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La semana pasada Banxico, publicó su Informe Trimestral de Inflación correspondiente al primer trimestre de este año. El informe contiene una fuerte revisión a la baja en los estimados de crecimiento.

En esta ocasión, Banxico optó por incluir tres diferentes escenarios de estimación del PIB, en lugar de un rango como lo hace normalmente, debido al extraordinario nivel de incertidumbre prevaleciente.

En el primer escenario, Banxico prevé una recuperación económica en forma de “V”, anticipando una contracción en el PIB de 4.6% en el 2020 y una recuperación de 4.0% en el 2021. En el segundo escenario, Banxico anticipa una recuperación en forma de “V Profunda” en la cual el PIB se contraería 8.8% en el 2020 y crecería 4.1% en el 2021. En el tercer escenario, el banco central presenta una recuperación en forma de “U Profunda” en el que el PIB presentaría una contracción de 8.3% en el 2020 y una de 0.5% en el 2021.

Banxico no se aventuró a asignar probabilidades a estos tres escenarios, pero destaca factores de riesgo a la baja y al alza. Dentro de los riesgos a la baja se encuentran: I) la prolongación o endurecimiento de las medidas de distanciamiento social; II) episodios adicionales de volatilidad financiera; III) una falta de efectividad de las medidas de apoyo económico; IV) que las secuelas de la pandemia tengan un carácter más permanente; V) que haya reducciones adicionales a la calificación crediticia soberana y de Pemex; y VI) que haya una mayor debilidad en la demanda agregada.

Mientras tanto, los riesgos al alza incluyen: I) la contención efectiva de la pandemia; II) que los estímulos económicos sean efectivos para apoyar la recuperación; y III) que la entrada en vigor del T-MEC propicié una inversión mayor a la esperada.

Desafortunadamente, el análisis de estos factores hace difícil apostar por el escenario optimista de recuperación en forma de “V”. Tratemos de colocarnos en el mejor escenario desde el punto de vista de salud y supongamos que nuestro país logra avanzar del semáforo rojo al verde en los próximos dos meses y que no hay un rebrote de la epidemia en el otoño que requiera de nuevas medidas de distanciamiento social.

Aún así, para estar en el escenario de recuperación en forma de “V” tendríamos que suponer que los estímulos económicos otorgados son suficientes y que la entrada en vigor del T-MEC genera un fuerte repunte en la inversión. Creo que el debate sobre si los estímulos económicos, tanto monetarios, pero sobre todo fiscales, son suficientes deja muy pocas dudas.

México es de los países que menos han hecho en el frente fiscal, mientras que por el lado monetario hay medidas inteligentes de Banxico –que contribuyen de manera decisiva al funcionamiento adecuado del sistema financiero– pero con efectos limitados en la economía real.

En cuanto el tema del T-MEC, aún y cuando la dinámica geopolítica favorece a México, si el gobierno no propicia un clima de confianza para la inversión –como analizamos en Sin Fronteras del 21 de mayo– resulta complicado que el T-MEC nos salve. Aunque es posible que México no pierda el grado de inversión hasta el 2022, el escenario más probable para México es el de una gran recesión en el 2020, seguida de una débil recuperación en el 2021 y 2022.

La Encuesta de Expectativas de Especialistas del Sector Privado publicada ayer 1 de junio, por Banxico arroja un promedio de estimados para el PIB de -8.2% para el 2020 y una recuperación del 2.5% para el 2021 y de 2.1% para 2022. A menos de que el 2021 y 2022 nos den una gran sorpresa, México podría tardarse hasta el 2023 para alcanzar el nivel del PIB del 2019 –que ya era menor al del 2018.

En pocas palabras, estamos ante la posibilidad de un lustro perdido en términos de crecimiento.