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Eventualmente el alemán puede cobrar relevancia en la educación de muchos mexicanos, en un acuerdo que ya es fructífero en materia de preparación de profesionistas

Ahora que está por iniciar formalmente el rompimiento entre el Reino Unido y las otras 27 naciones de la Unión Europea se ha dado una discusión, entre muchas otras, para dejar de comunicarse entre ellos y ante el mundo en inglés.

Puede ser por ahora el menor de sus problemas en este proceso de distanciamiento, pero no deja de ser una expresión de separación. Porque más allá del origen de la lengua inglesa, se trata sin lugar a dudas del idioma universal de estos tiempos.

Aunque claro que los franceses y los alemanes hablarán en sus idiomas cada vez que puedan, donde el protocolo no mande otra cosa.

Si yo hubiera titulado esta columna como un Free Trade Agreement con Alemania nadie tendría dudas de lo que eso significa. Pero escrito en alemán se convierte en un largo jeroglífico prácticamente incomprensible para la mayoría.

Alemania como nación representa el quinto país con el que más intercambio comercial tenemos, pero México sólo hace llegar una fracción de sus exportaciones a este país, frente al apabullante monto que enviamos a los Estados Unidos.

La comodidad del libre comercio con el vecino del norte ha instalado a este país en una conveniente zona de confort que solo hasta ahora que tenemos la amenaza proteccionista del gobierno de Donald Trump empezamos a notar.

México es para Alemania apenas una fracción de sus intereses porque, aunque la Casa Blanca lo niegue, somos una prioridad en tantas materias como la comercial, financiera, de seguridad, de migración, de turismo, de energía y muchas más.

Pero, en el contexto actual, cuando los británicos y, sobre todo, los estadounidenses han dado paso a un discurso proteccionista, está claro que hay mercados en juego. Y, especialmente, para Alemania, pues lo que tiene frente a sí es la oportunidad de consolidarse como el líder de ese llamado mundo libre.

Si Trump no quiere ese lugar, la canciller alemana, Angela Merkel, sí lo quiere. Japón, tan cerca de China y Corea del Norte y tan lejos de todos los demás, necesita de Estados Unidos. Francia tiene un líder carismático, pero le falta Producto Interno Bruto y Rusia no entra en la categoría de “mundo libre”.

México vale una visita de poco más de 24 horas y vale mucho el hacer equipo con uno de los engranes del grupo de las 20 economías más desarrolladas del mundo. México, como puerta de acceso al norte y sur del continente americano, tiene un gran valor.

Nuetro país como consumidor es un mercado mediano, pero históricamente fascinado por los productos alemanes. No es gratuito que el auto emblema de la mexicanidad sea el bocho de origen teutón.

Alemania es un buen aliado para entrar bien al mercado europeo que tan complejo es, principalmente, para productos del sector primario. Pero una buena recomendación ayuda para ampliar los alcances del acuerdo de asociación México-Unión Europea.

La realidad es que hoy el comercio con Europa es mucho menor de lo que se podría lograr. Ahí es donde Alemania es clave para México.

Eventualmente el idioma alemán puede cobrar relevancia en la educación de muchos mexicanos, en un acuerdo que ya es fructífero en materia de preparación de profesionistas.

Por lo pronto, el hecho de brindar por esta alianza con una cerveza que presume ser de inspiración mexicano-alemana, alzar el tarro y decir prost, es una buena señal de acercamiento.