nuestra conducta y en nuestra forma de ver las cosas.

El carácter es más que una sumatoria de rasgos. Claudio Naranjo planteó que el carácter es una compleja estructura que podría representarse en forma de árbol,  con núcleo que conlleva una doble naturaleza: un aspecto motivacional en interacción con un prejuicio cognitivo, o sea una «pasión» asociada a una «fijación».

Revisar aquello que estructura el carácter, que se topa con el mapa del mundo para cada uno, que devela cómo se responde desde ahí hacia lo que acontece, es algo que me parece aporta muchísimo para la toma de decisiones que hacemos. 

Este viaje al interior acompañados de una herramienta que permite marcar un camino; teje en uno un aprendizaje milenario que transformado por grandes maestros, ha dejado un legado que sin duda vale la pena conocer.

No es una receta que permite ver todo el territorio interior, pero sí nos permite abordarlos con ojos nuevos.

En el marco del primer taller de eneagrama para terapuetas  impartido por la Maestra Carmen Buergo, en una colaboración con CRISOL Instituto de Terapia familiar y C7 Salud mental, se abrió el cuestionamiento de cómo integrar esta herramienta que se representa en una estrella de nueve picos, en el trabajo terapéutico. 

El planteamiento viene primero en la posibilidad de que  esta debe ser encarnada primero en el trabajo personal y desde ahí potencializar su uso para ponerla al servicio. Se trata de dejar claro que uno no es un número, se trabaja en él. Hay que buscar cómo alejar la idea de usarlo para catalogar, etiquetar y generar juicios. 

Abrir las puertas del entendimiento, del uso del cuerpo e incluir lo espiritual, generó una epifanía que abrió el asombro, el apetito de cada uno de los que asistimos por conocer más. Un inicio de un camino que incluye el seguir trabajando en lo profundo y desde ahí comenzar una transformación  mientras se revisa lo tóxico y lo nutricio en cada quien.

Sin duda la curiosidad se fue cobrando en el espacio y durante más de 15 horas, los 19 participantes revisamos las corazas defensivas que se instauraron en una edad temprana y que nos han permitido sobrevivir. Fue una danza entre lo que hace daño y la luz de cada uno, una invitación a no estar seguros de lo que creemos; a cuestionar cada concepto y desde ahí, encontrar una riqueza invaluable desde los aportes de Claudio Naranjo, el trabajo de Carmen Buergo por más de 20 años y la larga trayectoria de Javier Vicencio como psiquiatra, terapeuta sistémico y director de CRISOL. 

Por DZ

Claudia Gómez

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