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Mañana, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer, por tal motivo quiero en este espacio rendir un homenaje, sin caer en lo cursi, a la mujer. Esto último no es nada fácil en un tema como el que me propongo tratar ya que al pensar en las virtudes de la parte femenina de la humanidad enseguida viene a la mente que se trata del ser que nos dio la vida. (Una a cero a favor de la cursilería).

Para hacer este trabajo me pasé antes de ayer domingo, leyendo frases célebres, refranes, aforismos, proverbios y definiciones de la mujer. Buscando aquellos que no tuvieran una carga de afectación solemne y acreedora como para figurar en “Por mi madre bohemios”, pero, también, exentos de caer en la intención de la misoginia, como la del proverbio griego que a continuación, como una excepción y sólo por ejemplificar, transcribiré: Si la mujer fuera buena, Dios tendría una. (Se empata el marcador).

Algo que llamó mi atención es que de los más de mil enunciados leídos calculo que más del 95% de ellos fueron escritos por hombres. Otro porcentaje igual o, tal vez, superior, tiene a la mujer como sujeto de ironía, desprecio, interesada en los bienes materiales y de poca inteligencia.

Claro que para comprender esta manifestación del espíritu y del habla tendríamos que hacer un largo y bien informado ensayo sobre la supuesta superioridad del hombre comparado con la mujer desde el principio de los tiempos (machismo) y una descripción del fenómeno llamado humor que es una de las esencias -no la única- de las que se nutren los géneros aforísticos y proverbiales, cuyas características son la burla, el sarcasmo, el hacer daño verbalmente.

El machismo que, afortunadamente, es una costumbre en vías de extinción, implica un conjunto de conductas, prácticas sociales y creencias que suponen que el hombre tiene derecho a someter a la mujer a su capricho y deseo. Esta ideología promueve la marginación de la mujer de asuntos como la cultura, la ciencia, el arte; relegando su labor a la maternidad, la educación de los hijos y las labores del hogar.

La cultura del machismo surge de una supuesta superioridad física y mental del hombre que se da en las estructuras familiares patriarcales y que se ha trasmitido de generación en generación; siendo la mujer, en su papel de madre, quien tradicionalmente, de manera paradójica, ha impulsado esta forma de vida.

Pero, afortunadamente para la historia del género y de la humanidad, han existido mujeres que se han rebelado contra vivir un rol tan opaco y que han brillado con intensidad: Hipatia de Alejandría (370-415), nacida en Egipto, filósofa y la primera mujer matemática de la que se tiene conocimiento. Escribió sobre geometría, álgebra y astronomía. Mejoró el diseño de los primeros astrolabios -instrumentos que determinan las posiciones de las estrellas sobre la bóveda celeste- e inventó un densímetro -artefacto que sirve para determinar la densidad o el peso específico de los líquidos y de los sólidos-, por lo que fue proclamada pionera en la historia de las mujeres y la tecnología.

Los que hablamos español podemos presumir de una mujer genial que manejó nuestro idioma con singular maestría, me refiero a la novohispana Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), quien por cierto es de las pocas mujeres que encontré en los libros de dichos y aforismos sobre la mujer, ella escribió: “Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis”.

De nuestra Sor Juana damos un brinco a la Revolución Francesa (1789), movimiento durante el cual la mujer por primera vez tomó conciencia de manera colectiva de su situación social. Durante la Revolución Francesa se produjeron los primeros reclamos sobre los derechos políticos y ciudadanos para la mujer. Al final del siglo XVIII y principios del XIX se comenzó a manifestar la necesidad de la reivindicación de los derechos de la mujer y su igualdad con los del hombre.

A mitad del siglo XIX surge el Movimiento Sufragista, que además de exigir el voto para la mujer denunciaba la opresión social, familiar y social.

Fue en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunidas en Copenhague, cuando se proclamó el 8 de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora.

Pero quiero terminar mi trabajo de hoy con unas cuantas frases de las que coleccioné el domingo pensando en la columna de hoy:

Una de las cumbres del Siglo de Oro español, el poeta y dramaturgo Lope de Vega, escribió: “La mujer es lo mejor del hombre”.

El polígrafo alemán Johan Wolfgang von Goethe expresó: “La mujer es la única vasija que aún nos queda donde verter nuestro idealismo”.

El nayarita Amado Nervo (1870-1919) dijo: “Joven o vieja, bella o fea, frívola o austera, la mujer siempre sabe el secreto de Dios”.

El zacatecano Ramón López Velarde (1888-1921) escribió: “Nada puedo entender ni sentir sino a través de la mujer”.

El nativo de Zapotlán el Grande, un pueblo que de tan grande se los hicieron ciudad, Ciudad Guzmán, Jalisco, el orfebre del lenguaje Juan José Arreola buriló: “Las mujeres toman la forma del sueño que las contiene”.

Yo hace tiempo escuché, sin saber quién lo dijo, y he tratado de ser fiel a este lema: “Respeto a todas las mujeres porque fui criado por una reina”.

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