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El día después del anuncio de la Reserva Federal (Fed), la probabilidad de un alza en diciembre, de acuerdo al mercado de futuros, cayó de manera importante.

Claramente, el mercado interpretó la decisión de mantener las tasas sin cambio y el lenguaje del comunicado de la Fed como una señal más dovish —es decir, más acomodaticia— de lo que se esperaba.

Después de la intervención de Janet Yellen del jueves pasado en la Universidad de Massachusetts, queda claro que la Fed no quedó cómoda con la interpretación dovish del mercado y que consideró necesario mandar señales más claras al mercado de que un alza en diciembre es bastante más probable de lo anticipado por el mercado.

En concreto, Yellen presentó un detallado análisis histórico y una evaluación actual de la dinámica inflacionaria y el papel de la política monetaria. Dentro de dicho análisis, enfatizó la importancia de tener bien ancladas las expectativas futuras de inflación y destacó la exitosa labor de la Fed durante los últimos 20 años en este rubro.

Asimismo, Yellen describió el delicado balance que debe mantener la política monetaria para evitar escenarios de deflación y de inflación acelerada que pueden ser sumamente dañinos para el consumidor y para el entorno económico en general.

En este preámbulo, la presidenta del Consejo de la Fed concluyó que, bajo el supuesto de que las expectativas de inflación se encuentran bien ancladas —al cual la Fed parece suscribirse ampliamente— la política monetaria podría comenzar un proceso de normalización de las tasas de interés aun cuando la medida preferida por la Fed para medir la inflación se mantiene desde que comenzó la crisis por debajo del objetivo de 2 por ciento.

Aunque la inflación actualmente se encuentra en su nivel más bajo de los últimos años, gran parte de la brecha entre la cifra actual de 0.5% y el objetivo de 2.0% se puede atribuir a la caída en los precios de los energéticos y las presiones a la baja en los precios de los bienes importados atribuibles a la apreciación del dólar frente a la canasta de monedas de los principales socios comerciales de Estados Unidos.

En contraste, la brecha entre el objetivo y la inflación atribuible a la debilidad de la demanda agregada ha venido disminuyendo de manera gradual pero consistente hasta un nivel que la Fed considera relativamente modesto. Esta disminución se ha venido dando en la medida que la actividad económica y la situación del mercado laboral ha mejorado.

Con base en este análisis, Janet Yellen concluyó que la importante brecha que hay entre las cifras actuales de inflación y el objetivo de la Fed es atribuible a factores transitorios y sobre todo volátiles.

Para Yellen no sería sorprendente que en un escenario en el que los precios del petróleo no registran una caída significativa adicional y el dólar no presenta una mayor apreciación de magnitud importante, la inflación regrese a un rango de 1.0-1.5% en el 2016.

Asimismo, la gradual mejoría del mercado laboral debería contribuir a una aceleración en los salarios reales, que a su vez ayudaría a que la inflación se acerque al objetivo de 2 por ciento.

En conclusión, la presidenta del Consejo de la Fed presentó claros argumentos a favor de un incremento en las tasas de interés en diciembre a pesar de los bajísimos niveles de inflación en la actualidad.

Sin embargo, Yellen también fue muy clara en mencionar que la fecha de inicio del ciclo de alzas debería tener un impacto apenas marginal en las condiciones financieras de la economía y que lo importante es que la Fed subirá las tasas a un ritmo muy lento y mantendrá una política monetaria extraordinariamente acomodaticia por un periodo prolongado debido a la incertidumbre que aún acecha a la economía.