Ya quisiera el Reino Unido la suerte de Estados Unidos de tener un acuerdo comercial como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sin tener que cargar la obligación de la apertura migratoria, como sucede en la Unión Europea. Si una mayoría de británicos optó por sacrificar la conveniente membresía a la … Continued
Ya quisiera el Reino Unido la suerte de Estados Unidos de tener un acuerdo comercial como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sin tener que cargar la obligación de la apertura migratoria, como sucede en la Unión Europea.
Si una mayoría de británicos optó por sacrificar la conveniente membresía a la unidad europea, fue porque miles de migrantes legales han llegado a las islas británicas y han ocupado puestos laborales de manera legal, simplemente con mostrar su pasaporte comunitario.
Es una fuerza laboral que ha resultado conveniente para los empleadores británicos, porque han conseguido trabajadores con altas calificaciones a precios más bajos por el aumento de la demanda laboral.
Evidentemente, en sentido contrario, hay muchos nacidos en el reino de Isabel II que no encuentran trabajo y están seguros de que eso ocurre porque en el puesto que quieren hay un polaco o un español.
Eso fue lo negociado y aceptado por los británicos desde que decidieron firmar su integración a la Unión Europea. En esos momentos decidieron que no querían dejar el poder de su moneda, la libra esterlina, y se mantuvieron fuera de la unidad monetaria del euro.
Si usted le pregunta al gobierno británico cuál es su escenario ideal ahora que están forzados a negociar el Brexit, le dirán que quisieran conservar el libre mercado intacto, con sus componentes financieros y comerciales, pero sin el apartado de la libertad de tránsito.
Alemanes, franceses, italianos, españoles y el resto de los 27 socios de la unidad de Europa le responden al reino que ni lo sueñen, que tendrán que encontrar una nueva realidad donde el Reino Unido sea un socio privilegiado de la Unión Europea, pero que reciba un trato de externo al club.
Ésta es una diferencia que no entiende Donald Trump, pero tampoco esos tantos millones de estadounidenses que respaldan la idea de sacar a Estados Unidos del TLCAN; pueden tener la política migratoria que les plazca hacia México y al mismo tiempo gozan de las ventajas de tener un mercado tan importante como el mexicano.
A pesar de la autonomía energética que había conseguido Estados Unidos antes del derrumbe de los precios del petróleo, ese país tiene la puerta abierta al mercado energético mexicano. Una enorme avenida que han tenido siempre para contar con todo el petróleo que necesiten y ahora con acceso a invertir directamente en el sector.
No hay un acuerdo monetario entre ambos países, pero está claro que México tiene una política espejo a la que dicte la Reserva Federal de Estados Unidos.
Es verdad que puede haber más bancos españoles que estadounidenses en el sistema mexicano, pero la mayor facturación de los mexicanos en moneda extranjera se hace en dólares.
Todo eso lo puede hacer Estados Unidos maltratando a los mexicanos trabajadores en su territorio. Ahí está Barack Obama y sus millones de deportados, que con todo y eso nos tiene tan enamorados.
Ya quisieran los británicos tener tantas ventajas y tan pocas obligaciones con sus vecinos.