El eje de esa negociación sería que Ucrania ingrese a la Unión Europea, no a la OTAN, a cambio de garantías contra nuevas invasiones y la cesión territorial de lo que, de cualquier modo, no podrá recuperar
Hay diferentes nociones sobre lo que podría considerarse una victoria de Ucrania en su heroica resistencia a la criminal invasión de Putin.
La definición del impresionante presidente ucraniano Volodímir Zelenski, es que la victoria consiste en recuperar hasta la última pulgada de territorio ucraniano en manos rusas, el pago de indemnizaciones por la destrucción y tribunales que juzguen a los rusos por sus crímenes de guerra.
La definición del presidente Biden ha sido, en lo fundamental, que Ucrania no puede perder esta guerra, con lo que quiere decir que Rusia no puede ganarla, es decir, que no puede ocupar y desaparecer a Ucrania como nación.
La definición de Stephen Kotkin, el gran biógrafo de Stalin, cuya impresionante entrevista con David Remnick en The New Yorker no he hecho sino glosar en estos días, no es militar, sino política y, en su más alto sentido, civilizatoria.
Occidente, sugiere Kotkin, debe apoyar sin reticencias el esfuerzo militar de Ucrania para que ésta pueda lograr, pronto, en este verano, ciertas ganancias visibles en el campo de batalla, suficientes para, de algún modo, cantar victoria, y pasar de ahí a una mesa de negociaciones de paz que tenga como resultado algo semejante a lo obtenido con la división de Corea en Norte y Sur, o de Alemania en Occidental y Oriental.
El eje de esa negociación sería que Ucrania ingrese a la Unión Europea, no a la OTAN, a cambio de garantías contra nuevas invasiones y la cesión territorial de lo que, de cualquier modo, no podrá recuperar.
Hay algo horrible en esta solución, dice Kotkin: Ucrania tiene que sentarse a hablar con “su asesino” y llegar al acuerdo de que “el asesino se quede con algo de lo que ha robado”.
Pero hay algo prometedor: Ucrania podría empezar su reconstrucción. Podría empezar a recibir de Occidente los 350 mil millones de dólares que costaría esa reconstrucción. Podría seguir con el proyecto de una Ucrania democrática, próspera, capaz de poner el extraordinario talento joven que ha mostrado tener durante la guerra en la construcción de una Ucrania europea.
Esta es la paz que puede ganar Ucrania, a cambio de la guerra que no puede ganar.
(La entrevista de Remnick a Kotkin en The New Yorker, 17/2/23).