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El acuerdo para el TLC 2.0 está muy cerca y muy lejos. Estados Unidos no cede en los puntos cruciales, como son las reglas de origen para el sector automotriz y el sunset clause, esa cápsula de cianuro que pondría fin al acuerdo cada cinco años en automático. Por eso, a quién le extraña que Ildefonso Guajardo emita señales que obligan a moderar el optimismo: “Avanza, avanza, pero no es fácil”, dice. “Estamos tratando de hacer lo mejor, pero quedan muchas cuestiones pendientes”.

Estados Unidos quiere que se incluya un sueldo mínimo de 15 dólares por hora en automotriz y autopartes, de acuerdo con el columnista canadiense Jeff Rubin. Esta exigencia cuenta con el apoyo de Canadá y tiene dedicatoria para México, donde los sueldos en el sector automotriz estarían en el rango de los 2 a los 5 dólares por hora. La delegación mexicana rechaza esta propuesta, entre otras cosas porque no acepta que la modernización del TLCAN se convierta en un mecanismo para que otros países intervengan en un asunto que el gobierno mexicano considera que es interno. El sector privado se opone a un alza de salarios tan radical.

Otra de las exigencias de Estados Unidos tiene que ver con la obligación de incorporar a los vehículos acero y aluminio producidos en la región norteamericana. En caso de no hacerlo, se activaría el arancel de “castigo” que Donald Trump anunció y que luego dejó en suspenso, subordinado a la marcha de las negociaciones.

La última milla del TLC 2.0 está cuesta arriba. Son rudas las condiciones que Estados Unidos quiere imponer en el sector automotriz y, además, el calendario no ayuda. El acuerdo entre los tres países debe estar listo en las próximas dos semanas, si de lo que se trata es evitar la contaminación con la recta final del proceso electoral en México y también conseguir que el documento sea discutido y aprobado por la actual legislatura en México.

Los tiempos en Estados Unidos ponen sus propias condicionantes. El jefe del equipo negociador, Robert Lighthizer, pondrá una pausa en las negociaciones de alto nivel porque debe viajar a China la próxima semana. ¿Qué cosa hay más importante que el NAFTA?, se preguntarán ustedes. Evitar una guerra comercial con China. Las dos mayores economías del mundo se impusieron aranceles por valor de decenas de miles de millones de dólares, luego de acusaciones de Estados Unidos a China de piratería tecnológica y transferencia tecnológica forzada. Al país del Dragón viajará una nutrida delegación encabezada por Donald Trump.

La ausencia de Lighthizer le quita días a un calendario que ya estaba muy apretado. Por eso, esta semana la agenda de reuniones entre los socios del TLCAN ha sido tan intensa. De cualquier modo, no ha servido para producir resultados definitivos. Por ello, la canciller y jefa de la delegación canadiense, Chrystia Freeland, canceló su participación en la cumbre de la OTAN programada para hoy viernes. Se quedará en Washington.

El sector automotriz ha sido la manzana de la discordia desde el principio de las negociaciones. Genera cientos de miles de empleos bien pagados y es el mejor símbolo de la integración económica regional. Es tan importante que ninguno de los tres países quiere ni puede ceder. El tiempo pasa, mientras se están acabando las hojas del calendario. Es un duelo al sol, ¿quién parpadeará primero?

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