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Clarice Lispector, a 100 años de su nacimiento
Clarice Lispector. Foto de Archivo / DZ.

“Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida”.
Clarice Lispector

Un cigarrillo prendido, un estado de somnolencia procurado por pastillas para dormir, de pronto aparece ese segundo que marca la historia de una vida, donde uno se queda dormido. Las llamas comienzan a alzarse, el olor a quemado la despierta, se ha provocado un incendio y la piel arde. Comienza un dolor indescriptible, gritos ahogados por una asfixia abrazada de humo. Aun en ese momento antes de salvar la vida, un intento fortuito de salvar sus escritos, busca salir por algún lado, termina desvaneciéndose sobre las baldosas de la entrada de su departamento en Río de Janeiro a los cuarenta y seis años de edad.

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Después de meses de estar en el hospital, el parte médico habla de quemaduras en gran parte del cuerpo. El daño en la mano derecha dedos, palma, tendones están llenos de ampollas de tercer grado. No que se la amputaran. Varios injertos de piel, mucha fisioterapia y por mas esfuerzo que se hizo, no recuperaría la movilidad, dejándole una garra ennegrecida, ahí donde empuñaba la pluma para hundirla en cientos de hojas de papel.

Quien ha vivido una experiencia como esta, sabe todo lo que conlleva un shock traumático; entiende lo que es ser acosada por grandes depresiones y terrores nocturnos. Después del accidente, usa horas incontables revisando las cicatrices en la piel, buscando la posibilidad de borrarlas perdiéndose en la escritura, desapareciendo en las palabras, envolviéndose como bálsamo en la esencia de su don. Así, en cada renglón fue dejando una catarsis, entre líneas plasmando un mensaje profundo sobre lo que le acontecía.

Fue encontrando la posibilidad de volverse bruja, usando la alquimia de transformar el dolor en algo más. Poco a poco aprendió a suplir las deficiencias de la mano que se hizo dura, con movimientos descontrolados, mostrando los dedos retorcidos.

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La escritura a mano tiene un pulso dirigido por las arterias que llevan el liquido vital desde el corazón, pero cuando se usa una maquina, la escritura a página tiene pulso de telegrama o de golpes de minero. El ritmo de lo que brota, cobra como banda sonora una impronta distinta en la cadencia de que quien tiene oficio para escribir, haciéndolo con ambición abstracta, pintando paisajes mentales con palabras figurativas, dando un color distinto a la forma según la herramienta que se utilice.

“Pero ya que hay que escribir, que al menos no aplastemos con las palabras las entrelíneas”. Se lee con nostalgia en su libro “Para No Olvidar”.

Para quien escribió sobre el amor, la muerte, los límites de la vida, el placer, el ser mujer y sobre la escritura misma, un evento como este puede transformar lo que se plasma con el alma, impulsada desde la fuerza donde se vive el sufrimiento, cuando deja de ser solo eso.

Apariencia: todo tiene remedio

¿Eres «moralmente» tan anticuada que consideras la vanidad femenina una frivolidad? Ya deberías saber que las mujeres quieren sentirse guapas para sentirse amadas. Y querer sentirse amada no es una frivolidad.

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Si piensas que «has nacido» así y que no tiene remedio, ten la seguridad de que estás desistiendo de algo muy importante: de tu propia capacidad de atraer. ¿Quieres saber algo? La obesidad tiene remedio. El pelo sin vida tiene remedio. Una cara sin gracia tiene remedio. Todo tiene remedio.

¿La solución? La solución es no ser una mujer desanimada y triste. Y la otra solución es tener como objetivo ser «tú misma», pero más atractiva, y no alcanzar un tipo de belleza que nunca podría ser el tuyo.

Tras estas letras, esta el nombre de su autora, pronunciarlo evoca maestría, de esa que se encarna no solo por escribir hermoso; incluye a retazos en sus frases, la experiencia de la vida misma.

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Ella es una de las escritoras mas importantes en lengua portuguesa del siglo XX, de nombre Clarice Lispector. Este 10 de diciembre se cumplen 100 años de su nacimiento.

Respiró por primera vez en Ucrania, pero vivió desde 1922 en Brasil, donde se trasladó su familia de origen judía, forjando un vínculo intenso y profuso con la lectura y la escritura, expandiendo en la literatura un lenguaje poético e innovador.

Una autora sin duda versátil, cronista, novelista y cuentista que expresó sus preocupaciones filosóficas y cotidianas en los diferentes géneros de los que encaró. Fue sin duda una escritora inclasificable definiendo su estilo como un “no estilo”. Dejó tras de sí un vasto legado formado por relatos, novelas, libros infantiles, poemas, fotografía y pintura.

Todos engrosados por la experiencia de una vida llena de viajes y de lugares extraordinarios.

Tenía la capacidad de condensarse toda ella en las paginas de sus novelas. La pluma se iba amoldando según las necesidades de su escritura, a veces con matices de impulsividad, casi como un ejercicio de purga, donde se plasmaba una interioridad relacionada con procesos emocionales profundos. Así dibujaba sus personajes, haciendo observaciones, apreciaciones y presentaciones de situaciones vitales de una manera muy afilada. Siempre con una prosa reflexiva, con momentos de misterio y de conflictos internos.

Gozaba de una posición económica desahogada con ayuda a tiempo completa para dedicarse a redactar, mientras también era madre y esposa a ratos, cuando dejaba de perderse en el arte solitario de escribir.

La escritura se baña de la tensión entre lo que se piensa y lo dicho, entre lo que aparece y se entiende. Entre lo que se recibe y se procesa. Se va engranando en la llama del corazón que se une a la luz del ingenio.

Así el alma, al recibir simultáneamente estos dos impulsos, no puede sino encauzarse gustosa, apresando, ciñendo a capricho los conceptos y no es sino hasta que ha disfrutado totalmente, que otros también puedan perderse en la paginas y disfrutarlo.

Los procesos mentales de quien lee, va matizando las frases, bañándolas con la historia propia, haciéndola único para cada lector. Una proyección delicada invisible al ojo desnudo, asentada en los espacios de silencios que se profesan entre una palabra y otra. Entonces justo ahí, es donde lo que se escribe deja de ser de uno y se transforma en un deleite espiritual para otros.

Clarise, colocó el deseo de las mujeres, la exterioridad de lo íntimo, la crítica del patriarcado, las diferentes formas de la precariedad, la experimentación narrativa, en poesía. Sus personajes hablan haciendo observaciones, tejiendo apreciaciones bañadas de conflictos internos, de situaciones vitales acompañados de una prosa reflexiva.

Su obra sigue resistiéndose una y otra vez a ser clasificada y más para una literatura como la brasileña, tan atrapada en el naturalismo, el paisaje y la preocupación por lo nacional. Y es justo esto lo que siembre ha ensombrecido sus letras, el estigma absurdo de ser extrajera. Ella seguirá siendo un enigma inexpugnable, contestaba con monosílabos a la prensa o no se presentaba a las entrevistas, Todo formaba parte de su excentricidad lo cual también aumentó su leyenda de artista y casi de mito.

Yo misma puedo morir de ser ante mí. La soledad está mezclada en mi esencia.” Cerca del corazón salvaje” (1943)

Voy a contarles un secreto: la vida es mortal. Mantenemos ese secreto en mutismo cada uno frente a sí mismo porque conviene, si no, sería volver cada instante mortal.”Silencio” (1974)

Por DZ

Claudia Gómez

Twitter: @claudia56044195