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Estados Unidos quiere reducir el déficit comercial con México. Donald Trump necesita un “estandarte” para demostrar que logró una negociación exitosa. México deberá ceder algo, pero no está claro qué. Lo único claro es que tendrá que entregar algo que tenga valor sustancial para el equipo de Trump. Ojalá no sea el comercio electrónico. Ahí está el futuro.

En las primeras cuatro rondas, Estados Unidos ha puesto en la mesa varios temas, entre ellos cambios en las reglas de origen en el sector automotriz; comercio administrado de los bienes agropecuarios; cambios sustanciales en el mercado laboral mexicano y mayor apertura en comercio electrónico. En los dos primeros temas, México quiere que las cosas sigan como están o tengan cambios menores. Ahí pondrá sus balas de plata la delegación mexicana: interesa que México siga siendo una “potencia” manufacturera y la huerta de América del Norte.

Los cambios más probables vendrán en el tema laboral y en el comercio digital. Con lo laboral no hay nada que defender; ¿cómo justificar la caída en dólares de los salarios en industrias de exportación? Quizá no sea un caso de dumping laboral, pero sí algo que se le parece. Lo único que queda es negociar plazos para la implementación. Necesitaremos varios años para cerrar verdaderamente la brecha con los sueldos de Estados Unidos y Canadá, en industrias como la automotriz o la aeronáutica. Debemos, sin embargo, mostrar que habrá cambios desde el primer año del TLCAN 2.0.

El caso del comercio electrónico es uno de los más interesantes. Se trata de un rubro de alto crecimiento en el que Estados Unidos marca la pauta a nivel mundial y México está en una etapa temprana de desarrollo. No hay en la delegación mexicana un grupo de comercio electrónico que pueda compararse en influencia a los que defienden los intereses de las industrias consolidadas, como la automotriz y electrónica o a los productores del campo.

El problema es que el futuro está subrepresentado. El mundo está migrando rápidamente al comercio digital y México todavía no termina de decidir qué papel quiere jugar en ese futuro que ya asoma la cabeza. Amazon, Google, Apple y Facebook, entre otros, son jugadores que están eliminando las barreras entre sectores de negocio. Están simultáneamente en  tecnología, comercio, publicidad, telecomunicaciones y servicios financieros.

México podría ceder a la tentación de concentrarse en lograr una buena negociación en sectores que ya tienen historia y “sacrificar” el comercio electrónico. Sería un error. No es que sea malo apostar por la manufactura en automotriz, aeronáutica y electrónica. Estos sectores producen cientos de miles de empleos y dan vida a una docena de estados de México. Sólo hay que tomar en cuenta que se trata de actividades que las grandes empresas de Estados Unidos han ido “exportando” para concentrarse en el futuro. Decir comercio electrónico es hablar de una amplia agenda que va más allá de definir de qué tamaño queda la franquicia para una compra en la Internet.

Una buena negociación, para México, implica salvar la manufactura, el comercio agropecuario y sentar las bases para el desarrollo de una economía digital del siglo XXI. Lo único que podemos y debemos sacrificar es el statu quo en el mundo laboral. Sacudirnos el modelo de crecimiento basado en salarios bajos…, más bajos que en China.

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