Elecciones 2024
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Con una autoridad rebasada, que prefiere encomendarse a un amuleto que tomar decisiones políticamente costosas, lo que la sociedad ha hecho en materia de prevención sanitaria es la autoorganización.

Las empresas organizan guardias y trabajo a distancia, las escuelas particulares deciden cerrar sus puertas antes de los tiempos oficiales, en los hogares no se esperan a una decisión gubernamental que quizá nunca llegue y mejor se quedan en casa.

Pero, en materia económica, ¿qué tan efectiva puede ser una organización social ante un gobierno ausente?

La primera víctima de la recesión que viene, que a estas alturas parece inevitable, será el propio gobierno federal.

A estas alturas, el propio presidente de la República debería ser quien presentara todo un plan de reestructura presupuestal para destinar mayores recursos a la emergencia sanitaria y después a incentivar la reactivación económica tras la crisis.

La realidad es que la 4T está en la fase de preguntarse cínicamente: “¿Cuál crisis?”. En la República de los otros datos, con una estampita basta.

La reasignación de recursos presupuestales tiene que partir de la realidad de un derrumbe en la recaudación tributaria y un desplome en la recaudación petrolera. No es sólo cuestión de holgar las metas de estabilidad macroeconómica y justificar un déficit o hasta un mayor endeudamiento.

Es necesaria una estrategia que incluya modificaciones fiscales que, por un lado, permita aligerar la carga fiscal de los agentes económicos en estos momentos, y después ampliar la base de contribuyentes, vía los impuestos al consumo, para pagar la factura que se va a generar y que pesará en las finanzas públicas.

Para ello se necesitan técnicos verdaderamente expertos que diseñen muy bien un plan de contingencia fiscal, pero lo que más se necesita y que por ahora parece una gran carencia es un liderazgo que no se enfoque solamente en su beneficio político personal.

El banco Credit Suisse ya revisó el comportamiento de la economía mexicana y prevé un Producto Interno Bruto de –4%, antes de que se desaten los contagios masivos y se tenga que frenar de facto la actividad económica.

Ésta es por ahora la estimación más pesimista, pero algo aprendimos el año pasado. Los más pesimistas del 2019 fueron los más acertados al final del año.

Pemex empezó a restringir información tan elemental como el costo de la mezcla mexicana y el director de esa empresa juega con las cifras del costo de producción de petróleo en México, como para esconder la gravedad de que cada barril de crudo en el mercado puede costar menos que el costo de extraerlo.

Las empresas de todo tamaño, el comercio y los hogares deben tener planes locales de contención ante la inevitable recesión. Lo que más se tiene que cuidar en estos tiempos, después de la salud, es la permanencia del empleo.

El presidente no lo hace parecer como un asunto de la máxima seriedad, pero lo es. Hay que prepararnos para tiempos complejos en la economía, porque además venimos de una caída económica autoinducida el año pasado.