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Es apenas 17.5%, pero se trata de la primera sanción comercial que Estados Unidos aplica a México, en la era López Obrador. Un gesto rudo que se produce en un momento crucial de cara a la aprobación del T-MEC, en el legislativo de Estados Unidos. Se suma a la disrupción de las operaciones en las aduanas y a los aranceles contra el aluminio y el acero que siguen en vigor.

La sanción impuesta por el Departamento de Comercio responde a la presión de los agricultores de Florida y afecta la tercera mayor exportación agropecuaria de México, que factura más de 2,000 millones de dólares anuales, sólo superada por la cerveza y los aguacates. Es significativo el argumento que esgrimieron los productores de Florida: es imposible competir con el tomate de México porque emplea mano de obra que gana muy poco.

Cabe preguntar si este argumento de los bajos salarios y la sanción del Departamento de Comercio son una especie de prólogo de la batalla que viene en el legislativo estadounidense para la aprobación del T-MEC. Hay que estar muy atentos: los bajos salarios están en la discusión sobre producción manufacturera en México, por ejemplo en los automóviles, pero no se habían empleado en el contexto de las ventas de productos agroalimentarios mexicanos a Estados Unidos. Son alrededor de 26,000 millones de dólares anuales y dejan claro que México se convirtió en la huerta de América del Norte, como consecuencia de la entrada en vigor del TLC. Es obvio que esto ocurrió por muchas razones, no necesariamente por los costos de la mano de obra.

¿Por qué demandan los productores de Florida y no los de California? Las dos principales regiones productoras de frutas y hortalizas desarrollaron estrategias muy diferentes en el proceso de integración económica de la región de América del Norte. Los productores de California hicieron grandes inversiones directas en México o se asociaron con mexicanos para producir en México. los californianos son parcialmente responsables del éxito de la agricultura moderna de exportación en México. Los tomateros de Florida, por el contrario, apostaron por mantenerse en su territorio y defender su mercado. Se quejan mucho, pero no les ha ido tan mal. Mantienen una parte significativa del mercado estadounidense, que ha crecido sustancialmente desde la entrada en vigor del TLC: el consumo per cápita pasó de 12 libras en la década de los 80, hasta 21 libras ahora.

Las sanciones impuestas al tomate mexicano se traducirán en un fuerte incremento del precio para los consumidores de Estados Unidos. La Secretaría de Economía de México calcula que el incremento sería de 38 a 70% en Estados Unidos, pero no queda claro si habrá una reducción en el mercado mexicano. Lo que sí es un hecho es que el gobierno de México confía en que los consumidores de Estados Unidos se convertirán en un factor de presión para revertir el impuesto compensatorio. Seguramente ocurrirá así, pero quizá no sea suficiente, ¿qué más piensa hacer el gobierno mexicano… qué más puede hacer, en un contexto en el que no puede presionar tanto por un tema, si eso significa poner en riesgo el T-MEC? La moneda está en el aire, mientras tanto hay 400,000 personas que viven de la producción del tomate y están en cuatro estados: Sinaloa, San Luis Potosí, Jalisco y Michoacán.