Elecciones 2024
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El presidencialismo en México goza de cabal salud. La reedición ayer del Día del Presidente confirma el enamoramiento de Andrés Manuel López Obrador con la plaza pública.

Sin embargo, popularidad no es asertividad. Y los datos duros hasta este primer corte de caja de la actual administración dejan ver que no dormir en Los Pinos o ganar menos que el expresidente Peña Nieto no son logros de gobierno.

Lo que vimos ayer en lo que la 4T dio en llamar Tercer Informe de Gobierno al Pueblo de México, por cierto leído sin la presencia del “pueblo”, y lo que vemos cada mañana en sus conferencias de prensa en Palacio Nacional no hacen sino comprobar que López Obrador es un político con mucho más poder del imaginado y que no duda en ejercerlo para despejarse el camino.

También está claro que su partido, Morena, es muy obediente de las órdenes presidenciales en todos los ámbitos, empezando por el Congreso, pero no es un monolito, y que el poder hace florecer con mucha facilidad lo peor de muchos de sus integrantes.

El pleito Monreal-Batres deja ver que la envoltura partidista que cubre al presidente López Obrador es igual a la de otros partidos políticos donde ha militado, el PRI o el PRD, pero en este caso con mucho menos tiempo para haber procurado una depuración antes de llegar al poder. El gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, es un buen ejemplo de cómo la locomotora lopezobradorista puede encumbrar a lo peor.

Ya pasó, pues, el más reciente performance presidencial de los “otros datos”, y lo que sigue esta semana será crucial.

Ahí está pendiente de confirmación aquella versión del Financial Times de que la 4T se prepara para recular en su decisión de desechar las alianzas con empresas privadas y revivir las licitaciones energéticas entre particulares.

Apenas la semana pasada el anuncio de un arreglo entre las empresas propietarias de los gasoductos y el gobierno federal dejó la sensación de que fue lamentable el episodio de incumplimiento por parte de la Comisión Federal de Electricidad de Manuel Bartlett, pero que hay posibilidades de recuperar de lo perdido lo que aparezca.

Es la semana de presentación del Paquete Económico para el 2020 y cualquier señal que abone a creer que puede haber sensatez sirve.

Si el partido presidencial no es un monolito, su gabinete mucho menos. Han sido públicos los pleitos por las posiciones encontradas, también en materia energética. Así que habrá que esperar a ver si esa fuente del diario británico fue una del lado moderado, que ha sido apabullado por los más radicales, o bien si realmente hay un cambio en el discurso de confrontación con los conservadores y fifís.

Es un hecho que el mercado espera con mucho interés los planteamientos de ingreso y gasto para el próximo año para poder hacer los cálculos sobre la viabilidad de la economía mexicana.

El consejo más repetido por las calificadoras y los analistas en general es dar claridad a las decisiones de gobierno. Y Pemex es un foco especialmente encendido en rojo que merece de la mayor sensatez posible por parte de este gobierno.

Así que, discursos e informe aparte, lo que cuenta en serio es lo que está por venir.