A lo largo del siglo pasado, los países de la OCDE redujeron de forma importante las diferencias de género en muchas áreas de la educación y del empleo, incluyendo el rendimiento académico, el salario y la participación en el mercado laboral. Pero existen otras diferencias de género en la educación. De acuerdo a datos del … Continued
A lo largo del siglo pasado, los países de la OCDE redujeron de forma importante las diferencias de género en muchas áreas de la educación y del empleo, incluyendo el rendimiento académico, el salario y la participación en el mercado laboral.
Pero existen otras diferencias de género en la educación. De acuerdo a datos del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), los chicos están menos implicados en su colegio o instituto que las chicas, y obtienen rendimientos más bajos. También es más probable que dejen antes el instituto, muchas veces sin titularse.
En la universidad, las mujeres están menos representadas en áreas como matemáticas, física o informática.
En 2012, solo un 14 por ciento de las jóvenes y un 39 por ciento de los jóvenes eligieron ingenierías, manufacturas o construcción.
Ese mismo año, 14 por ciento de los chicos y 9 por ciento de las chicas no consiguieron, en ninguna de las tres áreas evaluadas, lectura, matemáticas y ciencias, el nivel básico de rendimiento que considera este estudio.
Bajo rendimiento en los chicos
PISA muestra que, en general, los chicos de 15 años alcanzan un rendimiento menor que las chicas de la misma edad.
Son diversas las causas de este bajo rendimiento de los chicos en la escuela, y muchas de ellas se relacionan con diferencias de comportamiento entre chicas y chicos. Por ejemplo, los chicos emplean en hacer los deberes en casa una hora menos que las chicas, y cada hora de deberes en casa se traduce en 4 puntos de distancia en el rendimiento, tanto en la prueba de lectura como en la de ciencias y la de matemáticas.
Fuera de los centros escolares, los chicos pasan más tiempo con videojuegos que las chicas y menos tiempo leyendo por diversión.
La competencia lectora es el fundamento del aprendizaje; si no se comprende bien lo que se lee, esto afecta negativamente al rendimiento en las demás materias.
Las chicas: falta de confianza en sí mismas
En la mayoría de los países participantes en PISA, entre los alumnos de buen rendimiento, los chicos lo hacen mejor en matemáticas que las chicas. En el nivel alto, en ningún país lo hacen mejor.
En general, las chicas tienen menos confianza en sí mismas que los chicos para resolver problemas matemáticos o científicos.
Las chicas tienden también a reconocer un sentimiento de ansiedad hacia las matemáticas, y esto se observa incluso entre las chicas de mejor rendimiento escolar.
En los países de la OCDE, la diferencia en puntuación en matemáticas entre los chicos y chicas de mejor rendimiento es de 19 puntos. Sin embargo, si comparamos chicas y chicos que dijeron tener un nivel similar de confianza en sí mismos con respecto a las matemáticas, la brecha de género desaparece.
PISA revela que las chicas lo hacen mejor cuando se les pide una actividad de matemáticas o ciencias parecida a las que acostumbran hacer en clase. Pero cuando se les pide que “piensen como científicas”, las chicas lo hacen peor en comparación con los chicos, por ejemplo, al pedirles que formulen situaciones matemáticas.
Los chicos también sacan mejores resultados, unos 15 puntos, cuando se les pide que apliquen su conocimiento científico a una situación dada, que interpreten fenómenos científicos y que hagan una predicción de los cambios.
Esta diferencia de género podría relacionarse con la confianza que los alumnos tengan en sí mismos. Al tener más confianza, se dan más libertad para equivocarse, para practicar procesos de prueba y error que resultan fundamentales para adquirir mayor conocimiento y comprensión de las matemáticas o de las ciencias.
El futuro de los alumnos
PISA expone, de forma sistemática, que en general, las chicas muestran tener mayores aspiraciones que los chicos en cuanto a sus carreras futuras.
Sin embargo, menos del 5 por ciento de las chicas quieren seguir una carrera de ingeniería o de informática.
En contraste, parece que los chicos piensan que se encuentran mejor preparados para entrar en el mercado laboral que las chicas. Según PISA, las chicas piensan que no están preparadas en un 10 por ciento más que los chicos. Y un porcentaje mayor de chicos que de chicas dicen participar en actividades y prácticas que les preparen para su vida laboral. Conforme se convierten en adultos, los chicos van adquiriendo, tanto en su empleo como en su experiencia vital, una mayor capacidad lectora que la que mostraban en las escuelas.
Cómo reducir o cerrar la brecha de género en educación
Los resultados de PISA indican que los padres no dan el mismo apoyo a sus hijos que a sus hijas en relación con su trabajo escolar o con sus aspiraciones profesionales.
Los padres tendrían mayores expectativas en los hijos que en las hijas a la hora de apoyarles en que hagan carreras de ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas, incluso cuando tanto los hijos como las hijas muestran el mismo rendimiento en matemáticas.
Los profesores pueden ayudar a disminuir esta brecha evitando el posible sesgo de género al dar notas a los alumnos.
Además, los profesores pueden emplear estrategias de enseñanza que exijan más a sus estudiantes, porque estos, y en especial las chicas, tienden a hacerlo mejor en matemáticas cuando se les pide en clase que intenten resolver problemas matemáticos de forma independiente.
En algunos países y ciudades donde se consiguen los mejores resultados, como Shanghai-China, Singapur, Hong Kong-China y China-Taiwan, las chicas lo hacen igual de bien que los chicos en matemáticas y alcanzan mejores resultados que los chicos de la mayoría del resto de países participantes.
PISA muestra que la brecha de género en rendimiento académico no se encuentra determinada por diferencias innatas de capacidad. Se necesitan los esfuerzos aunados por parte de los padres, los profesores, los políticos y los medios de comunicación para que tanto chicas como chicos sean capaces de desarrollar todo su potencial y contribuyan así al crecimiento económico y al bienestar de su sociedad.