Elecciones 2024
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Un día después de la renuncia de Carlos Urzúa, la Fiscalía General de la República (FGR), detuvo en un restaurante de Polanco, donde comía con su amigo y cliente, Carlos Romero Deschamps, al abogado Juan Collado, por una probable responsabilidad de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita –manera eufemística de decir lavado de dinero.

Enfatizo que la renuncia del secretario de Hacienda fue un día antes de la detención del abogado porque, dice el lugar común, que en política no hay coincidencias. Opino que aunque justa y necesaria, la captura fue una caja china del gobierno federal, para atenuar el golpazo mediático provocado por el señor Urzúa; algo que ya se manejaba en la Fiscalía esperando una orden para aprehender al señor Collado en un momento oportuno y conveniente. Hice notar que el hoy preso, al ser detenido comía con el finísimo caballero, líder de la mafia sindical petrolera, don Carlos Romero Deschamps, al cual deduzco que algo se le debe de haber fruncido al ver entrar a los agentes de la Policía Federal Ministerial; debió decir para sus adentros: “¡En la madre! La cobertura total que Peña nos dijo tener arreglada no fue respetada. Ya vienen por mí, lo bueno es que estoy con mi abogado”.

Otra coincidencia, esta sí totalmente casual, es que ambos sujetos aquí mencionados a propósito del caso Collado, se llaman Carlos. Debo aclarar que, obviamente, al del apellido Urzúa no va dedicada la paráfrasis del refrán que sirve de encabezado a esta columna, no así a Romero Deschamps y a otro Carlos: Salinas de Gortari, así como a Enrique Peña Nieto y a otros más de diferentes apelativos que, tal vez, ya anden de gira por recónditos lugares del planeta de manera precautoria previendo que sus honorables nombres surjan en las investigaciones.

Como ustedes saben, hace poco más de un mes se celebró la boda de Mar Collado, hija del hoy huésped del Reclusorio Norte. La gran fiesta nupcial se realizó en la Hacienda Jajalpa, situada en el Estado de México, a ella asistieron personalidades del mundo de la política como Manlio Fabio Beltrones, el ya mencionado Romero Deschamps, el gobernador mexiquense Alfredo del Mazo, los ministros de la Suprema Corte –¿quién dice que en México hay tráfico de influencias?- Jorge Mario Pardo Rebolledo, Luis María Aguilar y Eduardo Medina Mora. Además de algunos ex, tales como el ex-rector de la UNAM, ex-secretario de Salud y ex-aspirante a la dirigencia del PRI, doctor José Narro; el ex-candidato presidencial panista don Diego Fernández de Cevallos; el ex-preso don Raúl Salinas de Gortari; el ex-cantante Julio Iglesias, acompañado de su esposa Miranda Rijnsburger; y el ex-presidente Enrique Peña Nieto con su novia Tania Ruiz. El ex-presidente Carlos Salinas de Gortari, socio del padre de la novia, es más vivo que un dolor de muelas y se ex-cusó de asistir.

Del feliz enlace entre Mar Collado y el señor Gonzalo Zabala –así con b labial, donde pone el ojo pone la Zabala-, dio cuenta la revista Hola, lo cual, infiero, a los ojos de la Cuarta Transformación es un pecado de alta frivolidad que hizo que el mero sácale-punta de la misma se molestara al grado de iniciar un proceso con el que, tal vez, se comience a romper el convenio de impunidad del que gozan aquellos que, si bien, se portaron decentes en las elecciones –no les quedaba otra- se han mostrado públicamente como si su proceder anterior hubiera sido una gracia y no un delito de lesa patria.

La denuncia que provocó que el abogado Collado cayera en manos de la justicia la hizo el empresario Sergio Bustamante quien lo acusó de suplantar su personalidad –la del querellante- para beneficiarse de la venta ilegal de un inmueble en Querétaro. Además, según el denunciante a través de la empresa Libertad Servicios Financieros S.A. de C.V, de la cual son dueños Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari y el litigante era –hasta el día de su aprehensión- Presidente del Consejo de Administración, mediante transferencias de dinero a cuentas de España, Andorra y Suiza blanqueaban dinero.

Con Juan Collado en la cárcel se está destapando una pestilente e importante cañería de la corrupción, además de los mencionados también está involucrado Amado Yáñez, dueño de Oceanografía, empresa que en 2014 defraudó a Banamex con más de 5 mil millones de pesos.

A lo anterior habrá que agregar el caso Odebrecht, con Emilio Lozoya y familia en fuga para percibir que la lucha contra la corrupción y la impunidad va en serio.

Algo que no sólo debió causar el enfado –modo eufemístico de decir encabronamiento- del Presidente de la República, sino de la sociedad en general, es el video que circula en las redes sociales donde Peña Nieto y Tania, su novia, tratan de bailar. Luego una mujer, al parecer hermana de Tania, le da clases de baile al mexiquense quien demuestra bailar menos que una solterona en fiesta de millennials. (Ahora resulta que el que nos llevó al baile no sabe bailar).

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Era tan buen abogado que los huevos divorciados le salían con pensión alimenticia.