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A principios de esta semana, los gobiernos de México y Estados Unidos anunciaron un acuerdo preliminar para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Aunque este acuerdo fue exclusivamente entre México y Estados Unidos, Canadá podría sumarse durante las próximas semanas —aunque todavía hay temas de gran confrontación con EE.UU.

Para muchos observadores, la modernización del TLCAN ha quedado corta, generando un acuerdo a todas luces subóptimo.

Sin embargo, los observadores también coinciden que un acuerdo subóptimo es mejor que ningún acuerdo. Si bien de este lado de la frontera prevalece la sensación de que México cedió mucho en aspectos claves para mantener el acuerdo, en Estados Unidos hay varios especialistas que aseguran que la administración Trump logró apenas victorias pírricas, cuyo único valor es mediático y político.

La realidad es que los cambios, resultado de la negociación, pudieron ser mucho mejores, pero el resultado final también pudo ser mucho peor para México. Los que apoyan a Trump aplauden que el estilo rudo y confrontacional del presidente funcionó para “deshacer el peor acuerdo comercial de la historia” y lograr un nuevo acuerdo que es “grandioso” para Estados Unidos.

Por otro lado, los críticos del presidente estadounidense aseguran que el show montado por Trump sirvió principalmente para dañar la relación con Canadá y México a cambio de mejorías marginales al acuerdo.

La realidad es que la modernización del tratado era necesaria y las negociaciones arrojaron mejoras en temas como el comercio electrónico, el sector energético y reglas de propiedad intelectual.

Para alcanzar un acuerdo y eliminar la absurda sunset clause que exigía la cancelación del tratado cada cinco años a menos de que todos los socios lo ratificaran, México tuvo que ceder en el apartado de reglas de origen en el sector automotriz.

En concreto, para evitar aranceles, el requisito de contenido regional de un vehículo subió de 62.5% a 75 por ciento. Asimismo, entre 40 y 45% del contenido de cada vehículo debe ser producido por trabajadores que ganan más de 16 dólares por hora.

En teoría, estos cambios deberían contribuir a generar más empleos en Estados Unidos.

Aunque el alza en la regla de contenido de origen podría no tener un impacto importante en México —son pocos los vehículos que importa Estados Unidos de México con un contenido regional por debajo de 75%—, el requisito de producción con salarios superiores a 16 dólares sí desplazará producción y empleos de México a Estados Unidos.

Al final del día, el nuevo TLCAN mantiene gran parte de las virtudes y defectos del TLCAN original, por lo que el reto para México va mucho más allá del nuevo tratado.

Aunque el TLCAN original tuvo un impacto transformacional en varios sectores y regiones específicas del país, su contribución no ha sido suficiente para transformar a México en una economía desarrollada o, por lo menos, para cerrar la brecha ante sus dos principales socios comerciales y mejorar el nivel de vida de la gran mayoría de su población.

A pesar de esta realidad, sería injusto achacar esta situación al TLCAN, ya que hay muchos otros factores que han frenado el desarrollo de nuestro país como la corrupción, la ausencia de reformas estructurales durante años y la debilidad del Estado de Derecho.

Lo más probable es que, sin el TLCAN, los resultados para nuestro país serían aún más pobres en materia de crecimiento.

El cierre de las negociaciones del TLCAN debe ayudar a eliminar parte de la incertidumbre que ha impactado a México desde la elección de Donald Trump.

Ahora le toca a México trabajar en fortalecer el Estado de Derecho y generar las condiciones internas para mejorar la productividad y alcanzar un mayor crecimiento.