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Son humo y cortina.Florestán

El Vaticano. De todos los viajes de los papas a México que he cubierto, recuerdo, por supuesto, el de Juan Pablo II, el 26 de enero de 1979, el primero que hacía a México un sucesor de Pedro, a tres meses de haber sido electo como el primer obispo de Roma no italiano en casi 500 años, Karol Wojtyla, el papa que vino del frío, de la Polonia detrás de la cortina de hierro, en uno de los puntos más álgidos de la guerra fría, con James Carter en la Casa Blanca y Leonid Brezhnev en el Kremlin, que había invadido Afganistán, guerra que perderían ante el Talibán.

El 6 de agosto de 1978, a la muerte de Paulo VI, y en el asfixiante verano romano, se reunieron los integrantes del colegio cardenalicio para elegir a un sucesor, el sorprendente, y luego breve, patriarca de Venecia Albino Luciani que quiso llamarse Juan Pablo, en memoria de sus antecesores Juan 23, también titular de la cátedra veneciana, y Giovanni Batista Montini, que sucedería años antes al inolvidable Roncalli.

Recuerdo el cadáver de Paulo VI expuesto en San Pedro, donde por la noche especialistas japoneses trabajaban para impedir que el calor afectara el cuerpo.

Tras aquella larga sede vacante, los cardenales bajo los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, eligieron a Luciani la tarde del 28 de agosto, para encontrarlo muerto, 33 días después, el 28 de septiembre, en su departamento del Palacio Pontificio, siendo el primer pontífice en morir solo, dudándose siempre de lo natural de su fallecimiento.

Los mismos cardenales se volvieron a encerrar en la Sixtina para votar, el 16 de octubre, por un papa no italiano, el arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, en aquel año de los tres papas, y que cien días después, hacía su primer viaje al extranjero con destino a México a donde llegó el 26 de enero de 1979.

Recuerdo, le decía, aquel viaje como los otros cuatro que hizo a México Wojtyla, y el de Benedicto XVI, en marzo de 2012, como recordaré siempre el que inicie mañana con Francisco.

Son privilegios de este oficio que compensan, con muchísimo, cualquier mal momento o trance.

Es, éste, el mejor oficio del mundo.

RETALES

1. CARTA. Me llama la atención la carta pública que Norberto Rivera mandó al papa Francisco, cuando es conocida la distancia que hay entre su modo de vivir y de pensar la pobreza de la Iglesia;

2. AVIONES. En sus viajes a México, los papas siempre han volado en aviones de Aeroméxico, excepto en el tercero de Juan Pablo que llegó a Mérida en un 757 de Taesa. En 1979, Juan Pablo arribó de Santo Domingo y regresó a Roma en un DC-10 de Aeroméxico, igual que en mayo de 1990. En agosto de 2002 voló el 757 y ahora Francisco lo hará en un 787; y

3. COCHES. Uno de los cambios de este papa que ha eliminado los lujosos Mercedes Benz y sustituido por los FIAT y para los papamóviles los Jeeps, que produce la firma italiana, que compró Chrysler.

Nos vemos mañana, pero en privado

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