Elecciones 2024
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En la pasada Asamblea Nacional del PRI no hubo, como se advertía, ni fracturas ni deserciones; mucho menos una escisión al estilo de la Corriente Democrática en 1987. Todavía queda, sin embargo, el riesgo de una desbandada a nivel de base a lo largo de la campaña. Por ello, aunque en la plenaria se reiteró que el partido se abría a la sociedad, en realidad el encuentro devela otro propósito prioritario: mantener unido y energizado al PRI de cara a 2018.

Es cierto que los nuevos documentos básicos del PRI muestran un intento por legitimarse ante la sociedad. El capítulo sobre ética y rendición de cuentas es el mejor ejemplo de ello. Así también quiso presentarse la eliminación del requisito de militancia previa para los aspirantes, aunque en realidad aquí el objetivo fue ampliarle la baraja de candidatos al Presidente.

De todos los cambios anunciados, el que más aplausos concitó nada tiene que ver con la sociedad civil. Este fue la prohibición de la sucesión consecutiva de puestos de representación popular por la vía plurinominal. Y es que esto abre espacios que estaban reservados para la cúpula del partido y manda la señal de que habrá lugar para todos.

Pero lo que más entusiasmó a los asistentes fue que tanto el escenario de esta Asamblea como los discursos centrales evocaron inequívocamente al PRI hegemónico. Así quedó demostrado con la euforia de miles de delegados ante la promesa de volver al carro completo y su entrega a un Presidente de la República que fustigó el caudillismo, la inexperiencia y la claudicación de principios, en una lógica que deja al PRI como la única opción.

Si bien no vimos la efervescencia de las bases de la XIV Asamblea con Colosio, esta fue una Asamblea revitalizadora para el PRI. Para los priistas lo que queda es la sensación de fortaleza y de poder, nada más estimulante ante el inicio de las campañas.

Al final, la Asamblea refrenda que, como en el Estado de México, será el voto duro el que estará en la mira en 2018. El PRI parece convencido de que hablándole al oído a su base, puede mantenerse en el poder.